Imagen tomada en 1937 de Hemingway junto a Rosario y su familia en la Venta de Caparrates
Rosario Martín, testigo de la visita de Ernest Hemingway a Teruel durante la Guerra Civil
83 años después, una mujer redescubre su imagen en una fotografía que inmortaliza la estancia del reportero
A Rosario Martín Gimeno le ocurrió como a Rose, la protagonista de Titanic. Cuando un hombre le preguntó si conocía a alguna de las personas que aparecían en una fotografía, no tuvo más remedio que contestar, para perplejidad de su interlocutor, con un rotundo: “Esa niña soy yo”.
Ella y parte de su familia fueron fotografiados en diciembre de 1937, en plena Guerra Civil, en la Venta de Caparrates, en Teruel, el lugar en el que vivían y donde tropas de uno y otro bando transitaban con frecuencia al estar situada junto a la carretera de Sagunto. La imagen podría ser una más de las muchas que se tomaron de la Batalla de Teruel, si no fuera porque junto a ellos aparece el escritor estadounidense Ernest Hemingway, uno de los corresponsales que los principales periódicos internacionales de entonces enviaron a Teruel para que informara desde allí de un conflicto bélico que constituía un ensayo de lo que, más tarde, sería la II Guerra Mundial.
Cuando hace escasos días un excursionista reconoció in situ el lugar de la fotografía y se lanzó a preguntar al grupo familiar que descansaba junto a la antigua Venta de Caparrates si conocía a alguno de los personajes que aparecían en la imagen que le mostraba con un teléfono móvil, Rosario respondió con decisión: “Esa soy yo”. Este hecho ha permitido dar con la única superviviente de la fotografía que en 1937 fue captada por un reportero de guerra. Rosario, entonces de siete años, la más pequeña de quienes aparecen en la instantánea, mira atentamente al corresponsal Hemingway. Dentro de la casa se encontraba, bajo la protección de su madre, su hermana Pilar, de cuatro años, que hoy, más de ocho décadas después y en el mismo lugar en el que fue tomada la imagen, recuerda, junto a Rosario, aquel momento.
Al igual que en la mayoría de los niños de aquella época, la infancia de Rosario estuvo marcada por el ensordecedor sonido de las bombas, el humo de la metralla y los gritos de dolor de un país que sangraba para dividirse en dos. Fue una amiga de su hija la que, hace apenas dos años, le hizo llegar esta imagen en la que aparece ella con el periodista y escritor Ernest Hemingway. Junto a ellos, en la imagen, se encuentran Leonor, su hermana mayor; Pedro Martín, su otro hermano; su padre (Pedro Martín también); y faltaban su madre, Rosario Gimeno, y su hermana pequeña, Pilar Martín, que estaban dentro de la vivienda.
“De tantos que éramos, y ahora solo quedamos nosotras dos”, expresa Rosario emocionada mientras ojea la fotografía impresa. La Venta de Caparrates se ha convertido en el punto de encuentro de Rosario y Pilar. Ambas hermanas pasan el verano en la masía en la que nacieron y la que siempre fue su casa.
Quizás por el propio trauma de la guerra o por todo el tiempo que ha transcurrido desde entonces Rosario apenas se acuerda de nada de ese día. “Recuerdo que todo el mundo comentaba que iban a venir fotógrafos; nos decían que nos iban a retratar para salir en el periódico”, comenta Rosario, quien confiesa que, a pesar de lo atenta que aparece en la imagen a la conversación con Hemingway, en ese momento no sabía quién era ese reportero. Sin embargo, el escritor estadounidense, en la fotografía, se muestra muy amable con Leonor, la hermana mayor de Rosario, quien, además, mira sonriente al periodista mientras este le hace un gesto con la mano y su padre se apoya en su hombro como queriendo presentar a su hija al famoso periodista.
Ninguna de las hermanas Martín recuerda si sus padres les hablaron del prestigio de Hemingway, quien unos años más tarde sería Premio Nobel de Literatura, pero hay un detalle de esa fotografía que no pasa desapercibido a Pilar. El estadounidense sostiene en su mano una botella de vino. “Posiblemente se la diera mi padre a Hemingway porque, en ese momento, cultivábamos viñedos, y lo más seguro es que mi padre le diera un poco de vino y se lo pusiera en una botella de sidra que teníamos”, dice.
“Pero lo más raro de todo -continúa Rosario respondiendo a su hermana- es el momento en el que se tomó la foto”. “Me extraña que estuviéramos todos tan tranquilos, siendo que estábamos en plena guerra y esta zona siempre estaba repleta de soldados y camiones de personas evacuadas”, añade Rosario, quien, al mirar la foto, enseguida repara en los dos soldados que aparecen al fondo: “Es raro que solo hubiera dos militares. En ese momento, en esta zona, había mucha gente; esta imagen parece muy silenciosa, pero ese día había mucho jaleo, todo el mundo sabía que venían fotógrafos y que íbamos a salir en el periódico”.
Lo que sí es seguro, a juicio de Rosario, es que la imagen fue espontánea, pues ellos no estaban preparados ni aparecen posando. Simplemente, al ver que había reporteros en su casa, salieron para conocer la situación. “En esos años, nuestros padres no nos dejaban estar fuera de casa; era peligroso por si había un bombardeo, así que supongo que saldríamos a alcahuetear para ver lo que pasaba en ese momento puntual”, añade.
“Y este otro hombre, Pilar, el que se encuentra a la izquierda de la imagen, detrás de nuestro padre, ¿tú sabes quién es?”, pregunta la hermana mayor con interés. “Tiene que ser otro reportero, no es nadie de la familia ni parece un vecino, así que debía de estar acompañando a Hemingway, pero no tengo claro quien es”, responde Pilar. “Cada vez que vemos esta foto, encontramos algo nuevo”, comenta Rosario riéndose.
La imagen la descubrieron hace pocos años, pero cuando la vieron por primera vez les hizo mucha ilusión a las dos. “Nada más verla, me reconocí -asegura Rosario-. Me alegré mucho cuando la vi; distinguir de nuevo la figura de mi padre y ver a mi hermana Leonor tan joven, nosotras que la hemos visto envejecer, fue muy especial”, afirma.
Para su hermana Pilar, ver esta instantánea fue toda una sorpresa y ha intentado encontrar en este tiempo quién fue el autor. “Me emocioné mucho, esta es la casa donde yo nací y ya no he vuelto a verla con esta misma apariencia”, confiesa Pilar con los ojos llorosos.
Ambas hermanas sonríen al hablar del reportero estadounidense. “Después de conocer esta fotografía descubrimos que era un escritor con mucho talento y de vida muy alegre; en esta imagen tiene un aspecto de simpatía y cordialidad, igual luego no lo era tanto, pero en estas ocasiones supongo que sí’, explica Pilar. “Claro, aquí parece que está riéndose con nuestra hermana Leonor; él venía a informarse de la batalla de Teruel, cuando encontraba a personas, le interesaba hablar con ellas y conocer cómo lo estaban pasando”, añade Rosario.
Pilar asegura que ha intentado documentarse todo lo que ha podido sobre esta fotografía. De hecho, ella fue a la Biblioteca Agustí Centelles de Barcelona en busca de esta imagen para descubrir si formaba parte de la colección de este fotógrafo, pero nunca la encontró. En la muestra había fotografías de
personas huyendo por esta misma carretera por la que corrían Pilar y Rosario de niñas; imágenes de soldados e incluso de su casa por fuera, con el cartel de Nitrato de Chile. Tal y como ella la vio por primera vez. Pero no encontró esta instantánea en la que aparecen sus hermanos y su padre con Hemingway. “Esta fotografía no es de Centelles, tiene que ser de otro fotógrafo, yo creo que la tomó Robert Capa”, aventura Pilar.
La autoría de la fotografía es todavía un misterio. Sin embargo, el historiador turolense Alfonso Casas coincide con la suposición de Pilar y también apuesta por Robert Capa como creador de esta instantánea. El fotoperiodista húngaro estuvo en Teruel los días 21, 22 y 23 de diciembre de 1937, lo que coincidiría con la fecha en la que se tomó la imagen, explica Casas. Capa se desplazó a la capital mudéjar al recibir la noticia del ataque de las tropas republicanas sobre Teruel. No obstante, el húngaro no viajó solo, ya que acompañó a Hemingway y también se encontró con el corresponsal del Daily Express, Sefton Delmer y Herbert L. Matthews, que era un enviado de The New York Times.
Casas añade que estas tres figuras del periodismo realizaban a diario viajes a Valencia, desde donde escribían sus crónicas, y fue en estos desplazamientos donde también coincidieron con Mathieu Corman, que colaboraba con el diario francés Ce Soir; y con Henry Buckley, corresponsal británico de The Daily Telegraph. En un principio, Casas pensó que este último también habría podido ser el autor de la instantánea. Sin embargo, por la calidad del retrato y la presencia de Matthews a la izquierda de la imagen, sospecha que el culpable de la fotografía fue Robert Capa. “De Buckley se conoce una imagen del escritor norteamericano en el frente de Teruel, pero su calidad no tiene nada que ver con la de la fotografía de Hemingway y Rosario; esta imagen ha tenido que ser tomada por un reportero gráfico y, teniendo en cuenta que a la izquierda de la instantánea, aparece Matthews todo parece indicar que la fotografía sí la hizo Capa”, sostiene el historiador.
Otro apasionado de la investigación del episodio de la Guerra Civil en Teruel, Vicente Aupí, no descarta que la instantánea sea de Capa pero expresa sus dudas, pues la imagen no está entre los negativos de la Maleta Mexicana, una caja con 4.500 negativos de los fotorreporteros Capa, Gerda Taro y David Seymour (Chim), que tras muchos avatares y después de permanecer un tiempo perdida, fue localizada en 2007 y su contenido estudiado por historiadores. “Me extraña que si esta foto es de Capa no se haya difundido antes -afirma Aupí-. Aparecen fotos nuevas de la Batalla de Teruel, pero de otros fotógrafos”. El historiador, autor del libro Crónicas de fuego y nieve: La Guerra Civil Española y los corresponsales internacionales en la Batalla de Teruel, mantiene abierta la opción de que la imagen fuera tomada por Sefton Delmer, uno de los corresponsales que esos días de diciembre de 1937 iba con Herbert Matthews y Ernest Hemingway en la entrada a Teruel. “Tanto Matthews como Hemingway mencionan que iban en grupo con Delmer, Capa y Matthew Corman, aunque dudo que fuera este último”, indica. El historiador se reafirma en Delmer como artífice de la imagen porque Matthews en uno de sus libros dice expresamente que Delmer iba tomando fotos cuando estaban en la zona del Mansueto -cercana a la Venta de Caparrates-, mientras acompañaban a los republicanos en la entrada a Teruel.
Esta fotografía fue tomada en invierno y, de ese año, ambas hermanas recuerdan que hizo un frío helador. Sin embargo, el día que Hemingway visitó la Venta de Caparrates, el tiempo había dado una pequeña tregua a la ciudad mudéjar y hacía un poco más de calor. De hecho, en la crónica que envió el reportero norteamericano el 21 de diciembre de 1937, hablaba del Veranillo de San Martín en Teruel.
“Aquí las temperaturas eran muy bajas, pero ese día no íbamos tan abrigados como de costumbre”, comenta Rosario. Quizás por eso en la fotografía aparecen todos en una postura relajada.
Pero la guerra aún reservaba un capítulo trágico para las hermanas Martín: unos meses después de la fotografía, cuando Teruel ya había sido tomado por las tropas de Franco y los republicanos estaban en el puerto de Escandón, una bala perdida atravesó la cabeza de Pilar. La zona de la Venta de Caparrates ya era segunda línea de fuego, y los vecinos intentaban hacer vida normal, dentro de lo que cabía. Los niños comenzaban a salir a la calle libremente y, en una de esas escapadas, Pilar fue víctima de un proyectil y cayó al suelo cubierta de sangre. “Recuerdo que me asistieron los soldados del Bando nacional; cada uno me sujetaba de un brazo, me llevaron al botiquín, que estaba cerca de mi casa, y luego al hospital porque tenían que operarme”, recuerda Pilar. Además, Rosario añade: “En ese momento, al hospital no llevaban a casi ningún vecino, porque estaba lleno de soldados heridos, pero a ella sí que la llevaron porque se trataba de una herida de guerra; luego un general canario nos dijo que había solicitado una medalla para ella, pero nunca llegó”.
La Venta de Caparrates se ha convertido, para Rosario y Pilar, en su lugar donde pasar el verano y el punto donde desempolvan todos sus recuerdos. Aquí es donde han jugado todos sus hijos y, desde que Rosario y Pilar perdieron a sus maridos, ambas hermanas se reencuentran en el mismo hogar donde nacieron y crecieron. “Le tenemos demasiado afecto a esta casa”, confiesa la hermana menor con pena de que el resto de sus antiguos vecinos hayan vendido sus viviendas y ahora se encuentren solas en la zona.
Rosario continúa: “Ni tan siquiera hemos pensado en vender la casa, por aquí ha pasado mucha gente”. Incluido Ernest Hemingway.
Ella y parte de su familia fueron fotografiados en diciembre de 1937, en plena Guerra Civil, en la Venta de Caparrates, en Teruel, el lugar en el que vivían y donde tropas de uno y otro bando transitaban con frecuencia al estar situada junto a la carretera de Sagunto. La imagen podría ser una más de las muchas que se tomaron de la Batalla de Teruel, si no fuera porque junto a ellos aparece el escritor estadounidense Ernest Hemingway, uno de los corresponsales que los principales periódicos internacionales de entonces enviaron a Teruel para que informara desde allí de un conflicto bélico que constituía un ensayo de lo que, más tarde, sería la II Guerra Mundial.
Cuando hace escasos días un excursionista reconoció in situ el lugar de la fotografía y se lanzó a preguntar al grupo familiar que descansaba junto a la antigua Venta de Caparrates si conocía a alguno de los personajes que aparecían en la imagen que le mostraba con un teléfono móvil, Rosario respondió con decisión: “Esa soy yo”. Este hecho ha permitido dar con la única superviviente de la fotografía que en 1937 fue captada por un reportero de guerra. Rosario, entonces de siete años, la más pequeña de quienes aparecen en la instantánea, mira atentamente al corresponsal Hemingway. Dentro de la casa se encontraba, bajo la protección de su madre, su hermana Pilar, de cuatro años, que hoy, más de ocho décadas después y en el mismo lugar en el que fue tomada la imagen, recuerda, junto a Rosario, aquel momento.
Al igual que en la mayoría de los niños de aquella época, la infancia de Rosario estuvo marcada por el ensordecedor sonido de las bombas, el humo de la metralla y los gritos de dolor de un país que sangraba para dividirse en dos. Fue una amiga de su hija la que, hace apenas dos años, le hizo llegar esta imagen en la que aparece ella con el periodista y escritor Ernest Hemingway. Junto a ellos, en la imagen, se encuentran Leonor, su hermana mayor; Pedro Martín, su otro hermano; su padre (Pedro Martín también); y faltaban su madre, Rosario Gimeno, y su hermana pequeña, Pilar Martín, que estaban dentro de la vivienda.
“De tantos que éramos, y ahora solo quedamos nosotras dos”, expresa Rosario emocionada mientras ojea la fotografía impresa. La Venta de Caparrates se ha convertido en el punto de encuentro de Rosario y Pilar. Ambas hermanas pasan el verano en la masía en la que nacieron y la que siempre fue su casa.
“Me emocioné”
Quizás por el propio trauma de la guerra o por todo el tiempo que ha transcurrido desde entonces Rosario apenas se acuerda de nada de ese día. “Recuerdo que todo el mundo comentaba que iban a venir fotógrafos; nos decían que nos iban a retratar para salir en el periódico”, comenta Rosario, quien confiesa que, a pesar de lo atenta que aparece en la imagen a la conversación con Hemingway, en ese momento no sabía quién era ese reportero. Sin embargo, el escritor estadounidense, en la fotografía, se muestra muy amable con Leonor, la hermana mayor de Rosario, quien, además, mira sonriente al periodista mientras este le hace un gesto con la mano y su padre se apoya en su hombro como queriendo presentar a su hija al famoso periodista.
Ninguna de las hermanas Martín recuerda si sus padres les hablaron del prestigio de Hemingway, quien unos años más tarde sería Premio Nobel de Literatura, pero hay un detalle de esa fotografía que no pasa desapercibido a Pilar. El estadounidense sostiene en su mano una botella de vino. “Posiblemente se la diera mi padre a Hemingway porque, en ese momento, cultivábamos viñedos, y lo más seguro es que mi padre le diera un poco de vino y se lo pusiera en una botella de sidra que teníamos”, dice.
“Pero lo más raro de todo -continúa Rosario respondiendo a su hermana- es el momento en el que se tomó la foto”. “Me extraña que estuviéramos todos tan tranquilos, siendo que estábamos en plena guerra y esta zona siempre estaba repleta de soldados y camiones de personas evacuadas”, añade Rosario, quien, al mirar la foto, enseguida repara en los dos soldados que aparecen al fondo: “Es raro que solo hubiera dos militares. En ese momento, en esta zona, había mucha gente; esta imagen parece muy silenciosa, pero ese día había mucho jaleo, todo el mundo sabía que venían fotógrafos y que íbamos a salir en el periódico”.
Lo que sí es seguro, a juicio de Rosario, es que la imagen fue espontánea, pues ellos no estaban preparados ni aparecen posando. Simplemente, al ver que había reporteros en su casa, salieron para conocer la situación. “En esos años, nuestros padres no nos dejaban estar fuera de casa; era peligroso por si había un bombardeo, así que supongo que saldríamos a alcahuetear para ver lo que pasaba en ese momento puntual”, añade.
“Y este otro hombre, Pilar, el que se encuentra a la izquierda de la imagen, detrás de nuestro padre, ¿tú sabes quién es?”, pregunta la hermana mayor con interés. “Tiene que ser otro reportero, no es nadie de la familia ni parece un vecino, así que debía de estar acompañando a Hemingway, pero no tengo claro quien es”, responde Pilar. “Cada vez que vemos esta foto, encontramos algo nuevo”, comenta Rosario riéndose.
La imagen la descubrieron hace pocos años, pero cuando la vieron por primera vez les hizo mucha ilusión a las dos. “Nada más verla, me reconocí -asegura Rosario-. Me alegré mucho cuando la vi; distinguir de nuevo la figura de mi padre y ver a mi hermana Leonor tan joven, nosotras que la hemos visto envejecer, fue muy especial”, afirma.
Para su hermana Pilar, ver esta instantánea fue toda una sorpresa y ha intentado encontrar en este tiempo quién fue el autor. “Me emocioné mucho, esta es la casa donde yo nací y ya no he vuelto a verla con esta misma apariencia”, confiesa Pilar con los ojos llorosos.
Ambas hermanas sonríen al hablar del reportero estadounidense. “Después de conocer esta fotografía descubrimos que era un escritor con mucho talento y de vida muy alegre; en esta imagen tiene un aspecto de simpatía y cordialidad, igual luego no lo era tanto, pero en estas ocasiones supongo que sí’, explica Pilar. “Claro, aquí parece que está riéndose con nuestra hermana Leonor; él venía a informarse de la batalla de Teruel, cuando encontraba a personas, le interesaba hablar con ellas y conocer cómo lo estaban pasando”, añade Rosario.
Pilar asegura que ha intentado documentarse todo lo que ha podido sobre esta fotografía. De hecho, ella fue a la Biblioteca Agustí Centelles de Barcelona en busca de esta imagen para descubrir si formaba parte de la colección de este fotógrafo, pero nunca la encontró. En la muestra había fotografías de
personas huyendo por esta misma carretera por la que corrían Pilar y Rosario de niñas; imágenes de soldados e incluso de su casa por fuera, con el cartel de Nitrato de Chile. Tal y como ella la vio por primera vez. Pero no encontró esta instantánea en la que aparecen sus hermanos y su padre con Hemingway. “Esta fotografía no es de Centelles, tiene que ser de otro fotógrafo, yo creo que la tomó Robert Capa”, aventura Pilar.
El ‘culpable’ de la imagen
La autoría de la fotografía es todavía un misterio. Sin embargo, el historiador turolense Alfonso Casas coincide con la suposición de Pilar y también apuesta por Robert Capa como creador de esta instantánea. El fotoperiodista húngaro estuvo en Teruel los días 21, 22 y 23 de diciembre de 1937, lo que coincidiría con la fecha en la que se tomó la imagen, explica Casas. Capa se desplazó a la capital mudéjar al recibir la noticia del ataque de las tropas republicanas sobre Teruel. No obstante, el húngaro no viajó solo, ya que acompañó a Hemingway y también se encontró con el corresponsal del Daily Express, Sefton Delmer y Herbert L. Matthews, que era un enviado de The New York Times.
Casas añade que estas tres figuras del periodismo realizaban a diario viajes a Valencia, desde donde escribían sus crónicas, y fue en estos desplazamientos donde también coincidieron con Mathieu Corman, que colaboraba con el diario francés Ce Soir; y con Henry Buckley, corresponsal británico de The Daily Telegraph. En un principio, Casas pensó que este último también habría podido ser el autor de la instantánea. Sin embargo, por la calidad del retrato y la presencia de Matthews a la izquierda de la imagen, sospecha que el culpable de la fotografía fue Robert Capa. “De Buckley se conoce una imagen del escritor norteamericano en el frente de Teruel, pero su calidad no tiene nada que ver con la de la fotografía de Hemingway y Rosario; esta imagen ha tenido que ser tomada por un reportero gráfico y, teniendo en cuenta que a la izquierda de la instantánea, aparece Matthews todo parece indicar que la fotografía sí la hizo Capa”, sostiene el historiador.
Otro apasionado de la investigación del episodio de la Guerra Civil en Teruel, Vicente Aupí, no descarta que la instantánea sea de Capa pero expresa sus dudas, pues la imagen no está entre los negativos de la Maleta Mexicana, una caja con 4.500 negativos de los fotorreporteros Capa, Gerda Taro y David Seymour (Chim), que tras muchos avatares y después de permanecer un tiempo perdida, fue localizada en 2007 y su contenido estudiado por historiadores. “Me extraña que si esta foto es de Capa no se haya difundido antes -afirma Aupí-. Aparecen fotos nuevas de la Batalla de Teruel, pero de otros fotógrafos”. El historiador, autor del libro Crónicas de fuego y nieve: La Guerra Civil Española y los corresponsales internacionales en la Batalla de Teruel, mantiene abierta la opción de que la imagen fuera tomada por Sefton Delmer, uno de los corresponsales que esos días de diciembre de 1937 iba con Herbert Matthews y Ernest Hemingway en la entrada a Teruel. “Tanto Matthews como Hemingway mencionan que iban en grupo con Delmer, Capa y Matthew Corman, aunque dudo que fuera este último”, indica. El historiador se reafirma en Delmer como artífice de la imagen porque Matthews en uno de sus libros dice expresamente que Delmer iba tomando fotos cuando estaban en la zona del Mansueto -cercana a la Venta de Caparrates-, mientras acompañaban a los republicanos en la entrada a Teruel.
“Tenemos demasiado afecto”
Esta fotografía fue tomada en invierno y, de ese año, ambas hermanas recuerdan que hizo un frío helador. Sin embargo, el día que Hemingway visitó la Venta de Caparrates, el tiempo había dado una pequeña tregua a la ciudad mudéjar y hacía un poco más de calor. De hecho, en la crónica que envió el reportero norteamericano el 21 de diciembre de 1937, hablaba del Veranillo de San Martín en Teruel.
“Aquí las temperaturas eran muy bajas, pero ese día no íbamos tan abrigados como de costumbre”, comenta Rosario. Quizás por eso en la fotografía aparecen todos en una postura relajada.
Pero la guerra aún reservaba un capítulo trágico para las hermanas Martín: unos meses después de la fotografía, cuando Teruel ya había sido tomado por las tropas de Franco y los republicanos estaban en el puerto de Escandón, una bala perdida atravesó la cabeza de Pilar. La zona de la Venta de Caparrates ya era segunda línea de fuego, y los vecinos intentaban hacer vida normal, dentro de lo que cabía. Los niños comenzaban a salir a la calle libremente y, en una de esas escapadas, Pilar fue víctima de un proyectil y cayó al suelo cubierta de sangre. “Recuerdo que me asistieron los soldados del Bando nacional; cada uno me sujetaba de un brazo, me llevaron al botiquín, que estaba cerca de mi casa, y luego al hospital porque tenían que operarme”, recuerda Pilar. Además, Rosario añade: “En ese momento, al hospital no llevaban a casi ningún vecino, porque estaba lleno de soldados heridos, pero a ella sí que la llevaron porque se trataba de una herida de guerra; luego un general canario nos dijo que había solicitado una medalla para ella, pero nunca llegó”.
La Venta de Caparrates se ha convertido, para Rosario y Pilar, en su lugar donde pasar el verano y el punto donde desempolvan todos sus recuerdos. Aquí es donde han jugado todos sus hijos y, desde que Rosario y Pilar perdieron a sus maridos, ambas hermanas se reencuentran en el mismo hogar donde nacieron y crecieron. “Le tenemos demasiado afecto a esta casa”, confiesa la hermana menor con pena de que el resto de sus antiguos vecinos hayan vendido sus viviendas y ahora se encuentren solas en la zona.
Rosario continúa: “Ni tan siquiera hemos pensado en vender la casa, por aquí ha pasado mucha gente”. Incluido Ernest Hemingway.
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