Síguenos
Peces de colores Peces de colores

Peces de colores

banner click 236 banner 236
Raquel Fuertes

Me lo ha contado una amiga. Aunque yo me quedé ojiplática, ella me lo contó entre risas, conocedora de cómo está el percal y alentándome a escribirlo para la columna que, por cierto, cumple 15 años este mes. Mi amiga es una mujer inteligente, atractiva, risueña, ocurrente y, por cosas de la vida, sin compromiso en vigor. O sea, libre y disponible. Aunque un poco harta de las relaciones por experiencias previas poco gratificantes, se dejó llevar por la marea que guía a las modalidades de ligue actuales y se apuntó a una aplicación de citas.

La suscripción, ya les adelanto, duró bien poco. Después de algunas conversaciones en grado de tentativa con una de ellas llegó a consumar el delito en forma de encuentro. Ella, empujada por otra amiga y que desconfía de los entornos digitales para todo lo humano, se buscó una coartada para poder salir pitando si la situación lo requería treinta minutos después de la hora acordada. Hola, hola. Dos besos. ¿Tomamos algo? Un poleo con hielo (¿hay algo más desmotivador y menos sexy?) y conversación de ascensor en los primeros ¿cinco minutos? Porque, sinceramente, cuando ella empezó a contar lo transcurrido (ojo, meramente lingüístico) en esa media hora no me salían las cuentas. Nunca tan poco tiempo dio para tanto.

¿Recuerdan cuando “ver la colección de sellos” era nuestro “¿subes a tomar una copa?” y lo que se tercie? Pues la proposición ahora es más creativa: él le ánimo a subir a su casa que, casualmente, “es ahí, justo enfrente” para ver sus peces de colores. Mi amiga tiene una risa escandalosa y contagiosa así que me la imagino perfectamente desternillándose. Pero él, en vez de iniciar una retirada humilde y a tiempo, experto en entornos digitales con intención única, optó por entrar con todo: “¿No te gustaría practicar sexo tántrico?”. Así, sin preliminares. Con una perfecta desconocida. El escepticismo y las risas de mi amiga duraron hasta que llegó su coartada y huyó entre la guasa y el espanto. Ahora bien, el tipo es un campeón en gestión del tiempo. Seguro que aún le dio para otro match esa misma tarde…

El redactor recomienda