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Exposición en Bellas Artes sobre la simbología y la intimidad a través de la fotografía con obras de varias autoras Exposición en Bellas Artes sobre la simbología y la intimidad a través de la fotografía con obras de varias autoras
Algunas de las fotografías expuestas contribuyen a construir el propio espacio donde se expone la muestra

Exposición en Bellas Artes sobre la simbología y la intimidad a través de la fotografía con obras de varias autoras

'Las puertas de mi casa siempre estarán abiertas' es una muestra con trabajos de cuatro estudiantes
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La sala de exposiciones del edificio de Bellas Artes en Teruel regresa a la actividad expositiva con Las puertas de mi casa siempre están abiertas, una reflexión sobre la simbología y la intimidad a través de la fotografía con obra de María Luis, Nadia Marín, Bea González y Marta Menéndez, y comisariada por Claudia Enguita, Eneko de Blas, Isabel Llanos y Pilar Guinea.

Las allá del fondo, que también, tiene especial interés el aspecto formal de la exposición. La muestra es un proyecto de la asignatura Diseño y Gestión del Espacio Expositivo, que se cursa en 3º o 4º del Grado de Bellas Artes, en el que los estudiantes deben asumir el papel alternativo al que suelen desempeñar. “Como comisarios se nos propuso crear una exposición desde cero”, explica Claudia Enguita. “En lugar de ocuparnos de la obra expuesta, que quizá es a lo que más acostumbrados pudiéramos estar, debemos encargarnos del resto, desde la concepción, tratar con los artistas, montajes, etcétera”.

La exposición reúne dos elementos principales. “Teníamos claro que tenía que ser una muestra de fotografía, y que queríamos que hablara sobre lo cotidiano, sobre lo más cercano para el autor”, explica Eneko de Blas, otro de los comisarios de la muestra. “Pero además queríamos plantearla de un modo diferente”. Para estos jóvenes estudiantes de Bellas Artes es necesaria una revisión de los planteamientos museísticos convencionales, un tratamiento de lo formal más específico y original. Según De Blas, “la idea de lo que entendemos por un museo clásico, al que podemos estar acostumbrados, no nos atrae demasiado. Nos sentimos un poco intrusos, son asépticos, no se implican con la obra que contienen y, desde ese punto de vista, el artista no parece que sea bienvenido. Así que una de nuestras principales intenciones era trabajar y transformar este espacio expositivo”.

Un espacio diferente

El resultado es una sala mucho más ligada al tipo de pieza que expone, que se integra de forma que obra y espacio no pueden ser concebidos de forma separada. Las puertas de mi casa siempre están abiertas analiza el espacio interior del domicilio distribuyendo una casa imaginaria en cuatro estancias, dormitorio, baño, cocina y salón, cada una de las cuales es asumida por una de las artistas. Las fotografías expuestas reflejan determinados aspectos relacionados con la subjetividad que para cada artista representa esa misma estancia en su hogar. Y esas habitaciones se recrean en la sala de exposiciones a través de un código de colores -verde para el dormitorio, azul para el baño, amarillo para la cocina y rojo para el salón- y de dibujos y marcas realizadas con en el suelo y paredes de la sala.

Para hacer más evidente la compartimentalización del espacio, que desnudo es una sala cuadrangular diáfana, algunas de las fotografías cuelgan de paredes imaginarias situadas en el centro de la sala, que contribuyen a dividir el espacio en cuatro partes más pequeñas haciendo más evidente la sensación de ir pasando de un cuarto a otro de la casa a medida que se recorre la exposición. “La idea es convertir la sala de exposiciones en la casa, en el hogar, que es el tema que queríamos explorar a través de la obra de los artistas”, explica Pilar Guinea. “De esta manera la sala” -el lugar que teóricamente es solo el contenedor de las piezas- “complementan a la obra, que ha sido especialmente concebida y creada para la exposición”.

Cuatro creadoras

Dos de las cuatro artistas participantes son estudiantes de Bellas Artes de Teruel. Las otras dos son una estudiante de la Complutense de Madrid y una fotógrafa no vinculada a las Bellas Artes. “Quizá lo más típico cuando se organiza una exposición desde la universidad es que las participantes sean estudiantes, compañeros de tu propia clase o del curso”, explica Claudia Enguita. “En esta ocasión tratamos de buscar otros artistas no necesariamente vinculados a la universidad; que ya hubieran trabajado este tipo de temas, que conociéramos y cuya obra cuadrara bien con el proyecto que llevábamos en mente, teniendo en cuenta que la obra expuesta tenía que ser nueva y concebida para este proyecto”.
 

Claudia Enguita, María Luis, Nadia Marín, Eneko de Blas y Pilar Guinea, de izquierda a derecha


De Blas, en nombre de los cuatro, asegura que “el comisariado es bastante más complejo de lo que parece”, especialmente en este tipo de exposición que en realidad va a la inversa de lo habitual, que parte de un concepto y después va en busca de artistas cuya obra se adapta a ese concepto. “Hay que comunicar bien la idea que llevas en la cabeza para que después el trabajo que te presentan los cuatro artistas tenga armonía y formen un auténtico conjunto. Y comunicar esa idea no siempre es sencillo”.

Entre las artistas que además estudian en el Campus de Teruel, Nadie Marín escogió representar la cocina de esta pecular casa-sala de exposiciones, “porque personalmente me parece la habitación más sugerente. Me encanta la cocina de mi casa, donde paso muchas horas y lo paso muy bien”.

Marín ha tratado de darle una vuelta de tuerca a la idea que habitualmente se maneja con respecto a las cocinas, especie de laboratorios asépticos donde todo debe de estar en orden, limpio y desinfectado para que la química de los alimentos funcione como es debido. “Quería borrar esa idea fría, metálica y objetiva, por otra más orgánica, más suave, que es la que tiene para mí”. Y lo hace trabajando algunas de las texturas presentes en la cocina, como el hielo, los trapos o parte de la vajilla. “Me interesan especialmente los elementos que traes de fuera de la cocina pero cuyo fin es permanecer en ella, como la comida o la vajilla, que siempre ha sido un elemento muy importante e idenficador. Todos hemos tenido una vajilla de la yaya”.

Por su parte María Luis, estudiante de Huesca pero con raíces en la localidad zaragozana de Marracos, recrea en sus fotografías las sensaciones provocadas por el viejo cuarto de baño de la casa de sus abuelos en ese pueblo, de apenas 80 habitantes. Cuando sus abuelos comenzaron a tener problemas para subir las escaleras de casa, instalaron un baño en la planta de abajo y aquel quedó en desuso. “Yo he hecho en esa casa de Marracos muchos veranos, y en ese baño tengo muchos recuerdos, así que a través de fotografiar algunos de sus detalles he intentado devolver la vida a ese cuarto y compartir algunas de las cosas que me sugiere”.

El resto de estancias de esa particular casa, el dormitorio de Bea González y el salón de Marta Menéndez siguen esquemas similares, deteniendo instantes concretos y subjetivos para sus autores pero que conforman una atmósfera común acerca de esos espacios cotidianos para el común de las personas.

Las puertas de mi casa siempre están abiertas, que se inauguró en un acto celebrado el pasado jueves permanecerá en la sala de exposiciones de Bellas Artes hasta el 3 de febrero, donde puede visitarse gratuitamente.

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