Año 221 a.C. Qin Shi Huang, soberano del reino de Qin, tras conquistar todos los reinos que conformaban el antiguo Imperio de los Zhou y algunos pueblos circundantes, se autoproclamó primer emperador de la China unificada e inició una nueva dinastía. La unificación territorial vino acompañada de la regulación y estandarización de pesos y medidas, el establecimiento de la unidad monetaria y de un sistema de escritura común. Todas estas medidas favorecieron el crecimiento económico y el progreso, pero se tuvo que pagar un precio muy alto: el pensamiento único impuesto por el legalismo, la corriente filosófica, y a la vez ideología política, que llegó a ordenar la quema de libros de otras corrientes, como el confucianismo y el taoísmo, y la persecución de sus maestros. Eso sí, la gran cantidad de recursos generada y la ingente mano de obra disponible (condenados, prisioneros de guerra y campesinos “voluntarios”) permitió que la dinastía Qin fuese responsable de algunos de los mayores logros arquitectónicos chinos. Y sí, uno de ellos fue la Gran Muralla China.
Durante el último periodo de los Zhou, se levantaron muros defensivos que rodeaban los diferentes territorios para protegerse de sus enemigos. Cuando Qin Shi Huang conquistó el resto de reinos, destruyó lo que ahora eran muros interiores dentro de su gran imperio, pero ordenó la conexión entre las murallas septentrionales preexistentes y la construcción de otros tramos que formarían una primera línea continua y que sería la precursora de la actual Gran Muralla. En realidad, no es una gran muralla. Lo que muchos han considerado la octava maravilla del mundo antiguo es más bien un entramado de muros y distintas estructuras defensivas construidas por las diferentes dinastías (la mayor parte data de la dinastía Ming, entre 1368 y 1644) a lo largo de unos 8.800 km entre los dos puntos más distantes y más de 21.000 km si tenemos en cuenta todas las ramificaciones. Lógicamente, cualquier proyecto quedaría ensombrecido frente a tamaña construcción, incluso siendo obras espectaculares, trabajos adelantados a su tiempo y que, hoy, más de 2000 años después, todavía siguen en funcionamiento.
1.- Canal Lingqu
-Tiene 32 km y conecta el río Xiang con el Li.
-Fue el primer canal del mundo en conectar dos cuencas fluviales.
-Vía de comunicación para el movimiento de tropas y abastecimiento, lo que aceleró el proceso de conquista en el sur de China.
Ha sido incluido en la Lista provisional de sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
2.- Sistema de irrigación Dujiangyan
-Para evitar las inundaciones provocadas por el río Min e irrigar la planicie de Chengdu.
-Funciona sin interrupción desde su creación y se ha ido modernizando hasta la actualidad, convirtiendo a la región en una de las más fértiles de China.
3.- Canal Zhenggou
Conecta los ríos Jing y Luo
-Tiene 150 km
-Permitió la irrigación de la llanura de Guanzhong
-Sigue en funcionamiento.
Aunque la dinastía Qin solo duró quince años, apenas sobrevivió a la muerte de Qin Shi Huang en 210 a.C., fue la dinastía que unificó China y sentó las bases para todas las que siguieron. ¿Y ya está? No, porque Qin Shi Huang tenía que irse a lo grande para convertirse en eterno... ¿Os suenan los guerreros de terracota? Pero eso ya es otra historia.
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