El sufrimiento de tres siglos en la cárcel de Urrea aflorará con una restauración patrimonial
Trabucos, espadas, versos, calvarios y cucharas que hablan de violencia, culpa, arrepentimiento y hambre“De regreso de nuestro amado pueblo, donde fuimos por diversión, nos meten como malvados en esta triste prisión”. Esta inscripción, firmada por Manuel Sanz el 21 de febrero de 1938 en plena guerra civil, es una de las muchas que alberga la sala principal de la cárcel de Urrea, un edificio cuyo origen se remonta tres siglos atrás y que este verano se somete a una actuación de conservación para su puesta en valor como elemento antropológico de interés social y turístico.
El calabozo, que se encuentra en una costera visible desde la plaza de España de la localidad del Bajo Martín, tiene su origen en el siglo XVIII. Se dejó de usar a mediados del XX y en los últimos tiempos el contenido antropológico que contiene había sido relegado a almacén de bebidas durante las fiestas patronales.
En una incursión hace tres años, el guía de Albalate Turístico, Alfredo Martínez Tirao, detectó el potencial histórico de este enclave, del que no solo se conserva la entrada, las puertas y varias estancias sino también unos grafitis y hendiduras en la pared con diversos motivos, muchos realizados durante la última guerra de España pero también anteriores: espadas, cuchillos, trabucos, testimonios de presos, cruces, calvarios, cucharas o cuentas de días.
“Entramos porque se veían grafitis desde fuera y cuál fue nuestra sorpresa que las paredes están llenas. Históricamente es súper interesante. Lo hablamos con el ayuntamiento y, junto con la comarca nos decidimos por su conservación y restauración”, explicó Martínez Tirao.
Durante dos meses, con una partida de 17.000 euros aportada por la Comarca del Bajo Martín, las conservadoras-restauradoras de la empresa Metodologías para el patrimonio (Metopa), Pilar Martínez y Andrea Cantos, bajo la dirección de Cristina Marín, trabajarán en la digitalización de los grafitis e incisos, tratarán los revestimientos murales y las puertas de madera, las rejas y el techo de la cárcel.
Posteriormente, se señalizará el calabozo desde la entrada de Urrea y se incluirá en la ruta de las bodegas medievales del castillo de Albalate, que fue prisión al menos desde el año 1400. De hecho, conserva el escudo arzobispal de Tomás Crespo y Agüero de la primera mitad del siglo XVIII en las antiguas cárceles. Una aspiración a mayores sería “traer gente del Matarraña, donde han puesto en valor muchas cárceles, para hacer una ruta temática del Bajo Aragón histórico”, planteó el historiador.
Martínez Tirao ya ha hecho alguna visita guiada. Impactan especialmente las salas de niveles inferiores a la principal, mucho más “tétricas que ponen los pelos de punta porque están llenas de telarañas y se conservan los cerrojos originales”. Allí apenas caben un par de personas y no muy cómodas. Todo este ambiente da pie a “hablar un poco de la historia de Urrea, la guerra civil o la comarca apoyándote en los grafitis”, propuso el historiador y divulgador.
Martínez Tirao se encuentra inmerso en una modesta investigación histórica sobre la cárcel de Urrea, una tarea para la que se apoya en una psicóloga que le ayuda a interpretar todas estas inscripciones.
Y es que “hay de todo”, se sorprendió el historiador, que sugiere una cronología desde finales del siglo XVIII (con los incisos en las paredes de arcabuces, mosquetes o trabucos), para seguir durante el siglo XIX con un par de fechas (1837, 1888) y, con más claridad y abundancia, “los testimonios de la guerra civil” como el de Manuel Sanz.
Hambre, libertad y culpa
Entre los grabados hay animales como aves o peces “que pueden tener una doble lectura: querencia de libertad o hambre”. De hecho, “hay alguna cuchara”, destacó Martínez Tirao.
También llaman la atención representaciones de la propia cárcel, con celdas y rejas, y una especie de vía crucis con las estaciones del calvario “que sugieren culpa y redención mediante la religión”. También se ha detectado el dibujo de una custodia.
Con todo el material que se obtenga del mapeo y digitalización que está realizando Metopa se editará una publicación, indicó el historiador, que sitúa claramente en el siglo XVIII el origen en base a un documento del Ducado de Híjar que habla de la inauguración de una nueva cárcel “porque la antigua estaba que se caía”.
Durante la guerra civil, y como curiosidad, cayó una bomba justo a la entrada de esta última cárcel utilizada.
Con fotografía y luz rasante
Las conservadoras explicaron que, dado el riesgo de pérdida antropológica que se pueda dar durante las actuales labores de conservación debido al estado de las paredes, las labores preliminares de documentación y digitalización están teniendo mayor protagonismo de lo esperado. “Solo por el hecho de estar aquí ya se puede caer algo”, explicó Martínez, que añadió que habrá que hacer “un trabajo de consolidación porque hay abolsamientos en un muro y se está desprendiendo”. En tercer lugar, habrá una parte de terminaciones, basado en cerrar grietas, para un resultado más estético.
“Estamos digitalizando la pared palmo a palmo, con fotografía con iluminación rasante, para documentar todo lo que hay: cuanto más miras, más ves”, explicó Cantos. Esta técnica permite ver el estado de la pared mediante una fuente de luz que las restauradoras colocan perpendicularmente a la superficie en tres posiciones para detectar todos los relieves. “Hacemos tres fotos de cada trozo de pared y con ello conseguimos ese montaje superpuesto para que salga lo más nítido posible”, detalló.
Apoyo institucional
La consejera comarcal de Turismo, Angelines Calvo, explicó que la intervención en la cárcel, “la gran desconocida porque mucha gente de la zona no ha visto nunca esos grafitis e inscripciones”, se sufraga con una partida del FITE turístico de 2021. “El patrimonio es importante para la comarca y la idea es potenciar con una ruta todo lo que tenemos: el Castillo de Albalate, la Judería de Híjar, la villa romana de La Loma del Regadío en Urrea o el Cabezo de Alcalá de Azaila”.
La alcaldesa de Urrea, Silvia Blasco, explicó que la cárcel está cerrada “desde hace muchísimos años” y está sucia porque se habían metido animales y pasaban tuberías de la casa de arriba que hay que impermeabilizar.
La regidora agradeció a la comarca la partida económica, a la empresa el trabajo de digitalización y restauración, y a Martínez Tirao sus pinceladas históricas, que también ofrece en las visitas a La Loma del Regadío.
“Intentaremos recopilar toda la información que podamos y hacer visitable al público la cárcel dentro de unos meses”, emplazó Blasco
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