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José Luis Montero, uno de los fundadores del Viña Rock: José Luis Montero, uno de los fundadores del Viña Rock:
José Luis Montero participó en una de las mesas redondas de la primera jornada del Congreso de Festivales en Teruel

José Luis Montero, uno de los fundadores del Viña Rock: "Los ayuntamientos deben controlar, pero no meterse en la programación de un festival"

El manchego vivió el nacimiento, la (casi) muerte y la resurrección de la cita de Villarrobledo
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José Luis Montero fue uno de los jóvenes de Villarrobledo que pusieron en marcha el Viña Rock allá por 1996, un festival casi pionero en España que organizaron porque querían tocar en directo con sus bandas y que el nombre de su pueblo lo conociera todo el mundo. Montero ha vivido el nacimiento, el hundimiento y la resurrección del Viña Rock, y sobre ello habló ayer en la ponencia que protagonizó durante el Congreso de Festivales en Teruel. El resumen es que lograron su objetivo. Hoy en día Viña Rock es una de las grandes referencias del rock en España y fuera de ella, y no hay rockero que no sueñe con tocar en Villarrobledo.

-¿Como comenzó la historia de Viña Rock?
-Pues fue hace 26 años. Yo soy músico, soy rockero, guitarrista y cantante de Próxima Apertura y muy activista. Desde que era crío siempre iba con mi carpeta bajo el brazo al Ayuntamiento de Villarrobledo y a las instituciones para pedir sitios para tocar, ayudas, equipos de sonido. Nos movíamos muchísimo buscando cosas para mi grupo y para mi pueblo, Villarrobledo, que a pesar de que es un pueblo grande nos faltaban cosas. Puse en marcha una Escuela de Rock Creativo que estuvo 15 años funcionando, y creamos en 1992 un concurso de grupos de rock llamado VillaRockBledo. Fue la semilla de la primera edición de Viña Rock en 1996. Hubo cierta conjunción estelar, nos juntamos chavales jóvenes con ganas de hacer cosas, bastante efervescencia en cuanto a bandas de música en el pueblo, y nos decidimos a hacer un pequeño festival. Teníamos el precedente del FIB que llevaba un año en marcha, el Espárrago Rock de Granada y poco más. Metimos cuatro o cinco bandas de la zona pero también vinieron Los Planetas o Los Porretas, que tenían ya recorrido. El Ayuntamiento decidió apoyar a estos chavales que íbamos allí a darles la matraca, nos dejaron el campo de fútbol, contactó con una promotora que le hacía las ferias y eso, y la cosa funcionó. Montamos un escenario pequeño, nada que ver con los ocho que tiene ahora. Pensábamos que vendrían 1.000 o 2.000 personas y vinieron 7.000. No había camping ni nada y era un solo día, pero el éxito fue enorme y nos impulsó a seguir adelante.

-Enseguida comenzó a profesionalizarse la organización.
-Sí, esa empresa promotora, Matarile, vio que tenía futuro y empezó a apostar por el festival y añadir cosas nuevas, más escenarios, más bandas de calidad... Lo malo es que a partir de ahí a los promotores originales nos fueron dejando un poco de lado.

-¿Eso fue traumático?
Para nosotros sí, la verdad... después de lo que hicimos en la primera edición y que luego nos dejaran de lado lo fue. Lo único que nos dejaban era tocar, porque seguíamos teniendo nuestras bandas. Aunque yo trabajaba en la Escuela de Rock y de alguna forma mantenía el vínculo con Viña Rock.

Ruptura

-Luego llegó la ruptura.
-Matarile hizo crecer el festival mucho, eso es innegable. Pero conforme se hizo más grande comenzaron los problemas. La empresa y el Ayuntamiento empiezan a tirar cada uno para un lado, se dedica más dinero a unas cosas y menos a otras, hay incompatibilidad de caracteres... Empezó a haber fricciones hasta que se llegó al punto, en 2007, de que la promotora se llevó el Viña Rock a Benicassim, con nocturnidad, alevosía y sin pedir permiso a nadie. Duró poco porque todo eso se llevó a los tribunales y al año siguiente regresó a Villarrobledo, y esta empresa promotora desapareció.

-¿Ese año no hubo festival en el pueblo?
-Sí, porque precisamente nosotros, los que habíamos impulsado el festival, organizamos otro al que llamamos precisamente VillaRockBledo, para que los aficionados fieles del pueblo no se quedaran sin. Y todavía nos vino Loquillo, Mojinos, y gente muy interesante. Y en 2008 el Viña Rock lo volvió a coger el Ayuntamiento de Villarrobledo junto a otro promotor diferente. Yo nunca he estado muy de acuerdo con ese modelo, porque creo que el Ayuntamiento debe controlar pero no meterse en la organización. En cualquier caso ese parón hizo mucho daño y restó muchos de los seguidores fieles. El Viña Rock pasó tres años con problemas y pérdidas económicas, con mucho menos público, también debido a la crisis económica. Después entró una nueva corporación, me llamaron como coordinador de Cultura y les ayudé con toda mi experiencia para volver a poner en marcha el festival en condiciones. Se creó un nuevo pliego de condiciones, se presentaron empresas muy potentes y se consiguió un buen convenio, y a partir de ahí el Viña Rock experimentó un crecimiento enorme, se modernizó mucho y Villarrobledo se dio a conocer todavía más. Ahora se acaba de renovar el contrato y se ha ampliado por 15 años, y hay planes de inversión muy importantes.

-Es mejor que la organización del festival la lleve una empresa externa?
-Sí. El Ayuntamiento tiene que vigilar que todo vaya bien, conseguir que se mejoren los espacios, que la empresa pague el canon correspondiente, que sea un beneficio para el pueblo... pero la organización tiene que estar llevada por alguien que se dedique a eso. Zapatero a tus zapatos.

Éxito

-Antes ha hablado de conjunción astronómica... ¿el éxito de un festival depende al final de una, de dos o de tres personas que están detrás?
-En parte sí. Cuando empezamos éramos cuatro chavales que no podíamos imaginar lo que iba a terminar siendo. Se conjugaron varios factores. Queríamos tocar, queríamos dar a conocer nuestro pueblo, había mucho rock en las calles, y no nos dio miedo ser ambiciosos. También hubo un concejal que fue muy importante, que los medios de comunicación le llamaban el concejal rockero. Era Algimiro Martínez, un político valiente que apostó desde las instituciones por este tipo de proyectos. Él también era músico y si no llega a ser por él, posiblemente no existiría el Viña Rock. De todos modos, aunque en aquella primera edición hubieran venido solo mil personas hubiéramos seguido adelante, porque teníamos muchas ganas de revolucionar el panorama. Albacete, mucho más grande, capital de provincia y con mucha más trayectoria de grupos nunca se atrevió a hacer algo parecido.

-También es verdad que en aquella época apenas había festivales, era un campo por explotar.
-Teníamos muchas más posibilidades de éxito porque no había competencia, pero también había muchos riesgos y no teníamos muchos sitios donde fijarnos cómo se hacían las cosas.

-¿Llevar un festival de rock a un pueblo generó dudas o reacciones contrarias entre los vecinos, al menos al principio?
-Siempre hay dudas, sobre todo cuando haces algo en lo que no tienes experiencia y aprendes sobre la marcha. En la primera época no se gestionó bien el éxito porque iba para arriba y no se invirtió en donde tenía que haberse invertido.

-¿Un festival tiene que tener un objetivo económico, o sus objetivos son más elevados?
-Hay que sopesar las dos cosas. Yo me empeñé en que el Viña Rock tuviera presencia de otras artes además de la música, o que pusiera de relevancia que Villarrobledo es el mayor viñedo del mundo. Pero está claro que ahora mismo el festival es un gran negocio que mueve mucho dinero. Es normal que la empresa gane dinero porque también arriesga mucho, pero es que todo el entorno de Villarrobledo gana mucho, porque ahora mismo el festival tiene un impacto de 22 millones de euros, hoteles y restaurantes de la comarca, los supermercados... Si la gestión funciona bien todo el mundo gana.

 

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