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Saber o no saber. Para muchos, o pocos, (eso sí que nunca lo sabemos) esa parece ser la cuestión : si Yolanda Díaz era consciente de que los perceptores del recién subido salario mínimo interprofesional iban a tener que pagar el IRPF antes de apuntarse el tanto en su cada vez más mermado marcador personal.
Según CC.OO., el SMI tiene impacto, sobre todo, entre la población que soporta peores condiciones laborales y salarios más bajos. Su perfil habitual: mujer de menos de 35 años con contrato temporal en sectores como agricultura, hostelería o comercio. De todas las cuestiones cruciales que encierra este estudio, apenas he visto titulares, ni comentarios, ni análisis. O lo que es lo mismo, para algunos medios de comunicación de este país, lo fundamental es poner el foco en los desencuentros entre los socios de gobierno y no los problemas estructurales que sufren los 2,5 millones de personas, un 12% de la población española, que cobra este salario ridículo.
A ellos se suman quienes callan cuando se publican las constantes subidas de los beneficios empresariales o de los sueldos de sus altos directivos, reclamando ahora al gobierno justicia fiscal. Ni a unas ni a otros (y los nombro conscientemente en masculino porque apenas hay mujeres entre ellos) se les deben subir los impuestos, claman, se llevarían sus negocios a otros países y su impagable talento con ellos. Sin embargo, les parece profundamente injusto que de la irrisoria subida del SMI, la hacienda pública se quede con el 40%. LO ES.
Pero esta injusticia es un síntoma de la enfermedad del sistema fiscal español, y no el problema. De nuevo, reenfoquemos, o de tanto forzar el objetivo, perderemos de vista que los medios de comunicación deberíamos ayudar a encontrar el origen de nuestros males y no solo señalar sus consecuencias. Más aún, cuando eso suponga alentar conflictos que acabarán convirtiéndose en problemas reales. A no ser que sea eso lo que pretendamos, entonces lo estamos haciendo bien.