La esperanza es un abrigo suave que te pones encima cuando hace frío, es una manta cálida que te permite pasar los meses más oscuros y gélidos.
En Roma la esperanza era, según los poetas, hermana del sueño, pues éste nos da descanso en nuestras penas y miedos. Se representa con el color verde porque hace alusión a todo el verdor que antecede a la cosecha de los granos.
Me gusta especialmente una frase que hace referencia a este tema: “La esperanza no es lo mismo que el optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien, si no la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte”. Vaclav Havel. (Dramaturgo, escritor y político checo).
Me gusta esta frase porque hay una parte de acción de la persona que siente esperanza y otra parte de dejar fluir, como si el mundo, el universo o la deidad en la que crea, hicieran la mitad del trabajo, así nos podemos sentir menos solos pensando que trabajamos en equipo con algo o alguien más grande.
Otra frase muy conocida y que utilizamos normalmente es: “Donde una puerta se cierra, otra se abre”. Escrita por Miguel de Cervantes. A veces donde vemos puertas encontramos muros y donde menos lo esperamos aparecen puertas grandes y luminosas.
“La esperanza es lo último que se pierde”, esta frase que todos hemos dicho alguna vez proviene del mito de la caja de Pandora.
Hubo un tiempo en el que mortales e inmortales convivían en un mismo mundo, sucedió algo que hizo que los humanos fueran desterrados. Prometeo, que era un Titán, quiso ayudarlos y robó el fuego a los dioses para dárselo a los mortales. Zeus, rey de todos los dioses en la mitología griega , decidió enviar un castigo a los hombres, creó a Pandora y la envió a casa de Prometeo, Epimeteo que era su hermano, se enamoró de ella y decidieron casarse. Pandora descubrió en la casa de su marido una caja, en ella estaban guardados todos los males, como era muy curiosa decidió abrirla, al hacerlo todos salieron al mundo, cuando Pandora se dio cuenta de lo que pasaba cerró la caja, dejando dentro, en el fondo, a la Esperanza, de ahí la famosa frase.
Creo que la esperanza tiene algo de ensoñación, le falta la parte de acción que tiene por ejemplo la ilusión, la esperanza es más estática, es la confianza de que puede llegar a pasar lo que soñamos.
La ilusión en cambio tiene un componente de acción muy importante, cuando tenemos ilusión caminamos hacia lo que queremos y ponemos de nuestra parte lo que sea necesario. La ilusión mueve el corazón. La esperanza le permite descansar de sus incertidumbres.
Hasta hace poco la esperanza era una emoción que no existía en esta zona del Jiloca, la despoblación, como en tantos otros sitios, iba avanzando, dejando a su paso casas cerradas y una sensación de soledad en calles y portales.
Pero como en todo, hay movimientos pendulares, el péndulo ahora señala hacia la otra dirección, estoy escuchando últimamente que muchas personas quieren venir a vivir a esta zona, recorren los pueblos en busca de casas para comprar, aunque tengan que ser arregladas de arriba a abajo. También sé que varios usuarios del centro de refugiados de Accem, de aquí de Burbáguena, han encontrado trabajo en pueblos de alrededor y se han quedado a vivir, otros están pensando también en establecerse, y creo que este es un éxito que nos atañe a todos. La apertura del pueblo a su llegada, el apoyo del ayuntamiento, el calor de las relaciones personales, la tranquilidad que están encontrando aquí, hacen que se planteen la posibilidad de crear un hogar en este nuevo sitio.
A esto le añadimos el crecimiento de los servicios escolares, tanto del colegio como de guardería, la ampliación de actividades de formación, la posible creación de futuros negocios, y la implicación del ayuntamiento, el resultado no solo es de color verde, como la esperanza, sino que tiene todos los colores juntos, unidos en un mismo lugar.
Me gusta dar buenas noticias y en este caso las hay, quizás entre todos estemos creando ese camino verde que pueda servir para que otros más lo transiten, con esperanza e ilusión.