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DIARIO DE TERUEL obsequia el lunes la Cartilla Turolense sobre los lepidópteros de la provincia DIARIO DE TERUEL obsequia el lunes la Cartilla Turolense sobre los lepidópteros de la provincia
Portada del ejemplar de la Cartilla Turolense que obsequiará este lunes DIARIO?DE?TERUEL?a sus lectores

DIARIO DE TERUEL obsequia el lunes la Cartilla Turolense sobre los lepidópteros de la provincia

El atractivo y multicolor universo de las mariposas se cuela en los hogares
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Verlas revolotear a nuestro alrededor en el campo con sus mágicos colores es una invitación a  recorrer los fabulosos rincones que pueblan la provincia de Teruel para disfrutar tanto de sus paisajes como de los seres vivos que los pueblan, por muy diminutos que sean como sucede con estos insectos. Alrededor de 1.200 especies de lepidópteros, entre mariposas y falenas, se conocen en la provincia de Teruel, sin contar las polillas, que elevarían la cifra a las 2.000. De ellas habla la Cartilla Turolense “Las mariposas en la provincia de Teruel” que este lunes obsequiará DIARIO DE TERUEL a sus lectores.
La publicación es obra de los entomólogos Víctor M. Redondo Veintemillas y Daniel Grustán Isabela y fue publicada en su primera edición en el año 2002 por el Instituto de Estudios Turolenses (IET) dentro de la colección Cartillas Turolenses con el número 21 de la serie.
En la publicación se ofrece a los lectores una pequeña, pero completísima, selección de las mariposas que pueblan la provincia de Teruel, donde gracias a su riqueza paisajística y a pesar de la paulatina destrucción de los hábitats naturales es posible seguir contemplando todavía a estas exquisitas criaturas en los paseos por el campo revoloteando siempre a nuestro alrededor.
Los lepidópteros, como se conoce también a las mariposas, han despertado siempre la curiosidad de la gente, no solo de los aficionados, y la provincia de Teruel, por su diversidad de ambientes, es uno de los territorios europeos más ricos para poder observar a estos insectos voladores.
La publicación, en la línea de los trabajos editados en la colección de las Cartillas Turolenses, ofrece una introducción divulgativa sobre el ámbito de estudio, en este caso los lepidópteros, y a continuación entra a profundizar en lo que son las mariposas que podemos encontrar en la provincia de Teruel. Profusamente ilustrada, más de la mitad del contenido se centra en detallar y comentar algunos de los lepidópteros más frecuentes descritos en tierras turolenses.
El mundo de los lepidópteros por su variedad ofrece cada cierto tiempo nuevos hallazgos, de ahí que los autores indiquen que el listado está abierto a nuevos descubrimientos ya que cada año se descubren nuevas especies.
La publicación profundiza en las especies más características, describiéndolas y ubicándolas en los diversos ecosistemas con que cuenta la provincia, ya sean los paisajes de lugares como el llamado Desierto de Calanda en el Bajo Aragón, a las zonas más altas, donde por esa condición las citas de estos insectos son menores.
Al repasar el libro, cuando los autores hablan de las mariposas que se dan en el Bajo Aragón en sitios como el Desierto de Calanda, uno no puede dejar de pensar cómo estos lepidópteros marcaron desde su infancia a uno de los grandes creadores que ha dado la provincia, el cineasta calandino Luis Buñuel, que debió de encontrarse con muchos de estos ejemplares de los géneros del estilo ‘Pardoxia’ porque los trasladó también a sus películas debido a su inmenso interés por la entomología. De hecho, su cine responde a la mirada de un entomólogo en el que los insectos somos las personas en sociedad, con alegorías explícitas como la escena de la película ‘Él’ rodada en el campanario de la Catedral de México cuando el protagonista observa a los diminutos seres humanos que circulan por el Zócalo como si de insignificantes hormigas se tratara.
De todos los territorios turolenses, los responsables de la publicación señalan que si bien toda la provincia es particularmente rica en mariposas, en particular lo es la Comarca de Albarracín, “que tan acertadamente llamó el entomólogo Barón de Worms la meca de numerosos colectores de mariposas”.
Señalan los autores que en buena medida ese conocimiento e interés hacia las mariposas turolenses se debió a los trabajos del naturalista de Albarracín Bernardo Zapater y Marconell, un sacerdote del siglo XIX que falleció en 1907. con una notable formación científica y que fue pionero de los estudios de estos insectos en la provincia.
En colaboración con el entomólogo bávaro Maximilian Korb, Zapater publicó en 1883 y 1892 un catálogo de gran trascendencia, ya que según señalan los encargados de esta Cartilla Turolense, “un notable número de especies, subespecies y formas fueron y son descritas por especialistas nacionales y foráneos, denominadas según la localidad o zona donde se descubrieron”.

Con nombres turolenses
Así, encontramos especies en cuyos nombres aparecen gentilicios de distintas localidades de la provincia, o que se refieren a la Comunidad Autónoma, como es el caso de ‘Elachista teruelensis’, ‘Denisia aragonella’, ‘Crocallis albarracina’, ‘Rheumaptera gudarica’ o ‘Hadena orihuela’, entre otras muchas.
En este sentido los autores reconocen que si bien la provincia de Teruel en el ámbito científico es muy conocida por su riqueza paleontológica y botánica, “no es menos cierto que el número, calidad y variedad de nuestras mariposas y falenas supera con creces la posible idea que pudiéramos tener al respecto”.
Diferencian a ese respecto la división más común que existe entre los lepidópteros, las conocidas como mariposas, que son las de vuelo diurno, con las antenas terminadas en su extremo en forma de maza; y las falenas, que generalmente son de hábitos nocturnos y con antenas no mazudas, sino filiformes (en forma de hilo), bipectinadas (con púas en forma de peine) o aserradas.

La fragilidad de unos insectos de alas con escamas

Cuando vemos una mariposa la primera sensación que tenemos es de fragilidad, y pobre aquel que intente atraparlas con las “zarpas” de sus manos porque seguro que si no tiene experiencia acabará destrazando al animalito.

Una de las características típicas de los lepidópteros, tal como se encargan de explicar los autores de la Cartilla Turolense, es que las escamas recubren sus cuerpos, y en particular las alas. De ahí viene precisamente el significado del nombre lepidóptero, que quiere decir eso, alas con escamas.
Algo igualmente fascinante de estos insectos son sus colores. La coloración de las escamas de las mariposas  tiene dos orígenes, uno físico y otro pigmentario de aspecto mate. Explican los autores en el libro que “el físico es puramente óptico y es debido a fenómenos de interferencia o de refracción”. En la fauna local es el caso de los machos azules de ciertos ejemplares de la familia de los licénidos. Mientras que el pigmentario “se manifiesta en las escamas al final de la ninfosis y está formado por componentes químicos, melaninas y flavones, entre otros”. 
La publicación se encarga de presentar al lector cómo son estos animales que por su tamaño diminuto es imposible de observar a simple vista. Su cabeza, por ejemplo, posee dos ojos compuestos por millones de omatidios (células alargadas que funcionan como cristalinos), mientras que las antenas varían en función de la especie.
Los apéndices que poseen llamados palpos son sensoriales y olfativos, y la espiritrompa que todos hemos estudiado en el colegio es sin duda uno de sus órganos más espectaculares, puesto que es musculoso y está arrollado en espiral para poder proyectarse por acción refleja debido a la influencia de un estímulo químico, actuando sobre los órganos sensoriales de las patas. Con esa espiritrompase alimentan chupando el néctar de las flores, aunque las orugas son masticadoras.