Víctor Guiu: "A Secundaria nos llegan algunos chavales a quienes les viene justo para leer"
El escritor hijarano publica su tercer ensayo, 'Restar llevando', sobre la educación en EspañaDespués de Lo rural ha muerto, viva lo rural ÂÂ(2020) y Globalimbecilización. Mal-tratado breve de filosofía parda (2021), y el libro de relatos Los enterradores (Amordemisamores), el hijarano Víctor Guiu vuelve a la carga con su tercer ensayo publicado con DobleUve, Restar llevando. Está previsto que se presente a finales de abril en Teruel y el 10 de mayo en Santos Ochoa (Alcañiz)
Advertidos quedan quienes estén familiarizados con el habitual estilo humorístico y somarda de Guiu; y es que aunque no renuncia por completo a él, el turolense no oculta que “este libro está escrito desde la más profunda mala leche”. “Bueno vale, sigue siendo irónico, pero el que menos de los tres”, matiza el autor. “Es el más directo porque está escrito por una cuestión de desquitarnos y de hacer terapia de grupo por parte de algunos profesores, sobre todo aquellos que compartimos la opinión de que la educación en España se está convirtiendo en un sindiós por culpa de los modelos de innovación que comenzaron a proliferar desde la LOGSE (1990)”.
Guiu es profesor de Secundaria en el IES Pedro Laín Entralgo de Híjar y es absolutamente escéptico acerca del modelo de educación pública que trata de impulsarse en nuestro país desde hace más de tres décadas. “Un modelo en el que los conocimientos no sirven, en el que las leyes nos obligan a modelar personas para que sean carne de cañón barata para cualquier que se quiera aprovechar”.
La tesis que Víctor Guiu comparte en Restar llevando es que el modelo educativo público en España se ha pasado de frenada al aplicar los criterios de innovación “que nos llegan de Europa y de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), organismos profundamente neoliberales”. Estos modelos basados en las competencias, los proyectos, lo experiencial y la educación emocional arrinconan los conocimientos, en opinión de Guiu. “Y quien no tienen conocimientos, quien no sabe cosas porque alguien se las ha enseñado, no puede tener espíritu crítico”.
Guiu se muestra tremendamente pesimista porque “no tengo claro que tenga remedio la situación a la que hemos llegado, en la que a Secundaria nos llegan chavales que tienen serias dificultades para leer y comprender un texto de cinco líneas”, y porque una vez que se desata la vorágine innovadora cualquier cosa que abogue por lo contrario está destinada al ostracismo por anticuada y reaccionaria.
“La educación no tiene que ser innovadora per se para que sea adecuada. Y ÂÂcualquier innovación no es positiva por el mero hecho de innovar. Eso es algo que no entendemos en España y nos está llevando a un callejón sin salida en el que los que más pierden son los jóvenes”.
Con todo, Víctor Guiu no postula un regreso al pasado, “nadie quiere volver a los años 50 cuando el hermano Valeriano te daba una hostia por hablar en clase. Se trata de no perder el norte y basar la educación en el conocimiento y el esfuerzo”.
Izquierda confundida
Víctor Guiu sostiene que envuelta en un celofán de progresismo el modelo educativo que han impulsado la LOGSE (1990), LOPEG (1995), LOCE (2002), LOE (2006), LOMCE (2013) y LOMLOE ÂÂ(2020) promueve la “creación de trabajadores, emprendedores y gener muy versátil, pero que no tiene una base cultural”. Según el profesor de Secundaria, “en 1 de la ESO te encuentran un gran porcentaje de chavales que apenas saben leer, escribir o hacer cuentas porque se han pasado la vida haciendo gilipolleces con cartulinicas”. “Nos venden que lo importante es que ellos estén bien y sean felices, pero eso es una falacia, un dogma que se impone como si fuera una religión”. Restar llevando sostiene que los niños tienen que venir felices de casa, y el colegio debe encargarse de dotarles de conocimientos, herramientas para no dejar de asimilarlos nunca y un sentido crítico basado en esos conocimientos”.
“La izquierda debería ser la que en primer lugar denunciara estas normativas liberales que están dando la puntilla a nuestra educación”, afirma Guiu, “y sin embargo la aplaude por la sencilla razón de que parece moderna e innovadora”. “Regalar títulos a gente que no tiene conocimientos y que no a aprendido a esforzarse no es moderno ni innovador”, sentencia el hijarano. Justo al contrario, el profesor y escritor turolense sostiene que “este modelo es conservador y le niega el pan y la sala a la clase obrera. Porque quien tiene medios económicos se buscará la vida, pero quien no tendrá que conformarse con un sistema cuyo objetivo es crear consumidores poco críticos y gente adaptable a cualquier trabajo basura”.
Restar llevando defiende que, por doloroso que resulte admitirlo, “formular una metodología en la que prime el proceso, donde lo importante sea trabajar en cooperación, por ámbitos, que los propios alumnos construyan su educación... todo es una chorrada. Algo que ha funcionado desde Platón es que un señor o una señora que sabe más que tú te enseña cosas. Pero ahora esto ya está denostado, ya no está de moda y es cosa de los profesaurios”.
En su ensayo no solo critica el fondo y la forma de las Leyes Educativas -”son textos escritos para que nadie los entienda, para que no puedas plantear dudas porque piensas que eres incapaz de entender lo que dicen”-, sino también a quienes están detrás de ellas: “Los pedagogistas, los desertores de la tiza que están detrás de esas metodologías están en otro planeta. Si en lugar de escribir leyes vinieran un día a clase y vieran el percal se llevarían las manos a la cabeza”.
El ensayo recopila algunas anécdotas reales, con nombres falsos, extraídas de algunos de los institutos en los que ha dado clase, “y que claman al cielo’. La obra también habla sobre las facultades de Magisterio, “donde les meten todo este veneno a la gente que dará clase a nuestros hijos”. Ahí tampoco hace concesiones el de Híjar: “Necesitarían notas de 13 o 14 para poder cursar Magisterio, y sin embargo aquello es un coladero. Lo primero que aprenden es que no es importante saber cosa, sino solo saber enseñar. Eso es un mantra falso”.