DIARIO DE TERUEL regala este lunes la Cartilla Turolense dedicada al clima de la provincia
Muchas montañas y muy separadas, la clave fundamental del clima turolenseDIARIO DE TERUEL regala este lunes la Cartilla Turolense sobre Dinópolis
DIARIO DE TERUEL obsequia el lunes la Cartilla Turolense sobre los lepidópteros de la provincia
DIARIO DE TERUEL regala este lunes la Cartilla Turolense dedicada a la cerámica
Salvador Victoria, la gran referencia turolense de la pintura del siglo XX
Dentro de la serie de documentos y Cartillas Turolenses editadas por el Instituto de Estudios Turolenses que está obsequiando gratuitamente DIARIO DE TERUEL cada lunes, este 15 de marzo será el turno del número 20 de las cartillas, titulada El clima de la provincia de Teruel. La obra, realizada por José Luis Peña Monné, José María Cuadrat Prats y Miguel Sánchez Fabre, de la Universidad de Zaragoza, repasa las principales características climáticas de la provincia separadas por zonas de influencia, ahondando en los factores que determinan las diferencias principales.
El territorio provincial de Teruel se encuentra enclavada en su mayor parte en la Cordillera Ibérica. Más allá de las bajas temperaturas que, en términos generales, definen el clima turolense, la provincia cuenta con unas condiciones climáticas muy particulares, determinadas en buena parte por el hecho de que la mayor parte de la provincia está formado por montañas y mesetas situadas por encima de los 1.500 metros de altitud. Estas alturas contrastan con las depresiones internas de Teruel y del Jiloca, así como la comarca del Bajo Aragón, situada en la depresión del Ebro. A ello se debe la aridez de algunas zonas y la rigurosidad de las temperaturas extremas invernales de otras, que hacen que el tópico se corresponda frecuentemente con los datos estadísticos extraídos.
La Cartilla Turolense sobre el clima aporta datos e información con carácter divulgativo general sobre el clima, y particulariza el caso de la provincia de Teruel. Desgrana además las situaciones atmosféricas más representativas del territorio, profundiza y establece las diferencias y las razones de la división climática provincial, y analiza en particular el clima urbano de Teruel, dentro del cual también cabe hacer diferencias por zonas.
Por último la obra concluye con un glosario general sobre climatología, una bibliografía para profundizar en algunos de los contenidos expuestos y un apéndice estadístico con datos máximos, mínimos y medios de temperatura, precipitaciones y velocidad del viento.
Peculiaridades geográficas
Entre las particularidades que determinan el clima de la provincia de Teruel, los autores destacan sobre todo las grandes diferencias de altitud, predominando en cualquier caso los territorios por encima de los 1.000 metros, y la cercanía con el mar Mediterráneo. Esas diferencias de altitud, junto al hecho de que Teruel presente un relieve muy compartimentado en pequeñas unidades separadas, originan una importante variedad de matices climáticos.
Ese relieve es, según los autores, quizá el mayor factor condicionante del clima turolense. La Cordillera Ibérica se extiende del noroeste al sureste desde la Sierra de la Demanda hasta el Mediterráneo, donde se convierte en una amplia cadena paralela al litoral en la sierra de Beceite, Maestrazgo-Gúdar o Espadán. El tercio norte sin embargo se sitúa por debajo de los 1.000 metros, descendiendo de forma escalonada hasta el valle del Ebro, en el Bajo Aragón. En el interior de la cordillera se sitúan asimismo tres áreas deprimidas; la depresión del Jiloca, la de Alfambra-Teruel y la del río Mijares, cuyas altitudes van de los 700 a los 1.000 metros.
Las montañas ejercen un destacado efecto barrera frente a los vientos húmedos procedentes del Mediterráneo (Puertos de Beceite, Sierra de Gúdar, Maestrazgo y Sierra de Javalambre) y también del Atlántico (Sierra de Cucalón, Montalbán, Sierra Menera y serranías de Albarracín-Montes Universales). En dichas serranías hay focos de humedad, pero entre ellas determinan la existencia de áreas de enorme aridez y continentalidad, situadas en las depresiones y en las sierras cercanas de menor altitud.
Pese a que Teruel se encuentra cerca del mar, a 75 kilómetros en el caso del Mediterráneo, el efecto dulcificar de este o la humedad en forma de precipitaciones es casi inapreciable, originando un efecto de alejamiento, como si Teruel fuera una zona continental a pesar de su cercanía al mar. Eso tiene su máxima representación en los grandes contrastes térmicos, con inviernos muy fríos y veranos muy calurosos, en la gran variabilidad de temperaturas en el ciclo día-noche, y en la escasez general de precipitaciones.
Esta última, también característica de la provincia –menos de 600 mm de media anual excepto en zonas montañosas, con un máximo de media de 1.000 mm en puntos de la Sierra de Albarracín–, se explica por la difícil penetración de los frentes atmosféricos a través del entramado montañoso de la provincia.
Zonas climáticas
Atendiendo a las anteriores características comunes o globales, los autores establecen tres grandes zonas diferenciadas en lo climático dentro de la provincia; el Bajo Aragón, el de las depresiones ibéricas y el de las serranías.
La zona del Bajo Aragón comprende el terreno noroccidental recorrido por los ríos Martín, Guadalope y Matarraña, con lluvias escasas e irregulares, temperaturas elevadas, fuerte insolación y vientos, y balance hídrico negativo durante buena parte del año. Es la zona más árida de Teruel, efecto acentuado por los efectos desecantes del cierzo.
Entre las depresiones ibéricas hay que destacar el Jiloca, Teruel y Mijares, con una marcada tendencia continental. Pese a la altitud media elevada las precipitaciones siguen siendo escasas, las temperaturas elevadas en verano y frías en invierno. Pese a que el balance hídrico no es tan negativo como en el Bajo Aragón, esas depresiones intramontañosas presentan en ocasiones grados de aridez similares.
El clima en las serranías es quizá el más diferenciado por efecto de los macizos turolenses, que incrementan las precipitaciones y suavizan el régimen térmico. Pero al carecer de unidad orográfica penetran caracteres propios de las tierras bajas del interior, respondiendo al tipo de montaña media mediterránea interior, con lluvias irregulares y poco abundantes y temperaturas con fuertes oscilaciones anuales y diarias.
Los autores de la obra, cuya primera edición salió en 2002, llaman la atención por la escasez de estudios del clima provincial por diferentes causas, “entre las que destaca la ausencia de una infraestructura de observatorios adecuada a la variabilidad territorial, de manera que existe información relativamente abundante en cuanto a precipitaciones, en menor medida de temperaturas, y es muy escasa o inexistente en lo que respecta a los restantes elementos el clima”.