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Alloza quiere poner en valor su singular oliva royal con una experiencia oleoturística en el campo Alloza quiere poner en valor su singular oliva royal con una experiencia oleoturística en el campo
Belén Soler sirviendo alubias mientras Marta Blesa les añade el aceite Royauma

Alloza quiere poner en valor su singular oliva royal con una experiencia oleoturística en el campo

La actividad incluye la visita a una finca olivarera, una cata de aceite y la comida con alimentos ecológicos
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Cruz Aguilar

Para probar el aceite elaborado con la variedad de oliva royal hay que ir por obligación a Alloza. Es el único lugar de Aragón donde se cultiva y supone el 80% de la superficie olivarera en la localidad. Dos familias del pueblo quieren ahora ponerla en valor y han preparado una cuidada experiencia oleoturística, denominada De la oliva al paladar, donde la salida al olivar, que incluirá recogida de aceituna durante la campaña, se acompaña por una cata de aceite y una comida campestre con productos ecológicos.

La propuesta está ahora terminando de madurar, como las olivas, pero ya se ofrece tanto a familias como a grupos de amigos o a personas que viajan en solitario. Se podrá realizar completa de lunes a jueves, mientras que los fines de semana la salida a conocer el proceso de recolección y la cata de aceite se completarán con una comida que, en vez de en el campo, será en el restaurante La Ojinegra de Alloza, puesto que sus propietarios, Belén Soler y Xavi Poncela son, junto al matrimonio de agricultores formado por Javi Gracia y Marta Blesa, los encargados de impulsar la experiencia oleoturística

Belén Soler indica que el objetivo de esta actividad es poner en valor la royal y lograr que sirva de atractivo para atraer turismo hasta la población. “Tienen que venir hasta aquí a probar el aceite”, dicen.
 

Durante la cata, los participantes degustan tres aceites diferentes, todos ellos de oliva, pero con matices muy distintos


Esta variedad royal se recolecta en otros lugares de España, pero su aceite es poco común, puesto que apenas el 5% de la producción mundial de aceite procede de este tipo de oliva.

La actividad parte de la balsa de Carrabalá, un abrevadero natural de ovejas con una amplia zona de aparcamiento y, desde allí, los participantes recorren un centenar de metros entre olivos de la variedad royal, muy distintos al resto de los que se pueden ver en el Bajo Aragón por su desnudez, al tener ramas mucho menos frondosas que los empeltre que pueblan este territorio turolense.

Un linzuelo o malla bajo el olivo muestra cómo era la recogida tradicional, que en el caso de la royal de Alloza, las ramas eran vaciadas de fruto con unos utensilios de madera y hierro a modo de peine para que cayeran sobre la malla y de ahí se recogían. “Aquí le llamamos ordeñar la braga”, explican los vecinos de Alloza, para añadir que la variedad típica de la localidad es “muy dura” y cuesta desprenderla. Después, el producto se pasaba por un aventador que permitía separar hojas y frutos y que también está visible en el campo durante la experiencia oleoturística.

Tras las explicaciones sobre las formas de recolección se pasa a la cata de aceite en la que los usuarios prueban tres, cada uno con unas particularidades diferentes. Durante la misma se les dan nociones para que ayuden a conocer otras propuestas oleicas que se encuentren sobre su mesa.

Uno de los momentos más esperados de la jornada es la comida donde los participantes tienen oportunidad de comprobar, como apunta la responsable del restaurante La Ojinegra, “a qué sabe el medio rural turolense”.

El primer plato se compone de legumbres acompañadas de ensaladas en el centro con los productos que hay en el campo en ese momento, porque en la experiencia todos los alimentos son de temporada, desde los tomates de colgar de Alacón a otros de Muniesa que se sirven aderezados con el mismo aceite afrutado que los participantes acaban de catar. El plato fuerte es el ternasco de raza Ojinegra del Maestrazgo y prácticamente todo lo que sale a la mesa es ecológico, salvo el pan, que son cañadas hechas con aceite de oliva royal en el horno de leña de Alloza.
 

Xavi Poncela, de La Ojinegra, es el encargado de asar a la leña el ternasco


Los paquetes turísticos ya están disponibles para grupos de a partir de diez personas y se pueden realizar durante todo el año, salvo en verano debido a las altas temperaturas. La idea es que los participantes colaboren en las tareas agrícolas que haya en ese momento, como la poda o la recogida de la oliva, aunque este año se han estrenado sin demostración puesto que ha sido una de las peores campañas que se recuerdan en muchos pueblos del Bajo Aragón histórico.

La ruta temática dedicada al aceite se suma a otras que también gestiona La Ojinegra y que proponen al visitante un recorrido por la minería, la arcilla o la experiencia gastronómica en torno al queso.

Un nuevo aceite

Royauma es una nueva marca de aceite ecológico elaborado a partir de la variedad Royal de Alloza que esta campaña, por primera vez, se pone a la venta. La campaña ha sido pésima, tanto que la cooperativa local no ha abierto por primera vez en su historia, por lo que Javier Gracia y Marta Blesa, que son los impulsores de esta nueva línea de aceite, sólo han podido destinar 400 kilos de royal ecológica -toda ella recogida de forma manual- a fabricar 70 litros de aceite. Se comercializan en botellas de medio litro y el aceite está hecho con la aceituna recolectada temprano, lo que le da un toque al aceite mucho más afrutado, “con mucho más sabor a oliva” dice Marta Blesa.

El objetivo de esta nueva propuesta oleica es dar un mayor valor a una oliva que, hasta ahora, se prensaba mezclada con otras variedades en la cooperativa. Para poder molturar en esta campaña las aceitunas, la familia Gracia Blesa se ha desplazado hasta una almazara de Calaceite, con prensado en frío, a sólo 24ºC, lo que lo hace apto también para personas con hábitos de alimentación crudiveganos.

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