

Trump levanta el bolígrafo de los decretos y todos acudimos corriendo; a contrarrestar los efectos de sus ocurrencias, vale, pero allá que vamos a toda prisa. Era lo que él buscaba y lo que todos temíamos. Sus aranceles no nos han dado el miedo suficiente para dejarnos manipular como él había planeado y además, han levantado grandes suspicacias entre la industria americana, así que inmediatamente, el llamado hombre más poderoso del mundo libre ha blandido la amenaza de la tercera guerra mundial. Entonces sí. Cumbres de la UE, formales e informales, han llenado las agendas de los líderes europeos que han encontrado en el enemigo común la excusa perfecta para apelar a una unión que parece más nominal que otra cosa.
Ni los desaires recurrentes de Orban son ya un problema, porque ahora no gastamos en armas, invertimos en seguridad. Que no me atrevo yo a decir que no sea necesario, pero me llama la atención que haya sido la compra de armamento al país que amenaza con usarlo si no se lo compramos, la que nos haya unido más que ninguna otra necesidad imperiosa. Hablando de necesidades y de urgencias, aquí en España las tenemos todas: vivienda, sanidad, educación, precariedad laboral…pero ha habido que esperar a que Trump levantara el bolígrafo amenazador para que nuestros dirigentes hayan creído imprescindible reunirse. La ronda de contactos del jueves fue un fracaso, pero el mero hecho de que haya una ronda de contactos en este país, aunque sea para elegir el mejor baile regional, ya es una feliz anomalía. PSOE y PP coinciden en la necesidad de aumentar el gasto militar, dicen, ante la gravedad de la situación.
Lo que no dicen es que por muy apremiante que sea la llamada de Europa, es mucho más importante no dejar que el enemigo político se apunte un tanto con la respuesta. Eso sí que es capital. Y yo me pregunto: la solución de los innumerables problemas de los ciudadanos a los que aseguran servir, forma parte de lo que los une o de los que los separa.
Ni los desaires recurrentes de Orban son ya un problema, porque ahora no gastamos en armas, invertimos en seguridad. Que no me atrevo yo a decir que no sea necesario, pero me llama la atención que haya sido la compra de armamento al país que amenaza con usarlo si no se lo compramos, la que nos haya unido más que ninguna otra necesidad imperiosa. Hablando de necesidades y de urgencias, aquí en España las tenemos todas: vivienda, sanidad, educación, precariedad laboral…pero ha habido que esperar a que Trump levantara el bolígrafo amenazador para que nuestros dirigentes hayan creído imprescindible reunirse. La ronda de contactos del jueves fue un fracaso, pero el mero hecho de que haya una ronda de contactos en este país, aunque sea para elegir el mejor baile regional, ya es una feliz anomalía. PSOE y PP coinciden en la necesidad de aumentar el gasto militar, dicen, ante la gravedad de la situación.
Lo que no dicen es que por muy apremiante que sea la llamada de Europa, es mucho más importante no dejar que el enemigo político se apunte un tanto con la respuesta. Eso sí que es capital. Y yo me pregunto: la solución de los innumerables problemas de los ciudadanos a los que aseguran servir, forma parte de lo que los une o de los que los separa.