Allepuz celebra la tercera edición de su Festival Contra la Despoblación: la solución para mantener vivos los pueblos está en la mano de sus propios habitantes
Menos público que otros años pero las mismas ganas de luchar por el medio rural“Se quedó a vivir en la masía, cerca del cielo y de Dios y lejos de casi todo lo demás”. La frase es del libro Lo rural ha muerto, viva lo rural, de Víctor Guíu y con ella dio comienzo el director de DIARIO DE TERUEL, Chema López Juderías, a la mesa redonda que abrió el III Festival contra la Despoblación en Allepuz. Durante el coloquio, esa idea de permanencia en el territorio por deseo propio, con sus ventajas e inconvenientes, planeó constantemente en la sala y la principal conclusión tras el debate es que la solución para la despoblación está en los propios pueblos y en sus habitantes.
“Odio que me digan ‘no sabéis lo bien que estáis aquí’. Pues claro que lo sabemos, el que no lo sabes eres tu, que vives en otra parte. La gente que estamos en los pueblos es porque queremos y, si no tenemos trabajo, nos lo inventamos”. Con esa contundencia habló la propietaria de La Bodega de Castellote y La Trastienda en Cuevas de Cañart, Pilar Sangüesa, de los habitantes de los municipios, que se buscan la vida –“y sin ayudas, porque siempre que sale una convocatoria no cumplo los requisitos”, apuntó– para poder vivir allí.
Víctor Guíu aseguró que “soluciones para mantener lo que tenemos hay, las tenemos nosotros, hay muchas formas de aplicarlas y no solo con el voto, que también”. Eso sí, apremió a dejar de planificar para comenzar a actuar cuanto antes porque “no nos queda tiempo”, advirtió.
El alcalde de Allepuz, Ignacio Martínez, indicó durante el breve discurso inaugural que el último año y medio, en el que la pandemia ha condicionado todo, incluso la celebración del propio festival, “nos ha hecho reflexionar sobre dónde y cómo queremos vivir” y ha servido para fijar la mirada en el tipo de vida de los pueblos.
Los participantes destacaron la importancia que tienen los que viven 365 días en el medio rural. Sangüesa habló de “guardianes del territorio” y aseguró que “sin la gente que está todo el año no habría pueblo”. Guíu también hizo referencia a “los de mantenimiento” y él mismo se definió como “borrascas, que es el que mantiene el bar para que siga abierto cuando los fines de semana vienen los de fuera. Somos necesarios”, sentenció.
La tendera de Cuevas de Cañart y Castellote mamó el oficio desde la infancia y, aun hoy, sigue el consejo que hace décadas le dio su madre: “Una tienda es un servicio completo, no solo hay que vender, sino servir a la gente en toda una serie de cosas”, relató.
Sangüesa, para prepararse la intervención de en Allepuz, le preguntó a sus clientes las cosas buenas y malas que tiene una tienda de pueblo y todos los comentarios que recibió fueron positivos, lo que le lleva a preguntarse porqué pierde clientela. “Cada vez en el pueblo hay menos gente, pero además las compras se han convertido en ocio y prima la inmediatez que te da Amazon”, enumeró como respuesta.
Aludió a los precios de las tiendas de pueblo, que son más caros, “solo faltaría”, espetó, para aclarar que lo que ella vende son todo productos de proximidad e indicó que desplazarse para comprar a una gran superficie sale más caro no solo por el viaje, sino por todo lo innecesario que se acaba echando al carro. Planteó la importancia que tiene analizar dónde y qué comprar en cada sitio y aconsejó hacer una lista con lo que se puede consumir en el pueblo: “Es un acto de pensamiento y de dignidad, es mi vecino, porque los pueblos se componen de una cantidad de vecinos que se ayudan mutuamente”, dijo.
La comerciante de Castellote comentó que durante el confinamiento acudió a las tiendas de los pueblos gente que no había ido nunca, lo que demostró que son viables si los propios vecinos la usan. Lamentó que en cuanto se abrieron las puertas muchos clientes se olvidaron del servicio recibido. También fue muy crítica con los propietarios de segundas residencias, que se declaran amantes del pueblo “pero acuden con el maletero lleno”.
Uno de los asuntos sobre los que habló Sangüesa es sobre la queja de bar, que en su opinión no lleva a ninguna parte y que hay que realizar en el lugar donde corresponde. En su intervención hizo un repaso por las carencias que tienen los pueblos, como carreteras dignas o cobertura de telefonía móvil, “no tener cobertura no es bucólico como piensan los que vienen un rato, es una mierda porque cuando vives todo el año tienes que trabajar o te puedes poner malo”, criticó.
Víctor Guíu es profesor de Secundaria interino y, como él mismo explicó, suele tener plaza cerca de su pueblo, Híjar, porque “todos los profesores quieren vivir en Zaragoza”. Se definió como una rara avis porque se considera un híbrido, “es muy difícil encontrar esa visión de una persona rural del todo”, dijo, para añadir que su mujer vive en Zaragoza. “El universo de lo rural es muy diverso, hay muchos pueblos y poco tiene que ver Allepuz con Híjar”, dijo a modo de ejemplo.
El ponente recordó la manifestación en Madrid celebrada en contra de la masificación de las energías renovables en la España vaciada y señaló que “al final todos tenemos un precio, porque ya no tenemos un arraigo a la tierra, es normal. No valoramos los campos del abuelo y todo se reduce a la economía, lo urbano nos ha llevado a su terreno”, sentenció.
Guíu planteó que cada cierto tiempo el ciclo se repite, molinos, arcillas… “y sin embargo la gente ha seguido marchando, los proyectos no han servido”, recalcó. Advirtió de que no son lo mismo los servicios que las infraestructuras: “¿Para qué quiero una autovía si no tengo médico, para ponérmela en sal?”, cuestionó. Sacó a relucir uno de los problemas a los que se enfrenta la gente que vive en los pueblos, que es la necesidad de contar con carné de conducir y coche porque no hay transporte público, “y luego dicen que contaminamos”, criticó.
Parques temáticos
Lamentó que para muchos urbanitas las zonas rurales son parques temáticos: “Al final nos tendremos que disfrazar”, dijo con sorna, y puso como ejemplo el problema que supone para la gente que vive en el Maestrazgo el encontrarse la carretera llena de moteros “a 30 por hora admirando el paisaje”, describió.
La farmacéutica de Allepuz, Fortanete y Villarroya de los Pinares, Ángela Fuentes, llegó al mundo rural hace 18 años motivada por la posibilidad de tener su propia farmacia. Relató que una de las ventajas que tiene el medio rural es poder disponer de más tiempo para atender a la familia o formarse. Otro aspecto positivo es la relación personal, y comentó que las farmacias de las ciudades “son como una tienda, algo que no ocurre en las rurales, donde los vecinos acuden a pedir consejo”, dijo para añadir que eso hace que los sanitarios se sientan más valorados.
Entre los inconvenientes citó la dureza del invierno, aunque “como dice la gente mayor, ya no nieva como antes” y también que siempre son los últimos a la hora de los repartos porque se hacen por nivel de población.
Habló de las subvenciones que tienen las farmacias consideradas VEC, de Viabilidad económica Comprometida, y planteó que una ayuda importante para los autónomos del medio rural serían los beneficios fiscales. En este sentido detalló que hay gastos similares en el campo y la ciudad, como la mutualidad de su empleada o la protección de datos. Durante el debate en Allepuz se recordó que la fiscalidad especial para las empresas del medio rural ya se contempla en los Presupuestos Generales del Estado.
El moderador planteó, ya en el turno de preguntas, la cuestión de la despoblación como una moda y relató cómo Correos lanzó una plataforma para dar servicio a los emprendedores de los pueblos a la vez que subía un 30% el precio del reparto de los periódicos en los pueblos que no había oficina. “Mientras hacen una campaña de apoyo al mundo rural, con la otra mano van en contra del derecho a la información de la gente que vive en el mundo rural”, añadió López Juderías, para aclarar que el problema aún no se ha solucionado.
En este sentido, Guíu puso sobre la mesa la “visión urbana de las cosas” que tiene toda la sociedad y que a su juicio en la política “es muy patente”. Por otro lado, habló de lo enriquecedor que resulta convivir en un pueblo con personas con ideología totalmente diferente, algo que no ocurre en las ciudades, donde te puedes relacionar “únicamente con gente que opina como tu”, dijo.
En el turno de preguntas, Víctor Sanz, que fue alcalde de Valbona durante dos décadas, confió que el de este año sea el último festival contra la despoblación y que el próximo sea un “Festival con la población”. Propuso a los ponentes definir el propio término, “porque nos han contado tantas milongas que no sabemos realmente lo que es”, comentó con ironía.
López Juderías planteó la necesidad de que cada ley que se haga tenga en cuenta el mundo rural, “que todo lo que se legisle, si al menos no lo favorece, por lo menos que no lo perjudique”, una opinión que compartió Pilar Sangüesa y Víctor Sanz, quien agregó que no se ha escuchado nunca a la gente que vive en los pueblos. Precisamente el hecho de mostrar opiniones de residentes en el medio rural es cada año uno de los aspectos más valorados del Festival de Allepuz.
En torno a 60 personas asistieron a la mesa redonda, que se celebró en el salón social, donde estaban expuestas las obras de Los Ojos de lo rural, con 34 portadas del DIARIO DE TERUEL reinterpretadas por los alumnos de la Facultad de Bellas Artes de Teruel. La iniciativa fue impulsada desde la Red SSPA (Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa) y coordinada por el grupo de acción local Agujama y el objetivo es que la muestra itinere por diferentes localidades.
Por otro lado, por la mañana se inauguró el mural en homenaje a la escuela rural que en el edificio de las escuelas de Allepuz ha hecho la artista de Aliaga Elisa Gómez, conocida artísticamente como Nylon Silvestre. A través de una videollamada, la ilustradora reconoció hacer disfrutado mucho durante la confección porque desde el primer momento se sintió identificada con el proyecto: “Yo también me eduqué en una escuela rural”, matizó.
Además, hubo actuaciones destinadas al público infantil y Esfuria Tronadas puso la nota musical de la mañana. Tras la comida, a la que asistieron algo más de un centenar de comensales, actuaron los grupos Biella Nuei y Effe. La cifra de participantes estuvo lejos de las que se manejaron en la anterior edición del festival, que tuvo lugar en 2019, antes de la pandemia, pero sirvió para demostrar a los asistentes que la vieja normalidad está cada día más cerca.
- Teruel domingo, 20 de octubre de 2024
Comunicaciones, servicios y relevo generacional, escollos a los que se enfrenta el medio rural
- Cultura jueves, 19 de octubre de 2023
Bárbara López, cantante de Mafalda: “No tenemos un estilo definido porque, al fin y al cabo, somos nueve personas diferentes”
- Comarcas viernes, 15 de octubre de 2021
Allepuz retoma, tras un año de parón por la covid, el Festival contra la Despoblación
- Teruel domingo, 20 de octubre de 2024
El Festival de Allepuz deja encima de la mesa que el autoempleo y decidir estar en el pueblo como opción vital son esenciales para asentar habitantes