Palacio de Justicia de Teruel
Solicitan dos años para un hombre acusado de agresión sexual a una menor de 15 años
La víctima dice que le besó sin consentirlo ella y le tocó el muslo y las nalgas
La acusación particular solicitó este martes una pena de dos años de prisión para un hombre acusado de un delito de agresión sexual contra una menor de 15 años de edad cuando ocurrieron los hechos, al haberla besado en dos ocasiones sin su consentimiento, tanto en las mejillas como en los labios en la segunda ocasión, además de tocarle el muslo la primera vez y la segunda las nalgas.
El caso quedó visto para sentencia en la Audiencia Provincial de Teruel, donde la Fiscalía consideró en sus conclusiones finales que las declaraciones de las partes no eran prueba suficiente para enervar la presunción de inocencia del acusado, mientras que la defensa pidió la libre absolución porque a su juicio la versión de la menor había variado y ofrecía “serias dudas”.
La abogada de la acusación particular argumentó que tanto el testimonio de la víctima como el de la madre eran prueba de cargo suficiente, y aportó además informes psicológicos y psiquiátricos de cómo lo ocurrido había afectado a la menor. Pidió por ello una pena de prisión de 2 años para el acusado por un delito de agresión sexual. No reclamó indemnización pero sí la prohibición de acercarse a la joven a menos de 300 metros durante un año, así como de intentar comunicarse con ella por cualquier medio durante el mismo tiempo.
La abogada de la víctima alegó que la menor, que ahora tiene 16 años, tenía “pavor” de encontrarse con el acusado, y que a causa del miedo padecía estrés y ansiedad, por lo que había necesitado tratamiento psicológico y psiquiátrico. Aportó como prueba documental informes médicos en ese sentido al inicio de la vista oral, cuya incorporación a la documental aceptó el tribunal, pese a la oposición de la defensa, con independencia de lo que las magistradas resuelvan al respecto.
Los hechos juzgados ocurrieron en Alcañiz en dos momentos concretos, las Navidades del año pasado y el mes de febrero de este año. Según relató la víctima, en diciembre de 2022 el hombre, que trabajaba en las obras de reforma de un piso que está debajo de la vivienda donde residía con su familia, se acercó a la menor, le dio dos besos en las mejillas y le tocó el muslo sin su consentimiento. Todo ocurrió cuando la menor bajaba para irse al gimnasio.
El acusado negó que en diciembre hubiese pasado nada de eso y que él solo la saludó. No obstante, la madre declaró que bajó ese día, tras contárselo su hija, para advertirle que la dejara en paz y no la tocase.
El otro incidente, tras el cual se produjo la denuncia, ocurrió en febrero de este año. La menor declaró que al volver del instituto e ir a subir a su casa se topó de nuevo con el obrero, le dijo que entrase a ver cómo estaba quedando el piso, que no le llevó la contraria porque se sintió “presionada”, pero que al estar dentro quiso salir y en la puerta se despidió él con dos besos en las mejillas y “dos picos” en los labios contra su volunrad. Cuando se giró para subir la escalera, el hombre le tocó las nalgas y le dijo que no se lo dijese a la madre.
Sobre este segundo incidente, el acusado manifestó que la menor había entrado sin presión, que no había pensado en hacer mal y que los besos en la mejilla eran de saludo porque conocía al padre, pero ni la tocó ni la abrazó. Al poco rato se presentó la policía en el lugar al denunciarlo la madre.
La abogada de la acusación incidió en la necesidad de proteger a la menor por su vulnerabilidad condenando al hombre también al alejamiento y la prohibición de comunicarse con ella, puesto que aseguró que la medida cautelar que tenía impuesta ya la quebrantó.
En su última palabra, la posibilidad que le ofrece el tribunal a todos los acusados de pronunciarse tras la práctica de la prueba, el acusado insistió en que no había hecho nada y que jamás imaginó que acabaría todo en un juicio.
El caso quedó visto para sentencia en la Audiencia Provincial de Teruel, donde la Fiscalía consideró en sus conclusiones finales que las declaraciones de las partes no eran prueba suficiente para enervar la presunción de inocencia del acusado, mientras que la defensa pidió la libre absolución porque a su juicio la versión de la menor había variado y ofrecía “serias dudas”.
La abogada de la acusación particular argumentó que tanto el testimonio de la víctima como el de la madre eran prueba de cargo suficiente, y aportó además informes psicológicos y psiquiátricos de cómo lo ocurrido había afectado a la menor. Pidió por ello una pena de prisión de 2 años para el acusado por un delito de agresión sexual. No reclamó indemnización pero sí la prohibición de acercarse a la joven a menos de 300 metros durante un año, así como de intentar comunicarse con ella por cualquier medio durante el mismo tiempo.
La abogada de la víctima alegó que la menor, que ahora tiene 16 años, tenía “pavor” de encontrarse con el acusado, y que a causa del miedo padecía estrés y ansiedad, por lo que había necesitado tratamiento psicológico y psiquiátrico. Aportó como prueba documental informes médicos en ese sentido al inicio de la vista oral, cuya incorporación a la documental aceptó el tribunal, pese a la oposición de la defensa, con independencia de lo que las magistradas resuelvan al respecto.
Los hechos juzgados ocurrieron en Alcañiz en dos momentos concretos, las Navidades del año pasado y el mes de febrero de este año. Según relató la víctima, en diciembre de 2022 el hombre, que trabajaba en las obras de reforma de un piso que está debajo de la vivienda donde residía con su familia, se acercó a la menor, le dio dos besos en las mejillas y le tocó el muslo sin su consentimiento. Todo ocurrió cuando la menor bajaba para irse al gimnasio.
El acusado negó que en diciembre hubiese pasado nada de eso y que él solo la saludó. No obstante, la madre declaró que bajó ese día, tras contárselo su hija, para advertirle que la dejara en paz y no la tocase.
Segundo incidente
El otro incidente, tras el cual se produjo la denuncia, ocurrió en febrero de este año. La menor declaró que al volver del instituto e ir a subir a su casa se topó de nuevo con el obrero, le dijo que entrase a ver cómo estaba quedando el piso, que no le llevó la contraria porque se sintió “presionada”, pero que al estar dentro quiso salir y en la puerta se despidió él con dos besos en las mejillas y “dos picos” en los labios contra su volunrad. Cuando se giró para subir la escalera, el hombre le tocó las nalgas y le dijo que no se lo dijese a la madre.
Sobre este segundo incidente, el acusado manifestó que la menor había entrado sin presión, que no había pensado en hacer mal y que los besos en la mejilla eran de saludo porque conocía al padre, pero ni la tocó ni la abrazó. Al poco rato se presentó la policía en el lugar al denunciarlo la madre.
La abogada de la acusación incidió en la necesidad de proteger a la menor por su vulnerabilidad condenando al hombre también al alejamiento y la prohibición de comunicarse con ella, puesto que aseguró que la medida cautelar que tenía impuesta ya la quebrantó.
En su última palabra, la posibilidad que le ofrece el tribunal a todos los acusados de pronunciarse tras la práctica de la prueba, el acusado insistió en que no había hecho nada y que jamás imaginó que acabaría todo en un juicio.
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