Corre el rumor que todo tiene que ser útil. Lo que antes eran charlas, amenazas, insultos, loas, abrazos o besos entre amores de bar y cenas de amigos, ahora se han convertido en producto. Producto y produce, que todo vende. Y grábalo, por si acaso. Eso luego lo peta. Todos queremos la viralidad. La viralidad por siempre. La viralidad hasta el infinito. Viraliza este tema, corre, cae, calla o espera, pero haz algo, capullo. Quiero meterme endorfinas con los me gustas.
Alguien dijo que lo que antes no importaba ahora son metadatos, la metadona del sistema, que quiere más. Los popes de la nueva vida lo saben, y lo compran. Los niños, no. Los niños lo intuyen y participan, como hubiesen participado si hubiesen crecido en la esclavitud más absoluta. Da igual. Graba y difunde.
No caben aquí los conocimientos, la inteligencia será artificial porque para entonces ya solo nos quedarán las redes y el cerebro se habrá consumido en discusiones estériles sobre la ocupación tecnológica de nuestras mentes.
Soy un ciborg. Llevo un sensor de azúcar en el brazo. Pronto dejaremos que nos hagan colonoscopias metaversianas porque se pondrán de moda, como los putos gintonics rosas.
Ábrete Sésamo, lo tenemos chupado. Qué más da la democracia, la cultura o los versos.
Profe, esto no sirve para nada. Solo sirve si lo grabo y pongo corazones. O tiro al vecino por las escaleras y grabo. Graba. Graba. Grava que desliza el hormigón líquido de nuestras vidas por el retrete del metaverso.
Somos útiles de lo inútil. Sujetos a las mentiras que nos aclaran lo que no sabemos pero creemos. Dogmáticos contra la revolución porque la revolución no espera y, creen los modernos, no se hace en la calle.
Si no sabemos es porque no nos motivan. Motivación y coaching. Tontos al cuadrado. Yo también. Y tú, no te rías, lo sabes. Es bueno saberlo. Es el mejor remedio contra la contrariedad.
Hegemonía de lo útil. Para qué saber si no sabemos el dónde o el cómo. Y aquellos que en sus torres pétreas nos vigilan porque deseamos ser vigilados te compran por piezas. Ciborgs del mañana. La nada. El juego de una vida irrespetuosa con la vida misma.