Los grafitis históricos del Bajo Aragón: un legado oculto de creencias y vida cotidiana del pasado
José Antonio Benavente destaca la riqueza de las cárceles como archivo gráfico de antañoEl Bajo Aragón, con su notable patrimonio de castillos y estructuras defensivas, se erige como un gran lienzo histórico. De esta forma lo explicó durante su intervención en el Curso Interdisciplinar de Humanidades de Alcañiz, el arqueólogo José Antonio Benavente, quién ofreció una conferencia sobre los grafitis históricos del Bajo Aragón, un tema que, según él mismo subrayó, “es distinto a todo lo que se ha hablado hasta ahora”.
Con pasión y un profundo conocimiento del territorio, Benavente destacó la relevancia de estas manifestaciones gráficas, calificándolas como “expresiones libres, provocadoras e incluso gamberras”, capaces de transportarnos a las preocupaciones, creencias y emociones de quienes vivieron hace siglos. Según el arqueólogo, “en líneas generales, los grafiti constituyen unas magníficas e insustituibles manifestaciones del mundo de las ideas y del pensamiento representadas gráficamente y de forma sencilla por parte de nuestros antepasados.”
Las cárceles: un testimonio
Si los castillos son archivos de historia militar y religiosa, las antiguas cárceles del Bajo Aragón ofrecen un relato más íntimo y humano. Durante su charla, Benavente destacó la riqueza de los grafitis hallados en estas estructuras, particularmente en Mazaleón y La Fresneda, ambas incluidas en la “Ruta de las Cárceles del Mezquín-Matarraña”.
En Mazaleón, los calabozos de la antigua Casa Consistorial albergan un impresionante conjunto de grafitis que cubren un panel de más de 10 metros cuadrados. “Las paredes hablan de armas, manos y pájaros, pero también de figuras femeninas que parecen idealizadas”, explicó Benavente. Estas figuras, vestidas con minucioso detalle, revelan la nostalgia y el deseo de los presos por lo que no podían tener. En este calabozo también se encuentran inscripciones bélicas que muestran la constante presencia de la guerra en la vida de los reclusos.
Por su parte, en La Fresneda, las diferencias entre los calabozos son notables. Benavente describió uno de ellos como una “cárcel de lujo”, una amplia sala bien ventilada y con luz natural, donde los muros están adornados con grafitis religiosos, incluidas cruces y escenas que podrían representar un Vía Crucis. En otro calabozo, mucho más austero, se encuentran grabados que representan figuras demoníacas, reflejo del miedo al infierno y de la penitencia espiritual.
Urrea de Gaén, aunque aún no ha sido completamente restaurada, es otro ejemplo destacado. Según Benavente, su ayuntamiento ha mostrado interés en recuperar los grafitis de sus calabozos, que incluyen tanto inscripciones religiosas como escenas de la vida cotidiana. “En uno de ellos”, narró, “unos jóvenes encarcelados tras una fiesta en 1938, mientras transcurría la Guerra Civil, dejaron sus marcas en las paredes, una historia congelada en el tiempo”.
Un archivo en las piedras
Uno de los grandes ejemplos que explicó el arqueólogo fue el del castillo Calatravo de Alcañiz. Según Benavente, es un “excelente ejemplo”, de cómo los grafitis pueden documentar la historia desde perspectivas únicas. En sus muros se encuentran inscripciones que abarcan desde la Edad Media hasta la posguerra española. En la torre del Homenaje, por ejemplo, aparece un grafiti fechado en 1955 que hace referencia a las tensiones de la posguerra. “En la misma torre”, explicó Benavente, “hay un dibujo medieval de un genio diabólico, testimonio de las creencias y temores que dominaban la época”.
La torre gótica de la iglesia de Santa María en Alcañiz conserva un conjunto gráfico excepcional, que incluye cruces, circunferencias y otros símbolos geométricos perfectos. Algunos grafitis reflejan tormentos espirituales y confesiones de pecados, mientras que otros, más enigmáticos, podrían estar relacionados con rituales religiosos. Benavente subrayó la relevancia de estos grafitis como "testimonios directos de la mentalidad de quienes vivieron hace siglos". O también, la fachada del Ayuntamiento de Alcañiz, que recoge unas siglas en latín que hablan del Vía Crucis en la Semana Santa.
El castillo de Valderrobres, otro bastión del patrimonio bajoaragonés, conserva también grafitis en sus muros. Sin embargo, Benavente lamentó que algunas de estas inscripciones hayan desaparecido debido a restauraciones modernas. “La retirada sistemática de enlucidos en ciertas zonas ha supuesto la pérdida de valiosa información gráfica”, advirtió, refiriéndose a una práctica extendida que también ha afectado otros monumentos de la comarca, como el castillo de Calanda o algunas masadas de Alcañiz.
La amenaza de la modernidad
Uno de los puntos más críticos de la conferencia fue la amenaza que representan las restauraciones modernas para la conservación de estos grafitis históricos. “El repicado de piedra y la eliminación de enlucidos han destruido inscripciones de incalculable valor”, dijo Benavente, refiriéndose a casos específicos como el antiguo lavadero de Castelserás y el castillo de Valderrobres.
La destrucción de grafitis no solo implica la pérdida de dibujos, sino también de valiosas fuentes de información histórica, que caracterizaron durante décadas la historia bajoaragonesa. “Estos grafitis son las voces de personas anónimas que vivieron en otras épocas”, afirmó el arqueólogo.
Benavente concluyó su conferencia con un llamamiento a la valorización y protección de este patrimonio gráfico. “Aún queda mucho por descubrir”, afirmó, aludiendo a la gran cantidad de grafitis en el Bajo Aragón que no han sido catalogados hasta el momento.