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Zaragoza contra Aragón Zaragoza contra Aragón

Zaragoza contra Aragón

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Javier Silvestre

Fue el sociólogo Mario Gaviria el que acuñó esta expresión en 1974 para denunciar lo que los muchos aragoneses rebautizamos décadas después como Zaragón. Y leo un titular en El Confidencial que reza: “El plan de Teruel Existe para Zaragoza: un edil y repartir su crecimiento con el resto de Aragón”. En el texto se asegura que “el objetivo es presentarse al Ayuntamiento de Zaragoza a través de la marca Aragón Existe y lograr, como mínimo, un concejal para limitar en cierta medida el auge de la capital respecto al resto de la comunidad, tanto en el plano poblacional como en peso económico”.

No sé si las intenciones de Aragón Existe pasan por “limitar” el crecimiento de la capital aragonesa para poder favorecer a las siempre denostadas provincias de Huesca y Teruel, pero tengo claro que ninguna fuerza política debería ponerse como objetivo frenar el crecimiento de nadie. No se trata de entrar en las instituciones para destruir, sino para construir juntos… porque Aragón somos todos. Zaragoza, también.

El artículo apunta, no sin cierta mala leche, que “la ciudad de Zaragoza supone más del 50% de la población de Aragón y su peso político, social, cultural y económico es más que notable respecto al resto de la región. Y, con el discurso de Zaragoza contra Aragón, también emergen las críticas sobre la financiación abultada y especial que recibe Teruel desde hace décadas, en contraposición con Huesca.” ¡Vaya!, un “divide y vencerás” en toda regla.

Desconozco si en Huesca, como asegura la información, hay un malestar respecto a nosotros, sus vecinos del Sur. Personalmente, no me consta. Quizás el agravio comparativo del que habla el periodista tiene que ver con las inversiones realizadas estos años con Motorland en Alcañiz, el aeropuerto de Teruel o el recién estrenado Observatorio Astrofísico de Javalambre. Se olvida de que Huesca, además de estar conectada con la alta velocidad con Zaragoza y Madrid desde hace años, aglutina cinco de las grandes estaciones de esquí de nuestro país (de las cuales tres son de titularidad pública) y que nos dobla en cifras de Producto Interior Bruto.

“¿Por qué Teruel obtiene el cariño millonario y Huesca siempre es relegada?”, se pregunta el mismo periodista (que tiene cierta fijación con este tema) en otro artículo publicado en diciembre. “La provincia de Huesca exige un plan especial de inversiones públicas, al mismo nivel del que Teruel recibe desde hace 30 años, por valor de 1.200 millones de euros”, recalca en su texto al tiempo que cuestiona la utilidad del FITE (Fondo de Inversiones de Teruel) asegurando que “desde 2017, el aeropuerto de Teruel ha recibido 76 millones, el parque paleontológico y de dinosaurios Dinópolis, más de 17 millones, o el observatorio Astrofísico de Javalambre, más de ocho millones”. El presidente de la diputación oscense, Miguel Gracia, habla de "agravio" y "desequilibrio" y apunta que “no pretendo que se reste de otras provincias, pero Huesca está a una distancia tremenda de Zaragoza y Teruel". 

A medida se acerque el 28 de mayo y tengamos que ir a votar se intensificarán los “¿qué hay de lo mío?” cuando lo más inteligente sería preguntarse “¿qué hay de lo nuestro?”. Porque puestos a fragmentar, también las comarcas zaragozanas podrían quejarse de la hegemonía de la capital. Aprovechemos el tirón de Zaragoza para crecer juntos. Descentralicemos, pero con cabeza (no por el mero hecho de descentralizar como pasa actualmente). Analicemos las fortalezas de cada territorio para exprimir nuestras oportunidades de desarrollo. No nos reprochemos nuestras debilidades y las convirtamos en las ya manidas armas arrojadizas contra el hermano mayor.

No caigamos en el “Aragón contra Aragón” porque saldremos perdiendo los de siempre: todos los aragoneses. 

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