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Demasiada moda Demasiada moda
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Sofía González Millán

El asunto de la moda se nos está yendo de las manos, las tiendas de ropa ni siquiera necesitan hacer publicidad en la televisión ni en otros medios de comunicación, todos conocemos de sobra las grandes marcas, les basta con aparecer en las redes sociales y que los personajes del momento les hagan publicidad de manera gratuita con sus vídeos.

En serio, cuando veo los vestidores de estas personas, que generalmente ocupan una habitación entera, me parece toda una exageración, y más cuando nos enseñan sus conjuntos a diario y no repiten nada a lo largo del año, insisto en que esto es demasiado, yo creo que nos enseñan solo el vestidor porque les da vergüenza decir que tienen ropa por toda la casa.

Sinceramente, creo que si una persona tiene ropa para ponerse durante quince días sin repetir nada, ya tiene un armario surtido y es más que suficiente, ¿qué pensáis vosotros? Todo lo que pase de eso genera contaminación, residuos, y una forma de acumular innecesaria.

Soy de las personas que mantiene la tradición de tener algo en el armario que nunca me pongo porque lo reservo para mudar, suele ser algo más bonito y elegante, a veces me puedo juntar con dos o tres prendas así, que voy renovando cuando pasan a formar parte de mis conjuntos de diario. Pero no acumulo nada más, todo lo que compro lo estreno de forma inmediata, ¿para qué guardarlo?

Cuando era pequeña mi madre hacía lo mismo, guardaba para cada uno de nosotros unas prendas especiales que solo nos poníamos los domingos, me encantaba la sensación de mudarme, después de un largo baño nos poníamos estas prendas, nuestros zapatos también guardados para la ocasión y nos íbamos a misa. Allí nos juntábamos con todos los amigos que también venían recién peinados y con sus mejores galas, era bonito vernos así un día a la semana, todos formales y arreglados.

Íbamos a misa porque era también otra tradición, así comenzaba nuestro domingo en la calle, después deambulábamos por el pueblo sin hacer las actividades que normalmente hacíamos para no manchar nuestros trajes.

En la época de mis padres, cuando eran pequeños, les compraban la ropa a cuentagotas, de hecho para algunos será impensable creer que no existieran grandes tiendas de ropa, no sé cómo sería en las grandes ciudades, pero en los pueblos pequeños se tenía que encargar a la modista o al sastre, tampoco creo que hubiera mucho surtido de telas para elegir, seguramente eran funcionales, abrigadas y de colores oscuros.

Las pocas prendas que se encargaban, por ejemplo algún abrigo, eran guardadas en el armario como un tesoro, daba igual si hacía frío o no, ese abrigo solo se usaba en días señalados, a veces se guardaba tanto que la prenda en sí se quedaba pequeña sin haberla usado.

El crecimiento era en los niños era inevitable, así que cuando ya no le valía pasaba al siguiente hermano, en algunos casos llegaba a pasar por todos los hermanos, pues era muy común en esa época ser familia numerosa, así el más pequeño casi nunca estrenaba nada (¿serán éstas las personas que luego de mayores tienden a acumular ropa?).

Es difícil romper con algo que se nos ha inculcado durante tantos años, conozco a muchas personas de edad avanzada que tienen en el armario trajes y prendas preciosas que nunca usan y que han llevado solo una vez.

Quizás deberíamos inventarnos una semana al año, como si fuera la semana de la moda, en la que todos nos pusiéramos aquellas piezas especiales que tenemos guardadas sin usar. Es importante sacar lo que hay en el armario, darle vida y darnos vida a nosotros también.

Lo que está guardado se pierde, es comido por las polillas, se queda colgado sin tener ninguna utilidad. En esa semana nos daríamos cuenta de qué queremos conservar y qué queremos vender o regalar. Esta limpieza seguro que nos ayudaba a sentirnos más ligeros, el orden y la limpieza exterior ayudan a la mente de una manera muy positiva.

Ay si nuestros abuelos nos vieran, demasiada moda no, demasiada tontería, nos dirían. Si vas limpio y cómodo, ¿para qué más?    

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