Ana Escar cierra en Monreal del Campo un círculo en torno a Blanca Catalán de Ocón
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Memorias del Valle es el título de la exposición, a caballo entre lo artístico y lo documental, que Ana Escar Puisac (Tabernas de Isuela, Huesca, 1977) ha desarrollado a lo largo de los dos últimos años sobre la figura de Blanca Catalán de Ocón (1860-1904), turolense considerada la primera botánica mujer española.
Catalán nació en Calatayud aunque desde su infancia vivió en Monreal del Campo, y en el Museo del Azafrán de la localidad del Jiloca es donde se clausurará, el próximo 24 de enero, la muestra que nació por encargo del Centro de Arte y Naturaleza (CDAN) de Huesca. Esta clausura cerrará además el proyecto en el que Ana Escar ha profundizado en el trabajo científico de Blanca, pero también en su vertiente humana y en las conexiones artísticas que han inspirado a la oscense. El proyecto se cierra con esta exposición, pero ha dejado numerosas semillas a la espera de germinar.
José Maria de Jaime, biógrafo de Blanca Catalán y uno de los mejores conocedores de su obra, ofreció ayer dos conferencias sobre la científica en el Museo del Azafrán, y este sábado la propia Ana Escar ofrecerá una visita guiada por la exposición. Será a las 11.30 horas, una hora antes de que Elisa Garrido, investigadora y doctora en Historia y Teoría del Arte, presente su libro Blanca Catalán de Ocón. La primera botánica española, creado para la colección Naturalistas del Mundo Hispánico.
Proyecto itinerante
El proyecto expositivo de Ana Escar nació como un encargo del CDAN de Huesca y, tras pasar en febrero de 2023 por la Sala Territorio de ese espacio con el título Pulsión botánica. De Blanca Catalán a Ana Escar, ha itinerado por diferentes espacios, como el Museo Terra de L’Espluga de Francolí (Tarragona), el Museo Provincial de Teruel -a finales de 2023 como parte de la exposición colectiva Maravilla sobre naturaleza- y ahora en Monreal del Campo, donde su título completo es Memorias del Valle. De Blanca Catalán a Ana Escar.
Cada exposición ha sido nueva “porque a lo largo del tiempo he seguido investigando e incorporando nuevas piezas, documentos y referencias sobre Blanca Catalán”, explica la artista oscense, cuya novedad más visible en Monreal con respecto a la que se vio en Teruel es el espacio dedicada a los viajes que ha realizado al Valle del Cabriel, donde la familia de Blanca poseía una masía, La Campana. Allí Blanca pasó largas temporadas con su familia, y fue donde la joven desarrolló todas sus capacidades científicas. Esas piezas se unen a las que ya formaban la exposición original, que combina fotografías y material documental sobre la carrera botánica de Blanca Catalán, parte de él inédito, junto con piezas artísticas inspiradas en ella que reúnen texto, collage, instalación o pintura.
Dentro de ese nuevo material también puede verse el audiovisual Del Valle las flores, una pieza de videoarte realizada por Miguel Ángel Puisac y la propia Ana Escar que refleja las visitas que realizaron a esa masada familiar de los Catalán de Ocón, la masía La Campana en plena serranía de Albarracín, y las vivencias que tuvieron allí. “Pudimos dormir enfrente de la casa donde pasó los veranos Blanca, levantarnos por la mañana y sentir la inmensidad del valle, la misma sensación que experimentó ella hace más de un siglo”, explica Escar.
Pasión por la naturaleza
Cuando Escar comenzó a trabajar en el encargo no conocía la figura de Catalán, aunque compartía con ella la pasión por la naturaleza. Tras el viaje artístico de dos años, la oscense asegura que ha desarrollado un nexo indisoluble entre las dos.
Blanca Catalán nació en Calatayud, pero siendo una niña su familia se trasladó a Monreal del Campo, donde vivió su infancia y su juventud. Pasó sin embargo largas temporadas en la masada de su familia, que era propietaria del Valle del Cabriel, localidad denominada también Valcabriel o Val Cabriel perteneciente al municipio de Albarracín. Se llama La Campana, al parecer porque tenía una campana que se utilizaba para llamar a los trabajadores, o para avisar cuando se acercaba alguna tormenta. Ana Escar conoció la propiedad y conversó a menudo con José Blas, un pastor de la zona.
“La finca tenía una casa señorial de tres plantas, cuya estructura se conserva aunque tiene el tejado roto”, explica Escar. “Es increíble que en aquella época se construyera un edificio así en ese lugar de tan difícil acceso, y debía de tener todas las comodidades para la época”. Según las fotografías, además de la casa, tierras de labor, pastos y los edificios cercanos donde vivían los trabajadores, en la finca existió un gran jardín que la familia se afanaba por cuidar.
Uno de los nietos de Blanca, Jacobo Ruiz del Castillo, que desde su residencia en Madrid ha colaborado en todo el proceso de investigación con Ana Escar, le decía a la artista que cuán grande debía de ser el amor de esa familia por la naturaleza para querer pasar tanto tiempo en esa propiedad, que a finales del siglo XIX estaba absolutamente aislada del mundo. “Ahora la zona tampoco es que haya cambiado tanto”, apunta la oscense. “Solo vive una familia en el Valle del Cabriel, al que no llega la carretera ni tiene agua o luz. Sigue siendo una zona bastante inhóspita, aunque maravillosa”.
Ana Escar explica que quien contagió a Blanca -y a su hermana Clotilde, que también destacó en el campo de la entomología- el amor por la naturaleza fue Loreto de Gayola, su madre. “Durante su adolescencia estuvo en colegios internados en Suiza, donde aprendió a herborizar -recoger y catalogar especies vegetales- y le inculcaron el interés por las plantas y por la ciencia”, explica Escar. “Y cuando Loreto se casó con su marido le pidió que pasaran el mayor tiempo posible en el Valle del Cabriel”. Allí Blanca Catalán elaboró su catálogo de plantas, algunas de las cuales eran especies desconocidas. Fue reconocida por otros eminentes botánicos como Francisco Loscos Bernal o Bernardo Zapater, quien la puso en contacto con el alemán Heinrich Moritz Willkomm. El teutón la tuvo en cuenta como una de las principales recolectoras de planas en su obra Prodromus Florae Hispanicae e incluso le dedicó una especie bautizándola con su nombre, la Saxifraga blanca.
Con la clausura el 24 de enero de Memorias del Valle. De Blanca Catalán a Ana Escar en el Museo del Azafrán de Monreal, la artista oscense cierra definitivamente el proyecto artístico dedicado a Blanca, que sin embargo no supone un punto y final. “Blanca Catalán me ha traído nuevas inquietudes sobre el paisaje, el territorio o la ganadería que no sé a dónde me llevarán ni si tendrán manifestaciones a nivel expositivo, pero que me ha dejado un poso y una serie de ideas que ahí están”, afirma Escar. “A nivel personal para nada siento que esto se acabe”.
Mientras tanto, la oscense se centrará en un proyecto artístico titulado Amar como todos en el que comenzó a trabajar en 2021 y que se quedó en stand by a partir de la irrupción de la botánica turolense en su vida. Está constituido por piezas realizadas a partir de la actuación directa de medio centenar de personas sobre un cuaderno en el que, a través de hojas de papel de calco, sobreimpresionan sus intervenciones -dibujos, textos o poemas- relacionadas con el amor. Ese trabajo se expondrá previsiblemente a partir del mes de marzo en Huesca.
El acto tendrá lugar a las 12.30 horas
En su investigación sobre Blanca Catalán de Ocón, Ana Escar ha estado en permanente contacto con el octogenario madrileño Jacobo Ruiz del Castillo, uno de los cuatro nietos de la botánica. “Me ha facilitado muchísima documentación y testimonios sobre ella”, explica la oscense, “y al mismo tiempo me dijo que, por desgracia, en internet hay mucha información sobre ella que es errónea o induce a equívoco”. En ese sentido el nieto le contó a Escar que el libro que publicó el turolense José María de Jaime Lorén en 2006, La mujer en la Ciencia a lo largo de la historia: Blanca y Clotilde Catalán de Ocón, consideradas las primeras mujeres españolas que ejercieron activamente la Botánica y Entomología, es la monografía más veraz, “ya que José María lo estuvo en contacto con la familia para recopilar toda esa información”.
Hace unos meses apareció una nueva biografía de Blanca Catalán escrita por la investigadora Elisa Garrido, valenciana afincada en Madrid, que se presentará este sábado en el Museo del Azafrán de Monreal del Campo (12.30 horas). La obra recupera y amplía toda la información existente sobre la botánica, desde el punto de vista biográfico y científico, “pero también desde el punto de vista de cómo estaba la figura de las mujeres dentro de la ciencia, a finales del XIX”. Ana Escar define esa obra como “un regalo”.
La autora, Elisa Garrido Moreno, es docente e investigadora especializada en las relaciones entre arte, ciencia y cultura, y doctora en Historia y Teoría del Arte, de la que imparte clase en la Universidad Autónoma de Madrid. Realizó su doctorado en el Departamento de Historia de la Ciencia del CSIC. Ha sido investigadora Fullbright en el Museo Smithsonian de Historia Natural (Washington DC) y académica visitante en la Universidad de Oxford con el proyecto de investigación Female Science and Visual Culture: Witches, Supporters and Heroines. Ha trabajado en proyectos culturales sobre mujeres en la historia de la ciencia, arte e ilustración para diversas instituciones.
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