Roberto Morote y Queco Ágreda presentaron ‘Chomón, el mago de la luz’
El cómic que subraya el sabor turolense de los inicios de la industria del cineDespués de que hiciera su aparición triunfal -con excelente acogida por parte del público- hace una semana en la Feria del Libro y el Cómic de Teruel, ayer martes se presentó oficialmente en el Museo Provincial de Teruel Chomón, el mago de la luz, el cómic editado por GP Ediciones y el Instituto de Estudios Turolenses que adapta a este género la biografía del cineasta nacido en Teruel Segundo de Chomón. Escrito por Queco Ágreda y dibujado por Roberto Morote, con motivo del 150 aniversario del nacimiento del pionero de la industria cinematográfica que se celebró el pasado año, la obra repasa buena parte de la obra y la trayectoria vital de este creador que a partir de ahora será accesible a un público mucho más amplio, gracias al carácter eminentemente didáctico, sin renunciar al rigor histórico, del cómic.
Ayer los creadores de la obra, el andorrano Roberto Morote y el zaragozano afincado en Calanda Queco Ágreda, explicaron los entresijos de Chomón, el mago de la luz, que han sido tantos y tan interesantes como la propia vida del turolense, mucho más conocida después de las actividades que en torno a él se celebraron el pasado año por instituciones como la Diputación Provincial, el Ayuntamiento de Teruel, la Comarca Comunidad de Teruel o el Gobierno de Aragón.
Construir la historia ha sido para el guionista, Queco Ágreda, un trabajo arduo por varios motivos. El primero de ellos ha sido porque no era fácil plantear el enfoque correcto para la obra, y tuvo que darle no pocas vueltas para dar finalmente con el más apropiado. Ágreda publicó en 2018 el genial La noche más larga de Luis Buñuel, que narraba algunos de los hitos vitales y cinematográficos más destacados del calandino a partir de un hecho concreto, una noche en la que Buñuel acude a una fiesta en Hollywood para conseguir algún proyecto de rodaje. “El problema es que Buñuel es mucho más conocido que Chomón, por lo que te puedes centrar en un momento puntual y ser más detallista”, explica Ágreda. “Yo tenía claro que el enfoque del cómic sobre Chomón tenía que ser biográfico, pero al ser un personaje mucho menos conocido exigía ser más didáctico y abordar más temas de manera menos profunda”.
Queco Ágreda ensayó con numerosos enfoques hasta dar con el adecuado, y admite que sufrió un bloqueo creativo y que ahora tiene la casa llena de hojas de papel con bocetos del cómic. “En este tipo de guion no solo tienes que documentarte bien -teniendo en cuenta que la documentación que existe sobre Chomón es todavía muy limitada-, sino que una vez que tienes eso, has de dar encontrar la historia que quieres contar, el enfoque”. Ágreda pensó en las investigaciones pioneras de Chomón sobre el color, sobre la industria incipiente de la cinematografía, y finalmente optó por “hablar de la cuestión familiar de Chomón”, de su relación con Julienne Mathieu y su hijo Robert, que le permitió reflejar lo más granado de su trayectoria profesional, a través de su trabajo para la Pathè en París y para Ítala Films en Milán, sin olvidarse además de algunos apuntes muy ilustrativos y clarificadores sobre algunas técnicas cinematográficas, como el travelling o el paso de manivela, que Chomón contribuyó a perfeccionar y que hoy en día constituyen el ABC del cine contemporáneo.
Centrarse en la relación familiar de Chomón causó otro problema, y es que prácticamente mientras escribía el guion, el investigador turolense Iván Núñez culminaba una larga investigación sobre el cineasta que se ha reflejado en Chomón a media luz, publicado por el IET a finales de 2021. El problema es que esa biografía, centrada en los primeros treinta años de Chomón, ponía patas arriba todo lo que se sabía hasta entonces de esa etapa. Núñez descubrió que Chomón se había marchado de Teruel poco después de nacer, se había casado en Barcelona con Juana Rey, mucho antes de conocer a la Mathieu -que sin embargo sí fue el amor de su vida-, Robert no fue con casi toda probabilidad su hijo natural, y su primer contacto con la industria del cine fue en el taller de coloreado de Barcelona, y no en París como se pensaba.
Al revelarle todas estas evidencias, Queco Ágreda tuvo que “replantear toda la historia y cambiar el concepto del cómic... prácticamente hubo que empezar desde cero y sobrevivieron tres viñetas del primer proyecto, yo creo”. Sin embargo Ágreda, que es historiador de formación, admite que “hay que reconocer que esos datos que aporta la biografía explican muchas cosas que chirriaban, que no encajaban en la historia del cineasta”.
Esa formación como licenciado en Historia seguramente es la responsable de que Ágreda, que además de Chomón, el mago de la luz o La noche más larga de Luis Buñuel ha escrito cómics como Los Amanticos, se tome muy a pecho el rigor histórico de su obra. “Puedes tomarte alguna licencia creativa”, admite, pero siempre desde el conocimiento, no desde la ignorancia”.
El encargado de plasmar en dibujos el texto de Ágreda ha sido el andorrano Roberto Morote. Este hizo su debut en el mundo del cómic con Camí de Sirga, la aclamada adaptación publicada también por GP Ediciones de la novela de Jesús Moncada. Ese libro fue casi un vía crucis porque el andorrano fue el dibujante y también el encargado de hacer la adaptación y el guion de una novela compleja y con muchas capas. “En este proyecto he podido disfrutar mucho más, porque he podido centrarme en el dibujo y no me ha llevado tanto tiempo como cuando tuve que hacer la adaptación desde cero... además el producto queda más sólido porque son más personas las que suman. Para mi próximo proyecto” -y de hecho ya hay alguno sobre la mesa junto con Queco Ágreda, con Pablo Serrano como protagonista- “me gustaría volver a trabajar con guionista”.
El salto del dibujo de Camí de Sirga a Chomón es evidente, y aunque se advierte el sello de Morote responde a que ambos cómics “están dirigidos a públicos diferentes”. “La de Moncada es una novela de adulto, mientras que Chomón es una figura que queríamos acercar a todo el mundo”, desde adultos interesados en la historia del cine o iniciados en Chomón, hasta niños aficionados a los tebeos cuya referencia más antigua del cine es Frozen.
Eso se traduce en un cómic más “moderno”, según Morote, “más presentable a un público amplio”, con línea más clara, menos fondos y menos detalles en la viñeta y un acabado en color pero con tintas planas, para dar protagonismo a menos elementos en cada escena. Cambiar su registro y hacerlo homogéneo en tan poco tiempo -dos meses- no fue fácil pero ha resultado muy gratificante para Morote: “Yo pensaba que la espontaneidad se logra dibujando mucho durante mucho tiempo, pero he descubierto que también se logra cuando te apremian para acabar el trabajo dentro de los plazos, y eso me ha gustado”, bromea.
El resultado es un cómic brillante, divertido, que no se mete de lleno en los jardines que todavía sobreviven debido a las zonas de sombra que quedan en torno a la vida de Chomón -en parte quizá porque él mismo se ocupó de rodearse de cierto misterio, sugiere Iván Núñez-, pero que cumple de forma excelente con su cometido: difunde la vida y la obra del cineasta con un soporte y un formato fácilmente accesible para todo el mundo, narra una historia entretenida e interesante y apunta algunas de las herramientas cinematográficas que hicieron que Chomón deba ser tratado como una referencia del pionerismo del cine.
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