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Buñuel en Sunset Boulevard Buñuel en Sunset Boulevard

Buñuel en Sunset Boulevard

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José Baldó

Son muchos los grandes momentos de la historia en los que me hubiera gustado estar presente: visitar la antigua Grecia, participar de los grandes inventos de la humanidad, pasear por la Italia del Renacimiento y codearme con Leonardo o Miguel Ángel. Reconozco que todo eso estaría muy bien, pero soy una persona de gustos más terrenales y un mitómano casi enfermizo que se muere por el cine, y si es clásico, mejor todavía. Este año se cumple el cincuenta aniversario de un acontecimiento menos trascendental para el devenir del ser humano pero fascinante para el aficionado al séptimo arte.

En el invierno de 1972, algunos de los directores más importantes de Hollywood (George Cukor, William Wyler, George Stevens, Robert Wise, Billy Wilder, Rouben Mamoulian, Robert Mulligan, Alfred Hitchcock y John Ford, este último ausente en la fotografía) se reunieron para homenajear a nuestro cineasta más universal, Luis Buñuel. Organizado en la suntuosa mansión de Cukor, el banquete aprovechaba la visita del maestro calandino al Festival de cine de Los Ángeles con motivo de la presentación de El discreto encanto de la burguesía (al año siguiente, el film sería galardonado con el Oscar a mejor película extranjera). El encuentro fue inmortalizado por el fotógrafo Marv Newton para Los Ángeles Times y les juro, poniendo la mano derecha sobre mi ejemplar de las memorias de Buñuel, que es uno de mis pasajes favoritos de la intrahistoria del cine. Una reunión de profesionales con puntos de vista diferentes acerca de la vida y las historias, pero con el mismo amor y dedicación al oficio de hacer películas.

Un viejo conocido de esta sección, Alfred Hitchcock, admiraba la obra de Buñuel. Incluso, como recoge éste en su libro Mi último suspiro, “en varias ocasiones había cantado sus alabanzas en público”.

El autor de Vértigo insistió en sentarse a la mesa junto al cineasta aragonés, le habló de vino, de comida (estaba a régimen) y de su fascinación por Tristana y la pierna amputada de Catherine Deneuve. Me imagino al bueno de Hitch, como un niño rechoncho y sonrosado, interrogando a don Luis sobre detalles íntimos del film.

-Luis, my friend, háblanos de la pierna de Tristana.

-Por favor, Alfred, ¡que estamos comiendo!

Bromas aparte, basándose en la fotografía, Manuel Hidalgo escribió un libro apasionante titulado El banquete de los genios. Una obra donde el periodista analiza las personalidades de sus protagonistas e, incluso, propone posibles afinidades existentes entre sus filmografías. Más allá de las adaptaciones que Wyler y Buñuel hicieron de la novela Cumbres borrascosas, encontramos conexiones mucho más fuertes con el cine del omnipresente Hitchcock. Ambos utilizan temas que emparentan sus películas como si fueran el complemento perfecto para un programa doble: Él y Psicosis (la figura del psicópata), Belle de Jour y Marnie, la ladrona (la represión sexual).

Siempre es buena idea recuperar la obra del llamado “alquimista del cine”, pero es todavía mejor hacerlo durante estos días en los que nuestra ciudad celebra la quinta edición del rally cinematográfico Desafío Buñuel. Desde el próximo miércoles y hasta el sábado 27, cuatro equipos rodarán y montarán sus cortometrajes tomando como punto de partida la película de 1977, Ese oscuro objeto del deseo. Recorrer la filmografía de Buñuel es asistir a la obra de un creador absolutamente libre, un cineasta de esos que, según José Luis Garci en sus Telegramas cinéfilos (Reino de Cordelia), “inventan el cine cada vez que miran por la cámara”.

Un año más, los directores y guionistas tomarán las calles, los actores y actrices nos regalarán su arte y Teruel dejará constancia ante las cámaras de lo que realmente es… una ciudad de cine.

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