La turolense Laura Villa en la Patagonia donde participó en el Reto Pelayo Vida
Laura Villa: “Me encontré a mí misma en la montaña e hice las paces con mi cuerpo y mi mente”
La turolense que ha participado en el Reto Pelayo Vida asegura que fue muy duro pero que lo disfrutó al máximo Sufridisfrutar, esta es la nueva palabra que la turolense Laura Villa y sus cuatro compañeras acuñaron para describir las sensaciones que sintieron durante su travesía en la Patagonia en el Reto Pelayo Vida que culminaron a principios de noviembre y que describe muy bien cómo fue la experiencia. Una expedición muy dura pero “muy especial” en la que esta maestra de 39 años de Cella asegura que tuvo la oportunidad de reencontrarse a sí misma tras todo el proceso oncológico que ha vivido durante casi tres años.
Cinco mujeres que han padecido cáncer vivieron la aventura de los hielos patagónicos en esta novena edición del Reto Pelayo Vida con el que se quiere transmitir un mensaje de esperanza a las personas que están pasando ahora por esta enfermedad y con el que también reclaman más inversión en investigación.
“Allá arriba te encuentras a ti misma. En la montaña hubo un momento de la tormenta en el que dije: se han unido cuerpo y mente. Era como que había hecho las paces con mi cuerpo y mi mente y estaban unidos trabajando en esa montaña”, asegura Laura.
Cuando relata la aventura, al igual que cuando habla de su enfermedad, no oculta el sufrimiento, ni las dificultades que no quiere olvidar para seguir apostando por disfrutar al máximo de la vida y los pequeños momentos, por el “aquí y el ahora” que lleva tatuado, pero cuyo verdadero significado no entendió hasta que estuvo en la montaña.
“Comparaba el cáncer con el reto, el cáncer es un reto todos los días. La vida es una montaña que hay que subir”, resalta la turolense que continúa con sus controles y pinchándose cada 28 días.
Laura era la menos deportista del grupo y había pasado por cuatro operaciones por lo que reconoce que en el viaje, primero a Madrid y luego a Argentina, y sobre todo los días previos a iniciar el ascenso en los que se encontraba mal, tuvo dudas de que pudiera ser capaz de tener éxito y completar la ruta, pero una vez en la montaña, cuando empezó a subir, se relajó y empezó a disfrutar, siempre con una sonrisa que todos destacaban.
“En la montaña me notaba superfuerte, no flaqueé ni de mente ni de cuerpo, allí me transformé”, afirma.
“Me decían: ‘No paras de sonreír’ y yo les decía: Cómo no voy a sonreír con todo esto que estamos haciendo, con los paisajes vírgenes únicos. Era impresionante y espectacular”, afirma.
Uno de los momentos más emotivos de la expedición fue cuando hicieron cima en el Cerro de Gorra Blanca, tras un ascenso plagado de dificultades. “Habíamos ido para eso, teníamos un propósito y lo llevamos a cabo y fue superbonito”, recuerda.
La subida fue muy dura, fueron nueve horas de ascenso con muchos cambios técnicos porque la nieve en unos lados estaba blanda y tenían que llevar raquetas y, de repente, había hielo y tenían que cambiar a crampones. “Era muy técnico, con pasos muy complicados y mucha pendiente”, rememora la joven turolense y cuando hicieron cumbre la celebración fue muy emotiva.
Laura reconoce que se agolparon muchos sentimientos. “Te llevas mucha gente en la mochila: piensas en tu familia, en la gente que está pasando por esto y en la que hemos perdido”, resalta.
El Reto Pelayo es mucho más que un desafío deportivo porque busca ayudar a otros pacientes oncológicos, Laura recuerda que a ella le sirvió porque nada más recibir su diagnóstico una amiga le paso los videos y le dio fuerzas. Precisamente, comenta que su oncóloga le dijo que tenía “una misión” que tenía que transmitirle a otras personas que se podía salir ya que en la consulta le preguntaban por ella.
Otra de las claves del éxito de esta aventura fue la conexión entre las participantes: Anna Blanco Beneyto, Sonia Saiz del Pozo, Yolanda Cerezo De e Inmaculada Echánove Pérez. “Encajamos a la perfección”, asegura la turolense. “Una mirada servía para conectarnos”, añade y explica que tuvieron “conversaciones muy profundas” sobre sus sentimientos, pero también “muchas muchas risas”.
La sintonía no fue solo entre las cinco participantes en el reto sino con todo el equipo de guías y responsables del proyecto que les acompañaban y ellos mismos les decían que les había sorprendido el hermanamiento que habían logrado.
Precisamente, este buen clima les ha llevado a querer más y han propuesto una nueva expedición para el año 2025. Mientras, Laura Villa ya está disfrutando de las rutas turolenses. “Tengo muchas ganas de seguir haciendo todo esto”, asegura porque, a pesar de que nunca antes había hecho montaña, la experiencia le ha cautivado.
“Estar sola en una tormenta como la que tuvimos en el ascenso me daba para pensar y me sentía muy viva en esa tormenta, además, cuanto peor se ponían las cosas era como más viva me sentía y más disfrutaba. Decíamos sufridisfrutar porque lo sufríamos, pero realmente lo disfrutaba muchísimo y mis compañeras también”, recuerda la ya alpinista turolense.
Cinco mujeres que han padecido cáncer vivieron la aventura de los hielos patagónicos en esta novena edición del Reto Pelayo Vida con el que se quiere transmitir un mensaje de esperanza a las personas que están pasando ahora por esta enfermedad y con el que también reclaman más inversión en investigación.
“Allá arriba te encuentras a ti misma. En la montaña hubo un momento de la tormenta en el que dije: se han unido cuerpo y mente. Era como que había hecho las paces con mi cuerpo y mi mente y estaban unidos trabajando en esa montaña”, asegura Laura.
Cuando relata la aventura, al igual que cuando habla de su enfermedad, no oculta el sufrimiento, ni las dificultades que no quiere olvidar para seguir apostando por disfrutar al máximo de la vida y los pequeños momentos, por el “aquí y el ahora” que lleva tatuado, pero cuyo verdadero significado no entendió hasta que estuvo en la montaña.
“Comparaba el cáncer con el reto, el cáncer es un reto todos los días. La vida es una montaña que hay que subir”, resalta la turolense que continúa con sus controles y pinchándose cada 28 días.
Laura era la menos deportista del grupo y había pasado por cuatro operaciones por lo que reconoce que en el viaje, primero a Madrid y luego a Argentina, y sobre todo los días previos a iniciar el ascenso en los que se encontraba mal, tuvo dudas de que pudiera ser capaz de tener éxito y completar la ruta, pero una vez en la montaña, cuando empezó a subir, se relajó y empezó a disfrutar, siempre con una sonrisa que todos destacaban.
“En la montaña me notaba superfuerte, no flaqueé ni de mente ni de cuerpo, allí me transformé”, afirma.
“Me decían: ‘No paras de sonreír’ y yo les decía: Cómo no voy a sonreír con todo esto que estamos haciendo, con los paisajes vírgenes únicos. Era impresionante y espectacular”, afirma.
Cumplir un propósito
Uno de los momentos más emotivos de la expedición fue cuando hicieron cima en el Cerro de Gorra Blanca, tras un ascenso plagado de dificultades. “Habíamos ido para eso, teníamos un propósito y lo llevamos a cabo y fue superbonito”, recuerda.
La subida fue muy dura, fueron nueve horas de ascenso con muchos cambios técnicos porque la nieve en unos lados estaba blanda y tenían que llevar raquetas y, de repente, había hielo y tenían que cambiar a crampones. “Era muy técnico, con pasos muy complicados y mucha pendiente”, rememora la joven turolense y cuando hicieron cumbre la celebración fue muy emotiva.
Laura reconoce que se agolparon muchos sentimientos. “Te llevas mucha gente en la mochila: piensas en tu familia, en la gente que está pasando por esto y en la que hemos perdido”, resalta.
El Reto Pelayo es mucho más que un desafío deportivo porque busca ayudar a otros pacientes oncológicos, Laura recuerda que a ella le sirvió porque nada más recibir su diagnóstico una amiga le paso los videos y le dio fuerzas. Precisamente, comenta que su oncóloga le dijo que tenía “una misión” que tenía que transmitirle a otras personas que se podía salir ya que en la consulta le preguntaban por ella.
Otra de las claves del éxito de esta aventura fue la conexión entre las participantes: Anna Blanco Beneyto, Sonia Saiz del Pozo, Yolanda Cerezo De e Inmaculada Echánove Pérez. “Encajamos a la perfección”, asegura la turolense. “Una mirada servía para conectarnos”, añade y explica que tuvieron “conversaciones muy profundas” sobre sus sentimientos, pero también “muchas muchas risas”.
La sintonía no fue solo entre las cinco participantes en el reto sino con todo el equipo de guías y responsables del proyecto que les acompañaban y ellos mismos les decían que les había sorprendido el hermanamiento que habían logrado.
Punto y seguido
Precisamente, este buen clima les ha llevado a querer más y han propuesto una nueva expedición para el año 2025. Mientras, Laura Villa ya está disfrutando de las rutas turolenses. “Tengo muchas ganas de seguir haciendo todo esto”, asegura porque, a pesar de que nunca antes había hecho montaña, la experiencia le ha cautivado.
“Estar sola en una tormenta como la que tuvimos en el ascenso me daba para pensar y me sentía muy viva en esa tormenta, además, cuanto peor se ponían las cosas era como más viva me sentía y más disfrutaba. Decíamos sufridisfrutar porque lo sufríamos, pero realmente lo disfrutaba muchísimo y mis compañeras también”, recuerda la ya alpinista turolense.
- Teruel miércoles, 22 de marzo de 2023
La turolense Laura Villa es una de las 18 preseleccionadas para el Reto Pelayo Vida
- Teruel sábado, 28 de octubre de 2023
Laura Villa afronta con muchas ganas el inicio de su expedición en la Patagonia
- Teruel miércoles, 19 de abril de 2023
Laura Villa viaja a los Alpes este jueves para prepararse ante el Reto Pelayo Vida en la Patagonia
- Teruel sábado, 4 de noviembre de 2023
La turolense Laura Villa, participante en el Reto Pelayo, hace cima: “La llegada a la cumbre ha sido como un soplo de vida”