“¡Chicos, aquí hay una huella!”

“¡Chicos, aquí hay una huella!”, gritaba emocionado Lorenzo, de 10 años, al toparse con la pisada de una gigantesca huella de dinosaurio en Cedrillas. Amin, con un año menos de edad, no tardaba en encontrar la que a su juicio era la huella más grande del sitio. “Es tan grande como mis brazos abiertos”, vociferaba mientras los extendía para intentar abarcar la icnita. A la vez, otros compañeros de clase se afanaban en coger brochas, picos y destornilladores para poner manos a la obra y colaborar con los paleontólogos de la Fundación Dinópolis en la limpieza del yacimiento de huellas de dinosaurio Antena en Cedrillas.

Se trataba de una nueva actividad organizada por la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, que en abril del año pasado ya hizo una similar en el mismo sitio durante varios días con escolares del Colerio Rural Agrupado Palmira Plá de Cedrillas. Este viernes volvió a hacerlo exclusivamente con 26 alumnos de segundo y tercer ciclo de Primaria, con edades entre los 8 y los 12 años.

El objetivo era acercar a los escolares el patrimonio natural que poseen en su municipio y que pudieran experimentar en qué consiste el trabajo de un paleontólogo, así como aprender qué es la ciencia y motivarles para generar vocaciones científicas.

A la vista de la emoción que mostraban, el reto parecía más que cumplido. Lorenzo contaba que sentía “felicidad” y Valentina, de 10 años, se sorprendía de lo “muy grandes” que eran los dinosaurios que pasaron por su pueblo hace millones de años.

“Entonces todo eso era mar y esto de aquí tierra”, decía Safae, diferenciando ambas zonas en función de dónde aparecían las huellas. “Por eso hay conchas”, comentaba otra compañera de clase sin levantar la mirada de la icnita que estaba limpiando.

“Me encantaría ser paleontóloga porque es muy interesante”, afirmaba muy resuelta Safae con sus 8 años, para añadir seguidamente: “Quiero seguir limpiando más con la brocha y descubrir más cosas”.

Ana González, paleontóloga de la Fundación Dinópolis, se mostraba maravillada de ver la energía con que habían acudido todos al yacimiento. La mayoría de ellos habían participado hacía ya dos cursos en la misma actividad y no dejaban de preguntar a los paleontólogos sobre todo.

González, que es la responsable del laboratorio paleontológico de la Fundación Dinópolis, explicó que se trataba de una actividad “científico educativa” con la idea de “despertar conciencia paleontológica entre los niños del medio rural para que conozcan el patrimonio paleontológico que les rodea”.

Sobre el yacimiento de icnitas Antena de Cedrillas comentó que tampoco tenía una gran relevancia científica, pero sí poseía en cambio un “interés” especial porque permitía trabajar en él con los chavales y utilizarlo como aula formativa. Además, recalcó el valor que posee para la divulgación y la difusión de la paleontología en el territorio.

Los paleontólogos de la Fundación han adecuado el yacimiento para hacerlo visitable. Además de su acondicionamiento y de haberlo señalizado para que se pueda acceder a él, han instalado un panel interpretativo. A través de un código QR en el mismo, se puede acceder a un enlace en el que están los dibujos sobre la interpretación del paisaje que había en Cedrillas con los dinosaurios que hace dos cursos hicieron los escolares tras participar en una actividad similar. Los que hagan ahora también se colocarán en este soporte.

Comentó que en Cedrillas se han encontrado hallazgos puntuales con icnitas aisladas, y que el de Antena es el único donde hay una acumulación de pisadas. El afloramiento muestra las pisadas dejadas por un grupo de dinosaurios y se han contabilizado en torno a 40 huellas. Son redondeadas, algunas de un metro de diámetro, aunque no hay definidos rastros. “Es como una especie de dinoturbación, muchísimas huellas ahí concentradas”, aclaró, pertenecientes a saurópodos (dinosaurios gigantes cuadrúpedos de cuello y cola largos con cabezas proporcionalmente pequeñas).

Precisó que el lugar tiene asociado una “bioturbación muy interesante” producida por peces o artrópodos, cuyas huellas también se observan. El yacimiento data de entre 145 y 150 millones de años (Jurásico Superior), y el paleoambiente se corresponde con una zona de costa próxima al mar, como un gran delta con lagunas efímeras por las que transitaban los dinosaurios.

Mantenimiento

Teresa Martínez, maestra del CRA de Cedrillas, señaló que el interés de la actividad residía en que los escolares tomaban contacto directo con el patrimonio del pueblo y con los paleontólogos de Dinópolis que trabajan en las excavaciones. El trabajo consistió en limpiar el yacimiento y sacar nuevas huellas.

Martínez manifestó que hace dos años no imaginaron que el afloramiento pudiera ser visitable como lo es ahora y que tuviese proyección. Reconoció que esta actividad era importante para crear vocaciones científicas porque es “práctica” y despierta la curiosidad de los escolares.

Delia, de 9 años, dijo que quería llevar a sus padres a verlo, y Valentina, de 10 años, incidió en la importancia de “tener limpias las huellas”. Rida, de 12, aseguró que era “divertida” la actividad y que estaba encontrando muchas cosas, mientras que Verónica, de 10 años, confesó que le encantan los dinosaurios porque “son animales muy grandes”.

Todos preferían el campo a la clase en el aula. “Aquí me gusta estar más”, decía María Pilar, de 11 años, mientras que Inés, de la misma edad, comentó que era divertido porque “descubres cosas nuevas” que “sorprenden”. Esa es la base de la investigación científica, descubrir cosas nuevas, interpretarlas y forjar el conocimiento para transmitirlo. Los alumnos del CRA de Cedrillas lo tienen más que claro porque no se lo han contado sino que lo han vivido, lo han sentido y se han emocionado con la experiencia.Ç