Llevo mucho tiempo escribiendo, de hecho, publiqué mi primer texto en un periódico a los ochos años, la profesora de sociales nos dijo que teníamos que escribir una redacción sobre nuestro pueblo, presenté un párrafo con lo que me pareció más destacable del mismo, a los pocos días la profesora me sacó a la pizarra me entregó un periódico y me dijo que leyera, ahí estaba yo con mi pequeña redacción en un periódico llamado el DIARIO DE TERUEL. Guardé ese recorte muchos años, era mi orgullo y la muestra de que mi profesora vio en mí algo que le hizo enviar ese texto al periódico sin yo saberlo.
La escritura para mí es algo vital, escribo cuando viene la inspiración y también cuando no tengo ni idea de qué escribir, algunas de las ideas que más me han gustado han aparecido en mi mente en plena creación, como decía Pablo Picasso “Si llegan las musas, que te pillen trabajando”.
Este es el caso de la frase que ha inspirado este artículo, la escribí cuando se inició la pandemia, dice así: “Vivir es estar preparado para decir adiós”. En ese momento de tanta inquietud y desasosiego este pensamiento me trajo una reflexión que me hizo estar más en calma, me di cuenta de que aferrarse a cualquier cosa inevitablemente trae sufrimiento, sea una persona, situación, trabajo u objeto material.
No sé qué os parecerá a vosotros, quizás es una afirmación algo dura, pero creo que es muy real. Estos días, cuando veo las imágenes de todas las personas que están huyendo de la guerra, no puedo dejar de pensar que están diciendo adiós a muchas cosas, sobre todo a su forma de vivir tal y como la conocían hasta ahora.
Decir adiós a familiares, dejar atrás pertenencias, amigos, lugares, tiene que ser muy duro. La vida nos mueve muchas veces sin que podamos hacer nada para frenarla, solo sabemos que tenemos que ir hacia delante, sin ver el puerto donde vamos a llegar.
Es un gran esfuerzo dirigirnos hacia él sin saber ni siquiera dónde está, por eso cuando finalmente llegamos a uno necesitamos tiempo para acostumbrarnos a la nueva realidad, este tiempo será el necesario para cada persona y el proceso puede durar desde meses hasta años.
Lo más importante es que al final nos llegamos a adaptar, es una de las capacidades del ser humano, aunque parte de nuestro corazón se haya quedado en el lugar del que hemos partido.
La otra cara de la moneda siempre se presenta, y así como decimos adiós a lo que dejamos atrás también podemos decir hola a las nuevas situaciones, insisto que para que esto suceda cada persona necesitará su tiempo de adaptación y de aceptación.
Decir hola significa dejar paso a lo nuevo, a personas que nunca hubieras conocido de otra manera, a nuevos trabajos, o te lleva a utilizar habilidades y dones que no sabías que tenías.
El desarrollo de los seres humanos pasa por decir adiós, no hace falta vivir una experiencia tan tremenda como una guerra. Solamente necesitamos tener claro lo que queremos y soltar lo que no genera amor en nuestras vidas.
Decir adiós a un trabajo que no nos permite conciliar, decir adiós a una relación de pareja que nos hace sufrir, decir adiós a viejos hábitos que van en contra de nuestra salud… etc. Todos estos son ejemplos de una buena salud psicológica, la clave está en poder elegir cuándo hacerlo, si nos obligan a realizar esa despedida o se hace de manera traumática no llega a tener esa cualidad terapéutica.
Ya veis que decir adiós en muchos casos es saludable, pero el miedo hace que nos mantengamos en la misma casilla de salida, sin atrevernos a dar un paso más.
La próxima vez que digas adiós hazlo conscientemente, no hay mejor aprendizaje que el que se vive en carnes propias. Sobre todo acuérdate de que, con el tiempo, podrás decir hola a cosas nuevas, tú decides cuáles de ellas acoger y cuáles descartar.
Esperemos que todas las personas desplazadas de sus hogares puedan volver algún día para vivir en paz y decir definitivamente adiós a la guerra.