Valorar la heráldica del Bajo Aragón es una forma de preservar su patrimonio
Escuder: “Hay que conocer de dónde venimos para saber lo que somos”Los grafitis históricos del Bajo Aragón: un legado oculto de creencias y vida cotidiana del pasado
Alcañiz honra el trabajo de Luis Gil en la apertura del Curso de Humanidades
“La ciudadanía debería ser conocedora de la obra de Santiago Viriella, como un impulsor de la cultura del Bajo Aragón. Mi trabajo fue una contribución a su labor”, decía Joaquín Escuder, pintor y licenciado en Bellas Artes, tras su paso en el Curso Interdisciplinar de Humanidades de Alcañiz. Escuder ofreció una ponencia titulada La historia bajoaragonesa pintada en su heráldica nobiliaria. En ella, expuso un trabajo que, aunque realizado hace 30 años, sigue siendo un referente en la preservación del patrimonio heráldico de la comarca. “Es muy importante conocer nuestra historia y la heráldica forma parte de ella, aunque a veces se vea como una ciencia un tanto elitista. Hay que conocer de donde venimos para saber lo que somos”, explicó Escuder.
La base del trabajo de Escuder fue el manuscrito que Santiago Vidiella i Jassà redactó en 1927 y que no vio la luz hasta 1993, cuando el Ayuntamiento de Alcañiz lo publicó gracias a la labor del archivero José Ignacio Micolau. “Este manuscrito recoge la historia nobiliaria del Bajo Aragón con descripciones de 170 apellidos, de los cuales 48 incluyen blasones detallados”, explicó Escuder.
El manuscrito no solo es un inventario heráldico, sino también un compendio de historias y hazañas vinculadas a las familias nobles de la región. “Hay apellidos que ya han desaparecido, mientras que otros han perdurado hasta hoy. Es un testimonio de lo que fuimos, un puente entre el pasado y el presente”, afirmó.
Escuder enfatizó la necesidad de que este manuscrito de Vidiella tenga una nueva edición, más crítica y contextualizada. “Sería importante publicar una versión revisada con una introducción más profunda y mejores reproducciones de los escudos. Es parte del patrimonio de nuestra comarca y merece ser accesible para todos en algún lugar público”, argumentó.
El desafío de este trabajo
El trabajo de Escuder consistió en traducir las descripciones textuales de los escudos en ilustraciones fieles, respetando las normas de la heráldica española. “El escudo de la familia Abás está descrito como cinco matas de habas verdes en campo de oro, un brazo que las riega con un cantón azul y una orla roja con una leyenda en latín. Mi labor fue interpretar gráficamente cada detalle de estas descripciones”, detalló.
El proceso, completamente manual, fue un desafío técnico y artístico, durante más de un mes de labor. “Trabajé con tintas chinas de colores, para dar uniformidad a mi trabajo. Además, hice uso de tiralíneas, plumillas, entre otros materiales. Cada escudo debía ser perfecto. No podía corregir errores; si me equivocaba, empezaba de nuevo desde cero. Imagina el nivel de concentración y paciencia que esto requiere”, relató.
Uno de los mayores retos que se le presentó a Escuder en el momento de llevar a cabo estas representaciones fue el tiempo. “Hoy en día, el tiempo es un lujo que no siempre tenemos. Este trabajo lo realicé en una época en la que la tecnología no estaba tan avanzada como ahora. No había programas digitales para facilitar la tarea, así que todo fue a mano”, explicó.
Escuder destacó que la uniformidad de los colores fue otro desafío. “Preparé mezclas con agua destilada para mantener la consistencia en los tonos. Los azules, rojos y verdes debían ser exactos, porque en heráldica no se puede improvisar con los colores. Todo sigue unas reglas muy precisas”, señaló. El resultado fueron 48 escudos, cada uno caligrafiado y dibujado con un rigor casi miniaturista. “En mi caso, si echase el tiempo atrás, lo volvería a hacer a mano si tuviera las tecnologías presentes de hoy en día. Todo ello lo hago por amor a mi tierra ya que mi trabajo en el día a día, dista de todo esto”, explicó.
Un ejemplo de la relevancia simbólica de estos escudos es la polémica histórica sobre la cruz de Calatrava. “Hubo un momento en que se quiso incorporar esta cruz al escudo de Alcañiz, pero la ciudad se negó. Este tipo de detalles muestran la importancia que tienen los símbolos en la construcción de la identidad colectiva”. También hizo paralelismos con la actualidad, comparando los escudos heráldicos con los logotipos de empresas o clubes deportivos, como es el caso del Real Zaragoza, lo que demuestra que estos símbolos son aún esenciales.
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