Pilar Punter, restauradora del Museo de Teruel, con los nueve fragmentos del Torico en el laboratorio de conservación. Bykofoto/Antonio García
La restauración del Torico costará casi 10.000 euros e incluirá la restitución de las patas traseras
El estudio realizado por el Museo de Teruel calcula pérdidas del 60 % del material en las extremidades posteriores tras la caída de hace un año
El informe elaborado por los expertos del Museo de Teruel a petición de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Aragón incluye una propuesta de intervención con un coste de 9.900 euros y un plazo de ejecución de un mes y medio para restaurar la escultura del Torico, tras los daños provocados por la caída de la estatua de la que este lunes se cumple un año. Entre las principales acciones que incluirá el proceso estará la reintegración de las piezas faltantes, que son varias, entre ellas las dos patas traseras, de las que se calcula que falta el 60% de las mismas. El Ayuntamiento, que tiene la titularidad sobre el bien, será el encargado de buscar a la empresa que se ocupará de la realización de los trabajos de restauración.
Pilar Punter, restauradora del Museo de Teruel y autora del informe, indicó que para recuperar tanto la imagen como la estabilidad de la escultura es necesario hacer una reintegración del volumen, ya que el golpe provocó su rotura en diversos fragmentos y la pérdida de alguno de ellos. Llevarla a cabo sería más sencillo si se contara con todos los trozos resultantes de la fractura, aunque algunos de ellos se perdieron tras la caída del Torico, posiblemente por sustracciones de viandantes.
Hasta el Museo de Teruel llegaron un total de nueve fragmentos, el más grande el del cuerpo y la cabeza. Otros de los pedazos eran las dos puntas de los cuernos y las patas delanteras, aunque la izquierda está a su vez en dos trozos. De las patas traseras se ha perdido en torno al 60% de cada una ya que en ambos casos falta la pezuña y prácticamente toda la caña. También se extravió un pedazo intermedio de la pata delantera izquierda, equivalente aproximadamente al 15% de la superficie total, y un 5% del cuerno izquierdo, también en un tramo intermedio.
Además de la escultura propiamente dicha, se desprendió la planta rectangular a la que iban atornilladas las patas, que quedó en tres fragmentos, mientras que los tornillos mantuvieron su posición en la superficie, aunque quedaron fracturados a ras de la misma.
El informe sobre el Torico se inició en junio del año 2022, en diciembre acudieron los técnicos para tomar muestras y en marzo de este año emitieron un borrador con los datos obtenidos.
Los trabajos de recuperación del bien deben de cumplir tres objetivos, según los técnicos del Museo, por un lado restituir la estabilidad mecánica, por otro la estabilidad química, es decir garantizar su estabilidad frente a los procesos de corrosión, y el tercero es recuperar la imagen histórica del Torico.
La fractura de los cuernos muestra que el interior tiene diferencias ya que la punta del asta derecha tiene signos de corrosión. En opinión de Punter, pueden estar derivados de la fisura que ya se detectó en la supervisión realizada en el año 1994. Este extremo del cuerno aparece roto en la imagen de los milicianos con el Torico, tomada en el año 1938, por lo que se cree que fue restituido con posterioridad.
El Torico bajó del pedestal en el año 2003 puesto que se sustituyó la plataforma de piedra que lo sujeta. La figura se llevó a Mármoles Llorens y allí se actuó sobre la escultura, dándole un revestimiento de color negro con toques puntuales en blanco y cincelado de las pupilas. En el Museo los restauradores intentaron recuperar el aspecto previo con una limpieza para asemejar su cromatismo al que tenía antes de la actuación de los operarios de Llorens, además de darle dos capas de protección.
Según Pilar Punter, la escultura de hierro se encontraba en buen estado de conservación y no presentaba grandes daños previos a la caída de 2022. “La pérdida de la capa verdosa que posiblemente se aplicó en 1929 fue produciendo una superficie de oxidación con algunas picaduras”, dijo, para añadir que es importante que el documento derivado del proceso de restauración incluya propuestas para de conservación y mantenimiento.
La restauradora se mostró cauta con respecto a los usos futuros del Torico y precisó que el equipo de restauración deberá valorar los riesgos derivados de ellos, sobre todo si se trata de comprobar la resistencia mecánica. Alertó de que una obra restaurada y con piezas ensambladas tiene una menor solidez.
Pilar Punter, restauradora del Museo de Teruel y autora del informe, indicó que para recuperar tanto la imagen como la estabilidad de la escultura es necesario hacer una reintegración del volumen, ya que el golpe provocó su rotura en diversos fragmentos y la pérdida de alguno de ellos. Llevarla a cabo sería más sencillo si se contara con todos los trozos resultantes de la fractura, aunque algunos de ellos se perdieron tras la caída del Torico, posiblemente por sustracciones de viandantes.
Hasta el Museo de Teruel llegaron un total de nueve fragmentos, el más grande el del cuerpo y la cabeza. Otros de los pedazos eran las dos puntas de los cuernos y las patas delanteras, aunque la izquierda está a su vez en dos trozos. De las patas traseras se ha perdido en torno al 60% de cada una ya que en ambos casos falta la pezuña y prácticamente toda la caña. También se extravió un pedazo intermedio de la pata delantera izquierda, equivalente aproximadamente al 15% de la superficie total, y un 5% del cuerno izquierdo, también en un tramo intermedio.
Además de la escultura propiamente dicha, se desprendió la planta rectangular a la que iban atornilladas las patas, que quedó en tres fragmentos, mientras que los tornillos mantuvieron su posición en la superficie, aunque quedaron fracturados a ras de la misma.
El informe sobre el Torico se inició en junio del año 2022, en diciembre acudieron los técnicos para tomar muestras y en marzo de este año emitieron un borrador con los datos obtenidos.
Los trabajos de recuperación del bien deben de cumplir tres objetivos, según los técnicos del Museo, por un lado restituir la estabilidad mecánica, por otro la estabilidad química, es decir garantizar su estabilidad frente a los procesos de corrosión, y el tercero es recuperar la imagen histórica del Torico.
La fractura de los cuernos muestra que el interior tiene diferencias ya que la punta del asta derecha tiene signos de corrosión. En opinión de Punter, pueden estar derivados de la fisura que ya se detectó en la supervisión realizada en el año 1994. Este extremo del cuerno aparece roto en la imagen de los milicianos con el Torico, tomada en el año 1938, por lo que se cree que fue restituido con posterioridad.
El Torico bajó del pedestal en el año 2003 puesto que se sustituyó la plataforma de piedra que lo sujeta. La figura se llevó a Mármoles Llorens y allí se actuó sobre la escultura, dándole un revestimiento de color negro con toques puntuales en blanco y cincelado de las pupilas. En el Museo los restauradores intentaron recuperar el aspecto previo con una limpieza para asemejar su cromatismo al que tenía antes de la actuación de los operarios de Llorens, además de darle dos capas de protección.
Según Pilar Punter, la escultura de hierro se encontraba en buen estado de conservación y no presentaba grandes daños previos a la caída de 2022. “La pérdida de la capa verdosa que posiblemente se aplicó en 1929 fue produciendo una superficie de oxidación con algunas picaduras”, dijo, para añadir que es importante que el documento derivado del proceso de restauración incluya propuestas para de conservación y mantenimiento.
La restauradora se mostró cauta con respecto a los usos futuros del Torico y precisó que el equipo de restauración deberá valorar los riesgos derivados de ellos, sobre todo si se trata de comprobar la resistencia mecánica. Alertó de que una obra restaurada y con piezas ensambladas tiene una menor solidez.
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