Hace unos días, Garbiñe Muguruza, otrora tenista número 1 del mundo y ganadora de dos Grand Slams y diez títulos de la WTA, ha anunciado que no competirá durante la primera mitad de este año 2023.
No está lesionada, físicamente al menos. En el mensaje de Instagram donde anunció que renunciaba a jugar los dos Grand Slams que alumbran su palmarés (Roland Garros y Wimbledon), explicaba que estaba pasando tiempo con su familia y amigos, en busca de recuperar la ilusión por competir.
Y es que Garbiñe atravesaba una crisis de juego y resultados, muy lejos del potencial deportivo que atesora, y que le ha llevado fuera del top-100 por primera vez en diez años.
Hace un tiempo leí en el Diario El País una carta al director en el que la autora reflexionaba sobre "los segundos violines de la sociedad", en base a la experiencia de su hija en la orquesta en la que tocaba el violín.
Ella era feliz siendo segundo violín, sin el protagonismo o la atención que conlleva ser el primer violín o el solista.
Y añadía una interesante reflexión sobre la exigencia de nuestra sociedad, híper competitiva, en la que solo se premia o alaba a la prima donna, al exitoso, al primero, al ganador, al ambicioso y voraz.
Durante los años que llevo dedicado al deporte profesional he conocido muchos deportistas. Cada uno tiene sus objetivos, sus metas y lo que les mueve a ir a entrenar cada día no es para nada lo mismo en dos personas diferentes: los hay que quieren ser los mejores, los hay que se mueven por criterios económicos, los hay que se mueven por reconocimiento social o familiar... hay tantas motivaciones como deportistas. Y eso no es mejor o peor, simplemente las condiciones con las que debes trabajar son diferentes.
No puedes tratar de entrar a una conversación de la misma forma con dos personas diferentes, porque lo que a uno le motiva y le ayuda a mejorar, a otro puede entrarle y salirle por la otra oreja, sin dejar dentro ni la más mínima huella del mensaje. Por eso es importante conocer a los deportistas y sus motivaciones.
En los días siguientes al anuncio de Garbiñe, he escuchado críticas y ataques a la propia jugadora en tertulias deportivas, y las he leído en prensa y en redes sociales, basadas en la supuesta falta de ambición o de competitividad de la tenista española.
Y digo yo, ¿quiénes somos nosotros para juzgar, desde nuestro sofá, y sin haber cogido una raqueta en la vida, las decisiones de Garbiñe? ¿Si no gana veintitantos Grand Slams, como Nadal, no tendrá el reconocimiento que merece una figura deportiva de su dimensión? Como dato, en 2021 fue la quinta deportista que más ingresos obtuvo en el mundo, según Forbes.
Por lo que parece, y obviamente no estoy dentro de su cabeza, Muguruza ha priorizado su bienestar mental y emocional por delante de los posibles éxitos deportivos o de reconducir su delicada situación deportiva.
O quizá lo primero sea absolutamente indispensable para conseguir lo segundo. O quizá no quiera ser más solista y prefiera ser segundo violín. Solo ella lo sabe. O simple y llanamente quiera volver a ser feliz.
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