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La colección municipal de arte de Puertomingalvo crece gracias a la donación de la pintora Rosa Torres La colección municipal de arte de Puertomingalvo crece gracias a la donación de la pintora Rosa Torres
Serigrafía de Rosa Torres inspirada en la ‘Maja desnuda’ de Goya

La colección municipal de arte de Puertomingalvo crece gracias a la donación de la pintora Rosa Torres

La Sala de la Villa acoge este sábado la firma de la cesión y expondrá las 36 piezas hasta el verano
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Las treinta y cuatro serigrafías y dos pinturas que la artista Rosa Torres, valenciana descendiente de Rubielos, ha donado al Museo de Arte de Puertomingalvo (MAP) se expondrán en la Sala de la Villa de la localidad turolense hasta el próximo mes de julio de 2025. La inauguración de la muestra tendrá lugar este sábado, 7 de diciembre, en un acto que comenzará a las 12.30 horas y que contará con la presencia de la pintora, de Manuel Zafón Julián, alcalde de Puertomingalvo, y de Ricardo García Prats, director del MAP y comisario de la muestra.

Durante la inauguración de la muestra se firmará el documento oficial de donación entre Rosa Torres y Zafón, en nombre del Ayuntamiento de Puertomingalvo, de quien depende la gestión del MAP. Dentro de la misma se incluyen treinta y cuatro serigrafías, la mitad creadas por ella y la otra mitad por otros autores; una obra original de Rosa Torres y un óleo sobre tela de su padre, el turolense Luis Torres Pastor (Rubielos de Mora, 1913-Valencia, 2004).

Ricardo García Prats ha definido la pintura de Rosa Torres como “desprovista de anécdotas” y “centrada en un proceso que lleva, de la mano de colores planos y de un proceso de bocetos, a plasmar unos paisajes o recreaciones pictóricas que poco tienen que ver con la realidad”.

Torres está influida por corrientes como el pop art o el pop art, de donde toma los colores puros, vivos y saturados, y el trazo simple, incompleto y minimalista que no cierra espacios, sino que sugiere las formas por encima de la mancha de color. Casi como si se tratara de la deconstrucción de una pieza de Piet Mondrián, que a base de perder rigidez diera un paso atrás en el proceso que va del figurativismo a la abstracción, buscando el punto intermedio en el que la autora se encuentra más a sus anchas.

Como Paul Cézanne, Torres entiende que el tema no es el hecho importante de la pintura, sino que lo es la relación que se establece entre las líneas, el color y las formas.
 

Rosa Torres (centro), junto a Marie Claire Decay y Diego Arribas en Mós


Rosa Torres ya expuso durante el verano de 2011 en la Sala de la Villa de Puertomingalvo, localidad con la que mantiene gran relación por lazos artísticos y familiares, ya que su padre, el también artista Luis Torres Pastor, nació en Rubielos, y su madre, Leonor Molina, en Mosqueruela, donde la pintora pasa frecuentes temporadas con su familia.

En aquella exposición de 2011, que tuvo lugar el segundo verano después de que la Sala de la Villa fuera restaurada y acondicionado como sala de exposiciones, la valenciana compartió espacio con el escultor binefarense Mario Molins. Tuvo una importante repercusión en la zona, con más de 1.200 visitantes durante los meses de agosto y septiembre. Fruto de esa exposición, el cuadro adquirido por el Ayuntamiento, Peñagolosa (2004), forma parte de la colección permanente del MAP, que se incrementa notablemente gracias a las 36 piezas donadas ahora.

Formación clásica

Rosa Torres se formó como pintora en la Escuela de San Carlos de Valencia donde adquirió la maestría desde el punto de vista más ortodoxo. Sin embargo a lo largo de los años 70 Rosa Torres entró en contacto con las vanguardias valencianas y se dejó imbuir por su espíritu evolucionador. Desde entonces ha participado en más de sesenta exposiciones individuales, no solo por toda España sin también en la Tossan Gallery de Nueva York (1986) o durante la Bienal de Venecia de 1982.
 

Una de las serigrafías que forman parte de la donación de Torres


El grueso y lo más interesante de su obra está dentro de la pintura, pero también cultiva otras vertientes artísticas como el mural, la cerámica o de la obra gráfica, de la que se nutre mayoritariamente la exposición que podrá verse durante los próximos meses en Puertomingalvo.

Relación con la provincia

La relación de Rosa Torres con los espacios artísticos turolenses se ha mantenido viva a lo largo de los últimos años. Su nombre estaba entre los 17 artistas que tuvieron contacto personal con Salvador Victoria en Valencia y París, y que participaron en la gran exposición retrospectiva que se organizó en su museo de Rubielos de Mora en abril de 2014. Ha impartido clases de arte en la Universidad de Verano de Teruel y participó en la subasta de 72 obras de arte donadas por 50 artistas en beneficio de la Plataforma a favor de los Paisajes de Teruel.

En el verano de 2022 también expuso en el Museo Salvador Victoria La pintura y sus lenguajes, una retrospectiva de su trabajo entre 1976 y 2021. Casi al mismo tiempo Francesc Miralles publicó Rosa Torres. La construcción d’un llenguatge, reconstruyendo la trayectoria artística de la valenciana.
 

Los paisajes de la valenciana se sitúan a mitad de camino entre la figuración y la abstracción

También participó en Ultimas donaciones, una muestra que pudo verse en Rubielos de Mora en noviembre de 2023, en conmemoración del veinte aniversario de la apertura del Museo Salvador Victoria. La exposición estaba formada por 25 de las piezas que diferentes artistas han ido donando al espacio. Entre ellas estaba Rinoceronte (1972), una obra temprana de Rosa Torres, que pertenecía a la colección personal de Marie-Claire Decay -viuda de Victoria-, y Jardines (1976), donada esta vez por la propia autora bajo la fórmula de depósito indefinido, en la que la artista valenciana incursiona en la abstracción más estricta y .

Recientemente Rosa Torres acompañó a Marie Claire Decay, que además es presidenta de honor de la Fundación Salvador Victoria de la que depende el Museo de Rubielos, y al artista turolense Diego Arribas, en la inauguración de la exposición de este último que durante el mes de octubre se ha podido visitar en Móstoles.

‘Puente romano sobre Llodio’, una pintura que homenajea a Luis Pastor Torres

Luis Torres Pastor (Rubielos de Mora 1913 - Valencia 2004), fue un pintor turolense emigrado a Valencia, padre de Rosa Torres y cuya obra hasta ahora no había sido lo suficientemente analizada. Una de sus pinturas, el óleo Puente Romano de Llodio, de 1964, se incluye en la donación que ha realizado su hija a Puertomingalvo.

En agosto de 2024, coincidiendo con el 20 aniversario de su fallecimiento, Ricardo García Prats, Francesc Miralles y Martí Domínguez presentaron en Rubielos de Mora una cuidada monografía que lo rescata no solo como artista sino también como pedagogo.
 

‘Puente romano sobre Llodio’ (1964), de Luis Torres Pastor


Luis Torres era solo un niño cuando emigró con su familia de Rubielos a Valencia. Se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios y, ya en posguerra, en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos. Antes de eso regresó a su tierra durante la Batalla de Teruel, enrolado en el bando republicano, del cual terminó desertando como se explica en la propia biografía. Tras la guerra Torres decidió especializarse en escultura. En 1946 se casó con Leonor Molina, joven de Mosqueruela también afincada en Valencia, lo que le impulsó a preparar las oposiciones para convertirse eh profesor de Dibujo de Enseñanzas Medias y así asegurar la estabilidad económica.

Trabajó en el Instituto de Llodio (Álava) desde 1952 hasta que en 1980 obtuvo la Cátedra de Enseñanzas Medias con la que fue trasladado a Xátiva hasta su jubilación, en 1982. Y como narran los investigadores, aunque la creación artística fue siempre la mayor de las pasiones del turolense, se aplicó con igual ardor y dedicación a la enseñanza de sus alumnos.

Nunca dejó de pintar y en sus cuadros destacaron sobre todo su obsesión por el tratamiento del color, su mirada constantemente enfocada en su entorno, su marcado interés por el paisaje y la vitalidad expresiva de la que dotó a sus composiciones sobre la vida cotidiana. Se dejó influir por la pintura japonesa, que admiraba intensamente, y poco a poco fue aligerando sus formas, simplificando las figuras y dando cada vez más protagonismo a la creación de atmósferas de luz. Se diría que, una vez alcanzó la maestría en el dibujo, se dedicó a aprender a desdibujar, como señala Román de la Calle en la edición digital de la Revista Turia.

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