Por Alberto Gracia
Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. ¡Hoy nos toca pluriemplearnos! Esta vez vamos a ser sus cocineros personales, con dos suculentas ofertas de paladar fino. Y como nos caracteriza nuestra generosidad, le vamos a regalar y explicar las recetas para que las haga en su casa.
En primer lugar, le presentamos un plato que nuestros propios clientes (e incluso nosotros y nosotras) hemos hecho alguna vez con completa soltura y a nuestra manera: “Sombras y Desencantos”. Empecemos por los ingredientes.
1. Una taza llena de expectativas personales. Asegúrese de que estas sean altas y difíciles de alcanzar, cuánto más lo sean más podrá degustar ese esencial sabor amargo característico de la desilusión.
2. Una pizca de comparación con los demás. Esta especia aporta un toque sublime de ansiedad y competencia a la receta. Cuanto más se compare con los demás, más intensa será la sensación de insuficiencia.
3. Una voz interna crítica, cantidad al gusto. Este ingrediente garantiza que cada pequeño error sea magnificado tras su horneado lento en la mente.
4. Una cucharada de perfeccionismo, que funcionará como la levadura: hará que la masa de insatisfacción crezca. Asegúrese de que estos pensamientos sean implacables y estén siempre listos para señalar cualquier error o defecto.
Como puede ver, hemos seleccionado unos ingredientes muy accesibles y que no hay nadie que no sepa dónde obtenerlos. Así se puede conseguir el mejor plato posible. ¿Le parece si pasamos a las instrucciones y el posterior emplatado?
Primero de todo, en un recipiente grande, mezcle sus expectativas personales con un toque de perfeccionismo. Remueva vigorosamente hasta que se forme una masa homogénea de metas inalcanzables. Extienda la masa sobre la superficie de trabajo y, con sus propias manos aplique presión uniforme. Asegúrese de que la masa adquiera una forma irregular, fina y frágil, lista para romperse ante la menor presión externa.
En un horno precalentado coloque la mezcla y deje que se hornee a temperatura baja. ¡Qué rico queda todo a fuego lento! Este paso permitirá que la sensación de fracaso se infiltre en cada rincón, creando una textura crujiente de insatisfacción. Mientras la mezcla se hornea, sazone con la voz interna crítica, dejando que los comentarios negativos se integren.
Mantenga en el horno hasta que la mezcla alcance un tono tostado de desánimo y las expectativas hayan colapsado por completo. Esto puede tomar tiempo, así que sea (im)paciente y permita que la presión continúe durante el proceso. Retírelo y sirva la mezcla en platos de autosabotaje y decore con reducción de desaliento. Acompañe con una guarnición de reflexiones sobre lo que "debería haber sido".
¿Se le hace la boca (o los ojos) agua? Pues esta no es la única opción de nuestra carta: aprovechamos este encuentro para presentarle nuestra adaptación de la receta a un formato más fresco, adaptativo y sano. El plato lo llamamos “Amanecer de Sabores”. ¡Y podrá ver que la receta va a tener ciertas semejanzas! Así que tal vez no le resulte compleja y, si le supusiese una dificultad, no dude en pedir ayuda a los profesionales que le estamos sirviendo.
Así pues, os presentamos los ingredientes elegidos:
1. Una taza de autoaceptación y expectativas equilibradas. ¡O bueno, que sean dos; que nos veo golosones! Este ingrediente clave proporcionará una base sólida y nutritiva, reduciendo la presión de las autoexpectativas excesivas de la receta anterior.
2. Una cucharada de perspectiva positiva. ¡Pero no se pase, o la receta puede resultar “empalagosa”! Este condimento contrarrestará la comparación social, destacando los logros propios en lugar de enfocarse exclusivamente en las aparentes victorias de los demás.
3. Una generosa porción de resiliencia. Este componente, que tanto habrá escuchado utilizar a los “cocineros y cocineras” que nos dedicamos a este ámbito, fortalecerá la mezcla, permitiendo que la masa se recupere de los errores y desafíos, en lugar de romperse ante la primera dificultad que aparezca. Es más, si la masa llegase a quebrarse esta resiliencia le ayudaría a darle de nuevo una forma deseada.
4. Afrontamiento activo, cantidades al gusto. Esto ayudará a dar otra visión a los problemas a la hora de hacerles frente, en lugar de permitir que crezcan sin control.
Todos ellos son productos frescos y de comercios cercanos. Para la perspectiva positiva y el afrontamiento activo, las tiendas “Ser Realista” y “Metas concretas” podrán ofrecer una información más detallada para enfocarse en aquellas cosas que sí puede controlar, adaptándose a las circunstancias inciertas que vayan viniendo. En cuanto a los otros dos ingredientes, lamentamos decirle que tiene que ser de cosecha propia: pues se deben cultivar aprendiendo de su proceso (no tanto del resultado final); mas siempre tendrá a un maravilloso grupo de especias para ayudarle llamadas “valores personales”. Estas serán las que te marquen qué sabores le gustan más y cómo acercar el plato a ellos; ¡y además os mostrarán diferentes formas de conseguirlos!
¿Hasta aquí seguimos bien la receta? Si le parece, le explicaremos cómo gestionar estos ingredientes para hacer el plato de manera óptima y aprovechar sus efectos nutritivos.
Antes de nada, sí que le recomendamos tener a alguien que le acompañe en la receta: una amistad, un familiar, un profesional… A su elección; pero tenga en cuenta que, si está acostumbrado a realizar recetas similares a la primera propuesta, el paso a esta nueva versión puede ser costosa al inicio.
Dicho esto, preparemos esa autoaceptación. Mézclela en un recipiente con sumo cuidado con la resiliencia. Asegúrese de que la mezcla tenga una consistencia suave y reconfortante, eliminando los excesos de autoexigencia. Es importante que la masa le permita cierta flexibilidad para adaptar su masa a sus sabores y valores personales.
Igual que en el plato anterior, extienda la masa sobre la superficie de trabajo y esta vez use un rodillo. Para evitar que la masa se adhiera a la superficie, espolvoree otro poco de perspectiva positiva; le ayudará a darle forma. Asegúrese de que la masa adquiera una textura equilibrada, resaltando los aspectos positivos y aprendizajes de cada experiencia; sin evitar las posibles imperfecciones que aparezcan en la masa. Recuerde que queremos equilibrio.
Con el horno precalentado, coloque la mezcla y deje que se hornee a fuego moderado. Este paso permitirá que la resiliencia impregne cada rincón, creando una textura flexible y resi(li/st)ente. Y mientras la mezcla se hornea, puede ir preparando una sazón de afrontamiento activo; añadiéndole aquellas especias “valores personales” que le sean más relevantes. Deje que la capacidad de abordar los desafíos se mezcle con la masa.
Nuestra receta estará lista cuando la mezcla haya adquirido un tono no muy dorado; no queremos que el plato se queme o perdería la jugosidad de las metas realistas y alcanzables. Retire del horno y sirva la mezcla en platos de gratitud e incluso, si se siente con ánimo, acompañe con una salsa de autoaprecio y autocompasión. Recomendamos servirlo mientras celebra los pequeños logros y aprendizajes cotidianos con las personas que le importen (le incluye).
Como podrá ver, la cocina puede dar mucho de sí; pero no pretendemos que siempre se decante por una receta y la siga de forma estricta y rígida. Es esencial recordar que las recetas pueden ser modificadas y adaptadas a la realidad de los ingredientes que tenga a su disposición. La clave va a ser cocinar con empatía y amabilidad hacia su propia persona; le dará una receta de vida más sabrosa y satisfactoria. Dicho esto…
¿Qué plato desea que le sirvamos? ¡Buen provecho!
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