… y satisfyer. No es mío, es de un tuit de un desconocido. Tan real como triste. En la tele ponen anuncios de que no debemos imaginar el futuro como una distopía marrón y gris. Pero cuesta tanto imaginar algo que no vaya en esa dirección…
No tengo nada contra los gatos, los ansiolíticos ni los complementos de alcoba. Lo terrible es que estamos simplificando tanto las relaciones, quizás por el miedo al fracaso al dolor, al rechazo, que antes que soportar frustraciones y desengaños optamos por sustituir a la pareja o a los hijos por una mascota (la verdad es que suelen “dar mucho, pedir poco”). En vez de buscar el consuelo en el amigo tiramos de química ya por sistema en vez de para atajar crisis puntuales. ¿Y para qué seducir si con la maquinita lo tengo seguro y sin tener que pasar por el día después?
Y es que mantener relaciones en el mundo real está cargado de peligros. Diferencias de criterio, puntos de fricción, altibajos emocionales, desencanto, tensiones generacionales, concurrencia de problemas que no me dejan protagonizar mi momento drama… ¿Para qué cuando un gatito nos ofrece calor y compañía sin réplicas? ¿Para qué aguantarle la chapa a un colega si lo que necesito es salir del pozo ya y sin condiciones? ¿Para qué arreglarme para gustarle o intentar tener una conversación inteligente si tengo la satisfacción garantizada pulsando un botón? No hay lugar para el amor.
¿Creen que exagero? Paseen por Twitter estos días y verán el pánico entre risitas de los que esperan que lo que ha sustituido a la charla de barra o la conversación a la fresca pueda desaparecer después de la entrada del elefante Elon en esta cacharrería digital. Nos hemos metido en zonas de confort tan alejadas de la realidad que enfrentarnos al cara a cara, con sus riesgos, cada día se nos hace más complicado.
Y si aspiramos a un mundo virtual, sin contacto real, qué mejor que empezar por alejarnos de los que nos enriquecen, complementa, ayudan, nos hacen crecer y a quienes tanto podemos aportar… Ojalá me equivoque y el gatito siga acompañando a familias, el lexatin esté ahí para los apuros y los juguetes esperen a encontrarse también con parejas. Y que lo demás sea solo un mal sueño.