Un soplo de aire fresco que humaniza la rehabilitación social de quienes cumplen condenas en Teruel
Una decena de internos de la prisión recorre con la Pastoral Penitenciaria la senda fluvial del GuadalaviarUna decena de internos del centro penitenciario de Teruel recorrieron este jueves la senda fluvial del Guadalaviar dentro de una salida terapéutica programada con la Pastoral Penitenciaria. Supuso un soplo de aire fresco que contribuyó a humanizar la rehabilitación social de estas personas que cumplen condenas por diferentes delitos.
Los diez internos estuvieron acompañados por voluntarios de la Pastoral Penitenciaria y otras personas invitadas a hacer el recorrido, así como por funcionarias de la prisión, entre ellas la subdirectora de tratamiento y varias educadoras.
En total fueron veintiséis personas las que participaron en esta actividad sin que hubiese distinción entre unos y otros, que es uno de los objetivos de estas salidas terapéuticas cuyos beneficios son notables entre la población reclusa y que son poco conocidas por la sociedad. De hecho, ayer durante el recorrido se cruzaron con varios paseantes que hacían la ruta del cauce fluvial sin que la gente fuese consciente del tipo de actividad que se trataba, más allá de ver a un amplio grupo de personas que disfrutaba del paseo por este paraje natural.
“Haz así con la mano, verás qué bien huele”, decía uno de los internos a otro al tocar las ramas de un árbol, algo que no pueden hacer en el patio del centro penitenciario. Otro se fijaba en una rampa asfaltada que hay al otro lado del río, donde la gravera, y los ojos le brillaban al imaginar en voz alta cómo sería bajarla en bicicleta.
No menos interés mostraban al toparse con un escaramujo en el suelo, uno de los frutos que dan los arbustos, deglutido por una zorra, o ver los pequeños invertebrados que pueblan las orillas del río, tal como les enseñó la bióloga Iovanka de Leonardo, que fue una de las invitadas que acompañó al grupo y que les fue dando explicaciones.
Recorrido
Si el recorrido comenzó con un silencio tímido al no conocerse muchos de los internos con los acompañantes de fuera de la prisión que les acompañaba, las conversaciones no tardaron en surgir y al poco rato las bromas, las carcajadas y la complicidad entre todos, mientras se cubrían los algo más de 7 kilómetros que cuesta ir y volver desde el aparcamiento que hay frente a la Fuente de la Señorita al inicio del trayecto hasta la presa del Arquillo.
La actividad, que era algo más que una excursión por tratarse de una salida terapéutica, no finalizó allí, puesto que la marcha continuó después hasta el Centro Público Integrado de Formación Profesional de San Blas, donde almorzaron, para volver seguidamente a pie hasta la prisión por el camino del Carburo.
Esta salida terapéutica surgió a propuesta de la Pastoral Penitenciaria, que es un grupo de trabajo de la Iglesia dedicado a prestar apoyo a quienes cumplen condenas privativas de libertad. Se hizo dentro del programa que lleva a cabo Instituciones Penitenciarias y que consiste en salidas de los internos para que socialicen con otras personas y la experiencia contribuya a su rehabilitación. En este caso coincidió con las celebraciones de la Merced, que es la patrona tanto de los presos como de los funcionarios de Instituciones Penitenciarias.
Ambiente fabuloso
Tras ir y volver a la presa, con ganas ya de comerse el bocadillo del almuerzo que les aguardaba en el centro de formación profesional, las bromas y las risas era la nota dominante entre los asistentes en un ambiente que todos calificaban de “muy bueno”, y que sin duda era el objetivo que buscaban las psicólogas y educadoras del centro en esa tarea desconocida por la sociedad de humanizar la rehabilitación social de los internos.
Juan Antonio Julve, de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Teruel y Albarracín, explicó que con estas actividades intentan “echar una mano para la formación humana” de quienes cumplen condenas y están privados de libertad, así como ayudar al centro penitenciario en su labor de rehabilitarlas. “Esto es un pequeño granito para la resocialización y la recuperación de los internos”, indicó.
Además de participar en estas salidas, todos los sábados imparten la eucaristía en el centro penitenciario, tienen un grupo de catequesis, ofrecen talleres y una actividad de acompañamiento personal dentro del centro a quienes lo solicitan. Se trata en este caso de visitas programadas para los que no las reciben. También ayudan económicamente a aquellos que no tienen recursos.
El año pasado Julve ya acompañó a tres internos de Teruel a hacer cinco etapas del Camino de Santiago, junto con presos de otras cárceles españolas en una actividad que impulsó Instituciones Penitenciarias con la Pastoral Diocesana. En julio pasado otro interno del centro turolense participó en una peregrinación a Lourdes acompañando a un enfermo como voluntario.
“Vivimos esto como una presencia de la Iglesia en este mundo penitenciario para trasladar un mensaje de esperanza y de recuperación de estas personas”, dijo Julve. La reacción de los internos es de “muchísima gratitud”, comentó, puesto que es darles “un rayito de luz y de normalidad, y eso les da vida y esperanza”.
El director del centro penitenciario de Teruel, Armando de Carlos, manifestó que la Ley General Penitenciaria contempla que las prisiones deben cumplir una misión tanto de retención y custodia, como de reinserción social. “Con las salidas programadas lo que se trata es de ir adaptando a la vida en libertad a esta gente”, señaló, fomentando para ello el uso del tiempo libre de manera sana y positiva.
Beneficios
Comentó que son actividades que benefician a los internos y que si al principio se hacían solo con los equipos de tratamiento, ahora muchos funcionarios de interior también participan en estas salidas. “Todo el mundo le hemos visto la utilidad y la verdad es que para los internos es recibir un chorro de aire fresco”, apuntó, porque “es un día distinto para ellos al sentirse personas en vez de internos del centro penitenciario”.
María, psicóloga de la prisión que participó en la salida, corroboró los efectos positivos que tienen estas experiencias para todos, y valoró que en el centro de Teruel se desarrollen más terapias de este tipo por su pequeño tamaño.
La subdirectora de tratamiento del centro penitenciario, Ana Guinda, que acompañó a los internos durante el recorrido, comentó que este tipo de terapias son una “vía de escape” para ellos al estar concebidas más como una terapia a nivel personal que psicológica. “Ellos son felices de poder salir y de que se confíe en ellos”, dijo, puesto que a título personal les da “esperanza”.
Luis Caballer, uno de los voluntarios que colaboró en la actividad, comentó que este tipo de salidas eran un éxito de los profesionales del centro y de Pastoral Penitenciaria, así como de los internos en “pro de su rehabilitación”. Iovanka de Leonardo, que también colaboró en la actividad, valoró una iniciativa así, que tildó de “maravillosa” al poder “compartir, conocernos más y quitar esas barreras que a veces existen”.
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