Los Majalinontes: el nuevo atractivo para familias de la Senda del Escuriza
El pinar de Gargallo alberga seres mitológicos entre curiosas rocas areniscasLos niños ponen cara en Villarquemado a los personajes de sus cuentos preferidos
La Sierra de Arcos alarga el sendero de las pasarelas hasta la cola del Escuriza
Las pasarelas del Escuriza ya son accesibles por una nueva ruta desde Oliete
Extraños seres de cuento han aflorado estas navidades en el pinar de Gargallo a la sombra de los Majalinontes, unas rocas areniscas al estilo de la Ciudad Encantada de Cuenca que la Comarca Andorra-Sierra de Arcos ha querido poner en valor dentro de su Plan de Sostenibilidad Turística en Destino (PSTD).
La nueva propuesta turística, enfocada principalmente a un perfil familiar, consiste en una senda de 800 metros en la que se pueden apreciar siete seres misteriosos que harán las delicias de los más pequeños de la casa. Pese a que todavía faltan algunas piezas por colocar y un panel interpretativo, decenas de personas ya los han visitado durante las fiestas navideñas.
El bosque de los Majalinontes se compone de una serie de formaciones geológicas en la morada de los “legendarios gigantes que habitaron la Sierra de Majalinos” –de ahí sus nombres– y sus faldas en un tiempo muy lejano; “una antiquísima estirpe de seres mitológicos que los dioses engendraron con la misión de vigilar y proteger el reino de la tierra”, indica la comarca a modo de leyenda recién estrenada.
Un sueño de piedra
“En este bosque descansan, sumidos en un profundísimo sueño de piedra, los últimos descendientes de aquellos valientes gigantes que juraron defender con su vida la tierra de la destrucción que ocasionaban los hombres en la naturaleza. ¡No los despiertes!”, recomienda la entidad.
Pero los Majalinontes –rocas areniscas con formas muy llamativas que recuerdan figuras humanas, animales y vegetales entre un pinar recuperado de la sequía tras las últimas lluvias– no son los únicos habitantes de este bosque. “Junto a ellos conviven otras criaturas mágicas que han buscado refugio entre estas montañas. Si te adentras en silencio y con cautela por el sendero trazado en el bosque, quizás los puedas ver. No te asustes, son seres muy tímidos y huidizos que se suelen esconder cuando intuyen que alguien los observa. Si los ves, no los molestes y sobre todo recuerda esto: no se dejan tocar y tampoco les gusta que los miren fijamente a los ojos".
Ellos son Almeta, un alma en pena y errante; Martinico, un duende risueño y simpático; Cocón, que se come a quienes se portan mal; Sirpién, que hipnotiza con la mirada y roba leche materna; Escurigüeña, hada benevolente; Gargallol, guardián del bosque; y Musgoso, un alegre y simpático duendecillo que habita en el interior de los árboles.
Un enclave con recorridos
El enclave está en el pinar de Gargallo, un desconocido enclave natural que recuerda a los de rodeno de la Sierra de Albarracín y que ofrece multitud de recorridos alternativos. “Nuestro objetivo es que la gente vaya andando bien desde Ejulve (5,5 kilómetros), bien desde Gargallo (6 kilómetros) y pase allí la mañana o la tarde”, explica la técnica comarcal de Cultura y Turismo, María Ángeles Tomás. El recorrido, accesible a cualquier persona con un aceptable estado físico, discurre por el PR-TE 93, un sendero de largo recorrido que recorre el cauce del río Escuriza, cuya puesta en valor es uno de los pilares fundamentales del PSTD.
Salvo un pequeño tramo entre el bosque del Moncoscol de Estercuel y la cola del pantano del Escuriza, la larga senda está completamente señalizada y vertebra toda la comarca a través de cerca de 40 kilómetros de recorrido por Ejulve, Gargallo, Crivillén, Alloza, Estercuel –incluido el convento del Olivar– y Oliete. La comarca trabaja para llevar el sendero hasta Ariño, donde el río vierte sus aguas en el Martín.
Además, en el entorno del pinar de Gargallo hay lugares por descubrir, también a pie, como el túnel del Ferrocarril Fantasma, recientemente iluminado, que nunca tuvo lugar entre Alcañiz y Teruel y cuya infraestructura dejó túneles en la zona; el nacimiento del mismo río Escuriza en un enclave recóndito con riqueza de avifauna entre Gargallo y La Zoma; o el mirador y el aeródromo del Campillo, subiendo hacia Ejulve. Se trata, en su mayoría, de recorridos cortos que pueden completar la visita a los Majalinontes para hacer algo más de ejercicio físico. En la zona también está el pantano de Gargallo, con merendero y aparcamiento.
Destino familiar
Junto con el parque El Castelillo y las pasarelas del Escuriza en Alloza, y el ferrocarril minero en Andorra, la nueva Senda de los Majalinontes convierten a Andorra-Sierra de Arcos en un destino interesante para familias.
El Castelillo está ubicado en una colina cercana al emblemático Calvario de Alloza, una zona religiosa y natural reconocida por sus cipreses centenarios. El espacio multiaventura destaca por una fortaleza de cuatro torres con dos tirolinas y tres toboganes, uno de ellos de 16 metros. Además, el parque cuenta con juegos de suelo en madera, un rocódromo y varias zonas de descanso y picnic. El atractivo ha sido concebido para que su uso no requiera monitores.
En cuanto a las pasarelas de la presa del río Escuriza, una de las más antiguas de España –fue puesta en servicio en 1898–, permiten visitar el embalse sin peligro en un kilómetro de recorrido. Al pantano se accedía por unas antiguas pasarelas hechas en su día con las chapas de los barriles de dinamita que horadaron el entorno para su construcción y que servían a los técnicos para llegar desde la casa de pantanero. El proyecto ha incluido la renovación de los apoyos, unas modernas estructuras metálicas que cumplen con los requisitos de seguridad actuales y que han tenido que alzarse tres metros para cumplir con la normativa de inundabilidad de la Confederación Hidrográfica del Ebro.
Por otra parte, el Museo Minero de Andorra (MWINAS) cuenta con un tren minero impulsado por una reproducción de la locomotora Baldwin y una tolva que lleva a los pasajeros en su interior. El recorrido, de 1.250 metros de longitud y un ancho de vía de 75 centímetros dentro del recinto vallado del Pozo de San Juan, supone un atractivo importante para conocer el patrimonio y la memoria industrial de la zona.
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