![Especies de Espacios llega al ecuador con ‘Estar por estar’, una reflexión sobre las existencias](/uploads/diariodeteruel/contenidos/74499_250212-32-01.jpg)
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Especies de Espacios llega al ecuador con ‘Estar por estar’, una reflexión sobre las existencias
Cinco estudiantes de Bellas Artes exponen en ArTeSala hasta el próximo 17 de febreroBellas Artes en Teruel cerró otra edición del ciclo de arte contemporáneo Especies de Espacios
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El Espacio ArTeSala del edificio de Bellas Artes, en Teruel, acogió ayer la segunda de las exposiciones del ciclo de arte contemporáneo Especies de Espacios, que este año llega a su 15ª edición. Cuatro estudiantes del grado de Bellas Artes, Julia Castillo, Chet Felix, Marta Ezquerra, Carla Obiol y Cristina Royo presentan sendas piezas reunidas en una colectiva titulada Estar por estar. El discurso expositivo de las cuatro piezas aborda la naturaleza de las diferentes presencias, ya sean físicas como mentales, que van desde la contemplación estética hasta las manifestaciones de problemas como obsesiones, adicciones o falta de control.
En último término la muestra es una invitación a plantearse la propia existencia como agente de cambio o como sujeto pasivo. El cómo y el por qué interactuamos con nuestro entorno y cuáles son los resultados de esa interacción. Pensar si uno mismo está por estar, y si desea cambiar el estado de las cosas.
Marta Ezquerra presenta Espejismo, una pieza que hace referencia a lo celestial fusionado con lo mundano. La pieza está representada por dos charcos de agua colocados sobre el suelo en los que se ve reflejada la imagen del cielo. Se trata de construir una falsa realidad inventada por el artista, una ilusión que solo tiene valor simbólico a través de los ojos de quien le ha dado forma. La presencia de dos charcos de agua revelaría la existencia de goteras en un espacio interior, pero en este caso se retuerce la naturaleza de ese espacio, y se transforma en exterior a través de los reflejos que se ven en el charco ficticio. La pieza alude también, pues, a la capacidad transformadora de la realidad del arte, aunque sea a nivel simbólico.
Por su parte Chet Félix aporta a la colectiva Pisadas pesan, pasos pasan, una obra de videoarte sonoro que consiste en una recontextualización de un espacio público, en principio transitorio y anodino, como son los diferentes diseños de las aceras de diferentes calles de Teruel, trasladado a través de la imagen proyectada a un espacio público transitorio interior; la sala de exposiciones que en este caso es ArTeSala.
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Las aceras se deconstruyen hasta el nivel del adoquín, para construir una pieza de videoarte en el que, con una estética que recuerda a los diseños caleidoscópicos, diferentes diseños de firme urbano se recombina formando diferentes diseños, siempre en movimiento. Mediante la recopilación de sonidos y la experimentación musical, la proyección está acompañada de una melodía rítmica creada por las pisadas de los peatones ligadas a esas aceras. Esos ritmos cambian y evolucionan al tiempo que lo hacen también las imágenes y las direcciones que van tomando los diseños que se recrean en la proyección. De algún modo utiliza partes de la existencia que pasan por completo desapercibidas, que están por estar, podría decirse, y a través de la creación artística se les dota de una nueva realidad al servicio de la estética y de la intencionalidad artística.
Por su parte Cristina Royo expone La cama del perro, una instalación que juega metafóricamente con los estados mentales y la depresión. La autora se inspira en un perro, mascota de una de sus amigas, y en la virtud que presenta de no sobre-pensar y superar con cierta naturalidad los estados depresivos. “La instalación muestra el estado mental de una persona que al limpiar su habitación tras un episodio depresivo atisba un rayo de esperanza en su mascota, la cual, sin sobre pensar , como hacemos los humanos, simplemente llega y se coloca encima de un montón de ropa”, explica la autora. Esa parte de la pieza que representa la cama sobre la que se acuesta el perro está formada por objetos, muchos de ellos realizados en ganchillo, además de peluches o complementos. Simbolizan la carga mental que ocupa espacio y lastra la salud y el bienestar, excepto para alguien como el perro quien en absoluto se siente incómodo sobre esos objetos.
La muestra se complementa con una serie de ellas de plástico fluorescente que penden del techo, sujetas con sedal fino, y una serie de fotografías del animal que protagoniza la pieza.
Julia Castillo presenta una pieza escultórica titulada Reverso-anverso inspirada en el concepto de la eterna metamorfosis. Cada elección, decisión, acción y acaso pensamiento nos reconfigura en relación a quien éramos antes de tomarla, diferenciándonos a cada instante en una evolución que no responde a nuestra voluntad, y que construye y forja la persona.
Desde el punto de vista del creador artístico, Castillo plantea la posibilidad de que cada pieza realizada por el artista supone un desprendimiento de su propia naturaleza, “fraccionándonos en mil pedazos que conforman quienes éramos y permiten dar pasos en la dirección que queremos tomar”, afirma. Castillo redunda en interrogantes que tienen que ver con la separación entre el arte y el artista, hasta qué punto uno forman parte del otro y hasta qué punto es posible aprehender el uno separado del otro.
Su discurso se materializa en un volumen que esboza la figura humana tendida, construida en cartón y alambre, cuya cabeza se funde y deja una especie de reguero de tinta que mancha el suelo. Esa mancha que simboliza la parte de sí mismo que se manifiesta a través de la creación pasa a formar parte de su naturaleza.
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Por último, la estudiante Carla Obiol presentó en la inauguración La habitación de Quien. Quien, cuyo nombre despersonalizante no está elegido por azar, representa alguien adicto a la dopamina fácil y -en este caso- a los videojuegos, que se abandona en su propia habitación, con la reconstrucción de una clásica escena de una mesa con un ordenador encendido platos de comida sucios y restos de una actividad parásita. “Se entra en un círculo vicioso al producir una depresión que se retroalimenta, siendo este de difícil salida. Así, nuestro anónimo Quien acaba absorbido por
la pantalla, lugar donde habita y realmente se siente vivo”, explica la autora. Esto viene representado por un pequeño videojuego reproducido en la pantalla del ordenador, en la que se observa un cuerpo encerrado en una sala, programado con Unity. Se trata de representar de forma metafórica las consecuencias de la pereza y el sedentarismo con “un final trágico”, cuando la dopamina termina por hacer que el adicto prefiera la vida aparente que la vida real.
La colectiva Estar por estar permanecerá en el Espacio ArTeSala del 11 al 17 de febrero. Se trata de la segunda exposición de las tres que forman parte este año el ciclo, realizado en el contexto de la asignatura de Bellas Artes Metodología de Proyecto: Espacio y comisariada por la profesora Silvia Martí Marí.
La última muestra del curso académico 2024-25 se inaugurará el martes 18 de febrero (12 horas) y permanecerá en ArTeSala hasta el 26 de febrero. Se titulará Reflejos, y estará formada por obras de Marta Calvo, Katherina García, Adrián Sánchez, Blanca Vallespí y Ekaterina Alejandre.
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