Las patas delanteras se conservan parcialmente, las traseras han desaparecido. Bykofoto/Antonio García
La tipología de la fundición de hierro del Torico apunta a su colocación en el año 1855
Los análisis constatan que es un material limpio y sin escoria, típico de la segunda mitad del XIX
El informe técnico elaborado después de la caída del Torico el 19 de junio de 2023 confirma que se trata de una escultura de hierro y aunque la técnica con la que se realizó se emplea desde la Edad Media, el hecho de que sea una “fundición gris sin escoria, muy limpia” indica que se trata de un material de cronología moderna, conocido y empleado desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la actualidad. Esto “cuadra”, según Pilar Punter, restauradora del Museo de Teruel y autora del estudio, con que se colocara en el año 1855, que es cuando se construyó la nueva fuente.
El documento ha sido elaborado por el Museo de Teruel y remitido a la Dirección de Patrimonio del Gobierno de Aragón, que fue la que lo encargó y que a su vez lo ha enviado al Ayuntamiento de Teruel, propietario del Torico y quien deberá encargar la restauración de la obra. La escultura no tiene una declaración específica como Bien de Interés Cultural (BIC) aunque se acoge a las medidas de protección del casco histórico de la ciudad. El Torico se precipitó al suelo cuando se retiraron algunas de las maromas colocadas a la parte superior del fuste de la columna. Estas 23 sogas unían la columna de la fuente con los pilares de los soportales de la plaza y, al ser retiradas varias desde una de las partes, provocó una gran tracción que fracturó la columna el 19 de junio de 2022 y el Torico se cayó sufriendo graves daños.
La cronología y materiales del Torico despertaron numerosas teorías tras su desplome hace ahora un año, pero los responsables del Museo de Teruel siempre han afirmado, remitiendo a un informe del año 1994, que la escultura era de hierro y no de bronce como aparecía en alguna fuente documental. En el estudio elaborado ahora se plasma que un artículo publicado en el periódico El Mañana hacía referencia a los diferentes colores que había tenido el Torico: “En cuanto al bronceado, tiene también su historia. Desde que ostentó el famoso toro los cuernos con purpurina y el cuerpo cárdeno, pasando por otros colores hasta ayer que todo él aparece con tonos verdes y de oro viejo dado a gusto y satisfacción del embadurnador…”, figura en la publicación. El color cárdeno en un astado es el negro y blanco.
A esa pátina verdosa de la que hablaban en los años 20 del pasado siglo también hizo referencia Pilar Punter en el informe del año 1994 y que se elaboró a partir de en una supervisión visual realizada sobre una grúa junto con el arquitecto municipal, Roberto Alonso. De esa pintura de tonos verdes queda constancia en el análisis de las muestras realizado en el Laboratorio para el Estudio del Patrimonio Cultural Metálico (LEPCM) del Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas (CENIM-CSIC), cuyo informe final todavía no se ha recibido, aunque sí el borrador con los primeros resultados, que es el que se recoge en el documento recibido por Patrimonio.
En esa primera investigación se determina que hay un conjunto de pinturas que se han acumulado sobre el hierro con el tiempo y las sucesivas intervenciones y que quedó sellado con la intervención realizada en 2003 por trabajadores de Mármoles Llorens y, después, por expertos del Museo de Teruel.
Según los autores del informe que se ha elaborado y que servirá para conocer los pormenores de la figura a la hora de abordar su restauración, “no hay datos reales y contrastados que planteen dudas de que este Torico es el que siempre ha estado en la columna”, sentencian.
Entre los componentes hallados hay una cantidad importante de plomo, lo que lleva a plantear la hipótesis de que se aplicó minio como elemento de protección sobre la superficie de hierro de la escultura, que siempre ha estado al aire libre. Además, la elevada carga de calcio hallada en los análisis indica que parte del residuo es una pintura.
También ha aparecido azufre, un contaminante atmosférico habitual en las ciudades, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, debido a estar expuesto a polución industrial y de escapes de coches.
El documento ha sido elaborado por el Museo de Teruel y remitido a la Dirección de Patrimonio del Gobierno de Aragón, que fue la que lo encargó y que a su vez lo ha enviado al Ayuntamiento de Teruel, propietario del Torico y quien deberá encargar la restauración de la obra. La escultura no tiene una declaración específica como Bien de Interés Cultural (BIC) aunque se acoge a las medidas de protección del casco histórico de la ciudad. El Torico se precipitó al suelo cuando se retiraron algunas de las maromas colocadas a la parte superior del fuste de la columna. Estas 23 sogas unían la columna de la fuente con los pilares de los soportales de la plaza y, al ser retiradas varias desde una de las partes, provocó una gran tracción que fracturó la columna el 19 de junio de 2022 y el Torico se cayó sufriendo graves daños.
Teorías con poco fundamento
La cronología y materiales del Torico despertaron numerosas teorías tras su desplome hace ahora un año, pero los responsables del Museo de Teruel siempre han afirmado, remitiendo a un informe del año 1994, que la escultura era de hierro y no de bronce como aparecía en alguna fuente documental. En el estudio elaborado ahora se plasma que un artículo publicado en el periódico El Mañana hacía referencia a los diferentes colores que había tenido el Torico: “En cuanto al bronceado, tiene también su historia. Desde que ostentó el famoso toro los cuernos con purpurina y el cuerpo cárdeno, pasando por otros colores hasta ayer que todo él aparece con tonos verdes y de oro viejo dado a gusto y satisfacción del embadurnador…”, figura en la publicación. El color cárdeno en un astado es el negro y blanco.
A esa pátina verdosa de la que hablaban en los años 20 del pasado siglo también hizo referencia Pilar Punter en el informe del año 1994 y que se elaboró a partir de en una supervisión visual realizada sobre una grúa junto con el arquitecto municipal, Roberto Alonso. De esa pintura de tonos verdes queda constancia en el análisis de las muestras realizado en el Laboratorio para el Estudio del Patrimonio Cultural Metálico (LEPCM) del Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas (CENIM-CSIC), cuyo informe final todavía no se ha recibido, aunque sí el borrador con los primeros resultados, que es el que se recoge en el documento recibido por Patrimonio.
Restos de azufre, plomo y calcio
En esa primera investigación se determina que hay un conjunto de pinturas que se han acumulado sobre el hierro con el tiempo y las sucesivas intervenciones y que quedó sellado con la intervención realizada en 2003 por trabajadores de Mármoles Llorens y, después, por expertos del Museo de Teruel.
Según los autores del informe que se ha elaborado y que servirá para conocer los pormenores de la figura a la hora de abordar su restauración, “no hay datos reales y contrastados que planteen dudas de que este Torico es el que siempre ha estado en la columna”, sentencian.
Entre los componentes hallados hay una cantidad importante de plomo, lo que lleva a plantear la hipótesis de que se aplicó minio como elemento de protección sobre la superficie de hierro de la escultura, que siempre ha estado al aire libre. Además, la elevada carga de calcio hallada en los análisis indica que parte del residuo es una pintura.
También ha aparecido azufre, un contaminante atmosférico habitual en las ciudades, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, debido a estar expuesto a polución industrial y de escapes de coches.
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