Entender la ecología de la trufa y conocer bien la finca son las herramientas que garantizan la rentabilidad
En el coloquio en el marco de la feria monográfica de Torre de las Arcas se habló de aromas, distribución y ventas o sistemas de riegoEn cuestión de cultivo de trufa no hay un manual genérico para seguir al pie de la letra y lo más recomendable es que cada truficultor “entienda su plantación” y tenga en cuenta no sólo la ecología de la trufa, sino las cuestiones específicas de su finca. Precisamente esa figura del truficultor que adapta el manejo del cultivo a las necesidades de su propia parcela es el factor común que hay detrás de las explotaciones más productivas, según afloró durante la charla técnica que tuvo lugar en el marco de la V edición de la Feria de la Trufa de Secano de Torre de las Arcas, que concentró este sábado en la localidad a varios centenares de personas.
El técnico de Cultivos Forestales y Micológicos Toni Vilanova fue el encargado de moderar el debate, en el que participó como ponente el truficultor de Calamocha Pascual Bernal. Vilanova reconoció que actualmente hay mucha información y formación por diferentes canales -aunque aclaró que habría que discernir la que es más acertada de otra que lo es menos-, pero la clave está en “tomar decisiones entendiendo la plantación y la ecología de la trufa” porque “cada finca tiene su personalidad” y comprenderla es la clave del éxito. Aseguró que los consejos generales pueden ayudar, pero al final “hay que tener en cuenta las especificidades propias de nuestra plantación”, recalcó y animó a cada truficultor a hacer su propia guía, su propio manual de campo para conocer qué es lo que mejor le funciona.
Durante el coloquio Pascual Bernal explicó cómo puso en marcha su explotación trufera en Burbáguena, donde maneja dos plantaciones, una de 16 hectáreas y árboles siete años que acaban de entrar en producción, y una segunda de cuatro hectáreas que sembró hace dos años. Explicó que la montó “como un Plan B” a la actividad ganadera de la que vive”. Su finca es caliza y muy pedregosa, óptima para el desarrollo de la trufa, según los análisis de suelo que llevó a cabo antes de poner ningún árbol, pero que le ha exigido moler la piedra, “una inversión que costó más que la propia parcela”, detalló, y aún así todavía resulta compleja en el manejo debido a su pedregosidad.
Bernal fue de la mano del fundador de Cultivos Forestales, Mariano Casas, en todos los pasos de la plantación, en la que alternó árboles de carrascas y robles, todo un acierto puesto que los Quercus faginea resistieron mejor el paso de la borrasca Filomena que las carrascas. Precisamente de la congelación de Quercus ilex habló también un truficultor de Monreal, que aseguró que tuvo que cortar un gran número de carrascas porque no resistieron los -30ºC de ese episodio gélido.
Aromas y tamaños
El debate fue muy activo por parte del público, que formuló muchas preguntas y hubo varias personas que contaron sus propias experiencias. Haciendo gala a la Feria de la Trufa de Secano, algunas de las cuestiones se centraron en las particularidades que tienen las trufas que sólo se riegan a través de las precipitaciones. Una de las preguntas fue si los sustratos son iguales para secano que en regadío y los expertos recomendaron apostar por aquellos que retienen mayor humedad y con ello ayudan a que fructifique la trufa.
Hubo quién cuestionó si había diferencias aromáticas entre las trufas de secano y las de regadío y Pascual Bernal indicó que el aroma es más intenso en las de secano, mientras que Vilanova recordó que un estudio del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) demostraba que no había diferencias aromáticas entre las piezas obtenidas en pozo de las que estaban fuera.
Otro de los retos que afronta Bernal es llegar al consumidor final y crear una red de contactos que permita distribuir la trufa de forma más sencilla. El truficultor calamochino lamentó que con los intermediarios se queda en el camino la mitad del dinero, como ocurre en otros productos alimentarios, con la complicación añadida de que, además, apenas hay mayoristas que muevan trufa, según destacaron desde el público. Por otro lado, subrayaron las dificultades que entraña un mercado con cambios constantes, en apenas unas horas, de los precios y en el que la falta de producciones estables complica mantener a los clientes: “Es complejo trabajar en estas condiciones”, dijo Vilanova.
En el debate salió a relucir la falta de productividad de las truferas más viejas, ya que es uno de los inconvenientes al que se enfrentan los truferos veteranos. El técnico de Cultivos Forestales indicó que hay ya empresas experimentando con abonos y podas drásticas de rejuvenecimiento, aunque detalló que a nivel de laboratorio lo que se ha detectado no es una falta de nutrientes en los árboles y el suelo sino de la aparición de otros hongos derivados de la madurez del ecosistema y que pueden ser competidores o desplazar a Tuber melanosporum.
Los asistentes plantearon si era necesario utilizar trufas de mayor tamaño a la hora de hacer los aportes y el consejo que dieron otros de los asistentes es emplear piezas “bien maduras por la carga esporal puesto que las condiciones ambientales influyen más en el tamaño que la genética de la trufa”. Vilanova destacó que no hay estudios que vinculen el tamaño de la trufa que se usa para las esporas con la que luego se recolecta. “Genéticamente hemos mezclado la trufa de todo el país, incluso la de Francia, que evolutivamente lleva siglos adaptada a ese terreno, y ahora hemos mezclado todo”, dijo, para añadir que quizá si se hubiera mantenido la trufa por zonas la producción sería mayor, pero ahora no hay vuelta atrás. La conclusión a la que llegaron algunos de los asistentes es la conveniencia de usar trufas de la misma plantación para realizar los aportes en los pozos y no traerla de otras parcelas, ni siquiera de mismo término municipal.
Así mismo, se habló de la Indicación Geográfica Protegida Trufa Negra de Teruel, una marca que algunos de los productores desconocían que hubiera echado a andar pero que otros valoraron positivamente por la publicidad y garantías que pueda dar al producto.
Entre los problemas que afectan al sector, salió a relucir el tema de los aromas, mucho más asequibles e incluso atractivos para determinadas personas, y también que la valoración que se hace de la trufa es por la forma y no por el aroma, que realmente debería ser lo que se tuviera en cuenta.
En este sentido, el truficultor local y organizador de la Feria, Juan Chopo, detalló que la trufa de secano “tiene mucha más intensidad aromática” y, sin embargo, la mayor parte de las piezas no son tan redondeadas como las de regadío, lo que deprecia su valor.
La explotación de Pascual Bernal en Burbáguena es en ecológico, un “plus” del que “a largo plazo”, espera obtener un beneficio extra, aunque reconoce que hasta ahora no ha logrado esa revalorización. Alertó además que el uso de glifosato en algunas fincas puede afectar a todo el sector si determinados mercados internacionales lo detectan y, a partir de ahí, vetan el producto en su conjunto.
Goteo o aspersión
En lo que respecta a la situación meteorológica, Toni Vilanova indicó que los dos años anteriores han sido “complicados” para los truficultores, apenas productivos en muchas fincas. Precisó que la truficultura de secano lo es “más por necesidad que por capricho” puesto que, si la inversión se puede hacer y compensa, la mayor parte de los propietarios apuesta por irrigar sus carrascas y garantizar así la cosecha.
En la sesión salió a relucir el tipo de riego más adecuado para la trufa, si goteo o microaspersión, y Vilanova concretó que en los últimos años el goteo está ganando defensores por el tema del ahorro de agua y la concentración de la humedad en determinados puntos. En este sentido, Bernal expuso que aunque duda de qué tipo de sistema aplicar en su finca, que es de secano, en el futuro, reconoce que el goteo le permitiría colocar el agua directamente sobre los pozos de aportes, que son las zonas bajo los árboles donde se forman los hongos.
Una de las cuestiones que preocupa al truficultor del Jiloca es la recolección de la trufa, un aspecto limitante puesto que necesita varios perros adiestrados y personas que los manejen. En este sentido Toni Vilanova aclaró que “no sirve cualquier perro, pero tampoco cualquier persona, porque muchas veces la culpa es de las personas que no saben manejarlo”.
El truficultor desgranó diferentes cuestiones a las que ha tenido que enfrentarse en estos años y las preocupaciones que tiene de cara al futuro, además de especificar que, si empezara de cero, una de las cosas que cambiaría es que no pondría todos los árboles de las 16 hectáreas a la vez, sino de forma escalonada.
La sesión tuvo lugar en el antiguo horno comunal, cuyo local estaba totalmente repleto al acudir más de 70 personas.
Torre de las Arcas, de 24 vecinos censados a repartir 200 comidas un 11 de enero gracias a la feria
La plaza del Ayuntamiento de Torre de las Arcas estaba este sábado a rebosar. La localidad tiene 24 habitantes censados, pero este sábado había varios centenares interesados en acercarse a la trufa negra de Teruel, ese enigmático producto para muchos que, además, en esta zona de Cuencas Mineras tiene la particularidad de que se cultiva en secano. En total, se repartieron más de un millar de tapas trufadas casi 200 comidas de arroz al estilo aragonés y con mucha trufa por encima. Y es que en todos los platos que se sirvieron, entre la comida y las tapas, se rallaron tres kilos de Tuber melanosporum.
La alcaldesa, Teresa Gamarra, reconocía sentirse “feliz” y destacaba la hazaña que supone que en pleno invierno, un 11 de enero, haya tanta gente en el pueblo. La feria mueve a los vecinos que residen fuera, pero también a un gran número de personas que tienen la muestra monográfica como una cita obligada en su calendario para viajar a Torre de las Arcas. “La gente repite” relató la alcaldesa, quien aseguró que es un orgullo “dar a conocer” la localidad a través de la trufa.
“Cada año nos estamos superando y esta quinta edición está siendo de record tanto por la comida como por la asistencia a la charla, en la que el local del horno se ha quedado pequeño”, relató Juan Chopo, organizador del certamen.
Él es truficultor e indicó que en Torre de las Arcas toda la trufa es de secano puesto que se cultiva en pequeñas parcelas diseminadas de menos de dos hectáreas donde no es factible realizar sondeos o regar con cubas. Destacó que la trufa de secano “tiene un aroma mucho más potente” y en el sabor “no hay diferencia”. Explicó que es una trufa más irregular, puesto que la mayor parte de los recolectores de esta zona no realizan pozos, un manejo que se están planteando adoptar puesto que las piezas más redondeadas tiene más valor en el mercado.
Chopo concretó que la campaña actual está siendo floja, peor de lo esperado puesto que llovió, aunque de manera tardía, y la alta producción micológica hacía presagiar que también sería buen año de trufa.
Los impulsores del cultivo
La V Feria de la Trufa de Secano de Torre de las Arcas arrancó con la presentación de la Asociación de Truficultores de Secano de Torre de las Arcas y Amigos, que este sábado nombró a tres socios de honor a título póstumo.
Se trata de Mariano Casas, fundador de Cultivos Forestales y Micológicos y recientemente fallecido ,que fue “el que llevó la primera trufa a Torre de las Arcas”, según relató Teresa Gamarra, quien añadió que “se buscó la vida para poder vivir aquí en el pueblo”. Casas “abrió camino y mostró la trufa y sus posibilidades”, dijo la regidora municipal, mientras que Domingo Lázaro y Emilio Latorre -los otros dos socios honoríficos- “le siguieron y apostaron” por un cultivo en el que “los tres pelearon”. Sus familiares fueron los encargados de recoger este sábado la placa conmemorativa.
Teresa Gamarra indicó que entre los objetivos que persiguen con la Asociación de Truficultores esta la organización anual de la feria monográfica, que mantendrá la fecha del mes de enero en próximas ediciones, según adelantó.
Así mismo persigue coordinar actividades comerciales y “buscar asesoramiento para solverntar posibles problemas en el cultivo”, argumentó. Por último, entre los fines está dar a conocer la localidad y “al menos una vez al año sacar la cabeza con esta cita anual”, dijo, para añadir lo satisfechos que se sienten los torrinos de “ver la plaza del pueblo así de llena en enero”.
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