ArqueoAntro halla en dos excavaciones en Aguaviva y Albarracín los restos de más de una decena de represaliados
El equipo de arqueólogos exhuma en Aguaviva a un vecino de La Ginebrosa asesinado en 1950ArqueoAntro insistirá en la búsqueda de los combatientes en La Iglesuela
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El equipo de arqueología y antropología forense ArqueoAntro ha hallado en los últimos días los restos de varios represaliados durante la Guerra Civil y el Franquismo en distintos municipios turolenses. En el cementerio de Aguaviva ha dado con los restos de Joaquín Rebullida Soro, asesinado en 1950, mientras que en el camposanto de Albarracín han aparecido una docena de esqueletos que podrían pertenecer a las mujeres de Cella fusiladas en septiembre de 1936. Las excavaciones se iniciaron a comienzos de esta semana y está previsto que puedan prolongarse hasta principios de la próxima.
Los trabajos los están llevando a cabo profesionales de ArqueoAntro y voluntarios: este viernes había 5 técnicos y 2 voluntarios en Aguaviva, y 9 y 2 respectivamente en Albarracín. Las exhumaciones están financiadas por el Gobierno de Aragón a través de los fondos que el Estado destina a las comunidades autónomas dentro de los programas de memoria democrática. La búsqueda partió del interés de los propios familiares de las víctimas, a través de la asociación memorialista Pozos de Caudé, cuyo presidente, Paco Sánchez, expresó su “satisfacción” de que ambas excavaciones estén dando resultados.
Algunos familiares de los represaliados se mostraban emocionados por la aparición de los restos y que sus nombres se dignifiquen tras décadas silenciados y la ignominia que sufrieron por el Franquismo y por quienes hoy todavía niegan y se oponen a la restitución de la memoria democrática.
A Abilio Rebullida Ayora se le cortaba la voz al teléfono por la emoción, al hablar con este periódico después de que los arqueólogos encontrasen los restos de su tío Joaquín Rebullida Soro, asesinado en 1950 cuando tenía 40 años de edad. Lo ejecutó la Guardia Civil dentro de la brutal represión del Estado franquista, recrudecida en la provincia de Teruel a partir de 1947.
Era sastre y la Guardia Civil difundió la mentira de que había participado en una matanza e intentado escapar junto con otras dos personas tras darles el alto en el monte. La verdad es que los guardias civiles acudieron a su casa, lo retuvieron allí hasta altas horas de la madrugada y cuando no había nadie en las calles se lo llevaron al cuartel de La Ginebrosa, de donde era vecino, y de ahí al de Mas de las Matas.
Abilio, su sobrino, explicó que el compromiso que había adquirido con su padre era exhumar sus restos si algún día podía hacerse, como sucedió este viernes. “El Estado tiene que velar por la dignidad de las personas”, dijo, mientras en el cementerio de Aguaviva esperaban a la Guardia Civil tras el hallazgo, como marca el protocolo en este tipo de actuaciones.
El alcalde de Aguaviva como autoridad local ya estaba presente, y el presidente de la Asociación Pozos de Caudé se dirigía al municipio tras haber estado a primera hora en la fosa de Albarracín. El arqueólogo director de ArqueoAntro, Miguel Mezquida, explicó que ese es el proceso que debe seguirse para la exhumación de las víctimas y agradeció la colaboración del Ayuntamiento de Aguaviva.
Investigación del sobrino
El equipo acudió el jueves y ese mismo día dieron con los restos en el cementerio, en el lugar indicado por el sobrino, una fosa individual con una cruz que los familiares colocaron porque el enterrador les dijo dónde estaba. Mezquida destacó el trabajo de investigación del sobrino e indicó que ahora habrá que cotejar el ADN de los restos para confirmar que se trata de la persona que buscan.
El experto mostró su preocupación porque debido a los problemas con la aprobación de los presupuestos, tanto en el Estado como en las comunidades autónomas, puede haber dificultades para la continuidad de los bancos de ADN, vitales para continuar con los trabajos de identificación una vez exhumados los cuerpos.
Joaquín Rebullida combatió en el Ejército Republicano y al terminar la guerra se exilió. Tras su paso por los campos de concentración contactó con la resistencia y al retornar a España estuvo en las prisiones de Navarra, Zaragoza y Alcañiz. Al ser liberado regresó a La Ginebrosa, donde era sastre y, según explicó Mezquida, colaboraba con los maquis haciéndoles ropa y disfraces, al parecer incluso uniformes de guardias civiles para que pudieran moverse con mayor libertad. Era un “punto de apoyo”, que es como se conoce a los colaboradores.
El juez de paz exigió que fuese enterrado dentro de una caja de madera en el cementerio en una fosa individual. Así lo encontraron los arqueólogos, aunque la madera estaba deshecha. Mezquida explicó que el cuerpo ha aparecido boca abajo y al revés, como muestra de escarnio, y que presenta indicios de haber sido ametrallado y con dos orificios de bala en el cráneo.
Abilio, el sobrino, explicó que hace un año escribió a la teniente coronel de la Comandancia de Teruel, que fue quien le puso en contacto con la Asociación Pozos de Caudé para la exhumación. “El Estado está en la obligación de restituir a estas personas”, dijo.
El familiar relató cómo el 3 de noviembre de 1950 la Guardia Civil se personó en su casa y lo retuvo allí, hasta que al día siguiente lo sacó a las 4 de la madrugada para llevarlo al cuartel de la localidad. A las 8 lo trasladaron al de Mas de las Matas y en la tarde de ese día, junto con otras dos personas, los sacaron camino de Morella y a unos 3 kilómetros de Aguaviva los fusilaron.
Fueron inhumados en el cementerio de esa localidad y su sobrino relató cómo su abuela nunca pudo superarlo. “Dejó de comer y falleció al poco tiempo”, explicó. Abilio indicó que ahora podrán enterrar a su tío en La Ginebrosa.
Mientras se exhumaba el cuerpo de esta víctima del Franquismo, en el cementerio de Albarracín se trabajaba en la exhumación de otros cuerpos, tras las campañas desarrolladas ya en los dos años anteriores. En ambas ocasiones se buscaba a 13 mujeres y a un hombre, ejecutadas a mediados de septiembre de 1936 en el conocido como “día negro de Cella”, pero no se había podido dar con sus restos.
Mezquida explicó que se han encontrado esta vez unos 12 esqueletos cuyas características apuntan a que son mujeres y que podrían ser ellas, si bien habrá que esperar a su identificación con las pruebas de laboratorio. Estas víctimas fueron ejecutadas por los franquistas al no encontrar a los hombres que buscaban durante una gran redada para matarlos.
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