Daniel Tapia, Azucena González Coloma y María Fe Andrés, en el laboratorio de Madrid
El CSIC y el Cita trabajan en un aroma para repeler al Leiodes y alejarlo de la trufa madura
Un estudio se centra en elaborar una esencia a partir de plantas aromáticas naturales
El Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (Cita) trabajan codo con codo en la elaboración de un repelente para el Leiodes cinnamomeus, una plaga que está causando estragos en las plantaciones truferas y más en esta campaña, donde su presencia se ha intensificado a causa de las bajas temperaturas. El objetivo es que esta esencia, obtenida a partir de plantas aromáticas, enmascare el aroma de la trufa, que es lo que atrae al escarabajo y resulte poco atractiva para estos coleópteros.
El Leiodes cinnamomeus es la principal plaga que afecta a los cultivos de trufa. Se trata de un insecto que es natural del ecosistema, pero cuya población se ha amplificado sustancialmente por la abundancia de trufa y el incremento de las plantaciones. Desde el Centro de Investigación y Tecnología Alimentaria de Aragón (Cita) se está coordinando un proyecto, denominado ColeopTe, que atiende a diferentes aspectos en torno al escarabajo, con el objetivo todos ellos de frenar los daños que provoca en la trufa, que son millonarios.
Los escarabajos ponen sus huevos en el suelo y, cuando las larvas eclosionan, anidan en las trufas y se alimentan de ellas, creando trayectorias en el interior del hongo y causando daños que llegan a pudrir la trufa.
Uno de los proyectos más novedosos que se están desarrollando en torno al leiodes busca crear un aroma que repela a estos insectos. La encargada de su desarrollo es Azucena González Coloma, Jefa del Grupo de Bioplaguicidas del Instituto de Ciencias Agrarias del CSIC, que dirige un equipo formado por María Fe Andrés y Daniel Tapia, becario predoctoral que se va a ocupar de realizar las pruebas con planta.
Lo que pretenden es “confundir” al insecto con unos aceites aromáticos que los repelan y que no afecten al micelio ni, por supuesto, al aroma de la trufa. Trabajan con aceites esenciales de platas aromáticas y medicinales que se sabe que tienen efecto sobre los insectos, como han podido comprobar sobre los coleópteros que tienen en el laboratorio. Esos aromas crearán una barrera entre el escarabajo y la trufa, de forma que no la detecte o lo haga en menor medida.
De momento, el proyecto está en la fase de laboratorio pero el objetivo es que esos aceites se puedan incorporar en el campo.
Los investigadores no sólo hacen las pruebas con los aceites sino que es Juliana Navarro, investigadora del departamento de Ciencia Vegetal del Cita, la que ha elaborado las esencias a partir de las plantas que cultivan en sus parcelas experimentales.
González Coloma atesora una experiencia de muchos años trabajando con bioplagicidas de origen botánico y natural, pero indica que este caso es “muy particular porque plantea un problema concreto”, ya que el insecto que daña el alimento es específico. La investigadora está contenta con los avances y asegura que es un reto interesante por la repercusión social y económica que tiene el proyecto.
Para continuar las investigaciones se ha solicitado un proyecto Life que permitirá ampliar la escala del proyecto y salir a campo, un paso fundamental para conocer la efectividad real del producto.
No obstante, Azucena González Coloma advierte de que para controlar el leiodes hace falta aplicar diversas estrategias con el fin, no de erradicarlo, puesto que es natural del ecosistema, Sino dejarlo a umbrales en los que no provoque daños.
El control integrado de plagas a partir de varias estrategias es lo que plantean los investigadores y a esto se sumará también el uso de nematodos entomopatógenos, cuyas pruebas en semi campo ya se iniciaron en la pasada campaña y continuarán esta. La acucian sequía impidió que se pudieran obtener datos concluyentes en el estudio, que por eso se va a repetir este año ampliando las parcelas.
Tanto esta investigación del CSIC y el Cita como la que está llevando a cabo la Universidad Autónoma de Barcelona sobre nematodos entomopatógenos forman parte del proyecto ColeopTe, que tiene a Sergio Sánchez, del Cita, como investigador principal y cuenta con 127.000 euros de financiación del Fondo de Inversiones para Teruel (Fite). Ahora se ha solicitado un proyecto Life con el objetivo de disponer de fondos para poder lanzar a gran escala la investigación y comprobar su eficacia real en las parcelas.
El Leiodes cinnamomeus es la principal plaga que afecta a los cultivos de trufa. Se trata de un insecto que es natural del ecosistema, pero cuya población se ha amplificado sustancialmente por la abundancia de trufa y el incremento de las plantaciones. Desde el Centro de Investigación y Tecnología Alimentaria de Aragón (Cita) se está coordinando un proyecto, denominado ColeopTe, que atiende a diferentes aspectos en torno al escarabajo, con el objetivo todos ellos de frenar los daños que provoca en la trufa, que son millonarios.
Los escarabajos ponen sus huevos en el suelo y, cuando las larvas eclosionan, anidan en las trufas y se alimentan de ellas, creando trayectorias en el interior del hongo y causando daños que llegan a pudrir la trufa.
Uno de los proyectos más novedosos que se están desarrollando en torno al leiodes busca crear un aroma que repela a estos insectos. La encargada de su desarrollo es Azucena González Coloma, Jefa del Grupo de Bioplaguicidas del Instituto de Ciencias Agrarias del CSIC, que dirige un equipo formado por María Fe Andrés y Daniel Tapia, becario predoctoral que se va a ocupar de realizar las pruebas con planta.
Lo que pretenden es “confundir” al insecto con unos aceites aromáticos que los repelan y que no afecten al micelio ni, por supuesto, al aroma de la trufa. Trabajan con aceites esenciales de platas aromáticas y medicinales que se sabe que tienen efecto sobre los insectos, como han podido comprobar sobre los coleópteros que tienen en el laboratorio. Esos aromas crearán una barrera entre el escarabajo y la trufa, de forma que no la detecte o lo haga en menor medida.
De momento, el proyecto está en la fase de laboratorio pero el objetivo es que esos aceites se puedan incorporar en el campo.
Los investigadores no sólo hacen las pruebas con los aceites sino que es Juliana Navarro, investigadora del departamento de Ciencia Vegetal del Cita, la que ha elaborado las esencias a partir de las plantas que cultivan en sus parcelas experimentales.
González Coloma atesora una experiencia de muchos años trabajando con bioplagicidas de origen botánico y natural, pero indica que este caso es “muy particular porque plantea un problema concreto”, ya que el insecto que daña el alimento es específico. La investigadora está contenta con los avances y asegura que es un reto interesante por la repercusión social y económica que tiene el proyecto.
Para continuar las investigaciones se ha solicitado un proyecto Life que permitirá ampliar la escala del proyecto y salir a campo, un paso fundamental para conocer la efectividad real del producto.
No obstante, Azucena González Coloma advierte de que para controlar el leiodes hace falta aplicar diversas estrategias con el fin, no de erradicarlo, puesto que es natural del ecosistema, Sino dejarlo a umbrales en los que no provoque daños.
Control integrado
El control integrado de plagas a partir de varias estrategias es lo que plantean los investigadores y a esto se sumará también el uso de nematodos entomopatógenos, cuyas pruebas en semi campo ya se iniciaron en la pasada campaña y continuarán esta. La acucian sequía impidió que se pudieran obtener datos concluyentes en el estudio, que por eso se va a repetir este año ampliando las parcelas.
Tanto esta investigación del CSIC y el Cita como la que está llevando a cabo la Universidad Autónoma de Barcelona sobre nematodos entomopatógenos forman parte del proyecto ColeopTe, que tiene a Sergio Sánchez, del Cita, como investigador principal y cuenta con 127.000 euros de financiación del Fondo de Inversiones para Teruel (Fite). Ahora se ha solicitado un proyecto Life con el objetivo de disponer de fondos para poder lanzar a gran escala la investigación y comprobar su eficacia real en las parcelas.
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