Nada menos que 100 grafitis ha hecho una impresentable de 19 años por toda la ciudad para reivindicar que no se coman animales. “Mata Policías, no animales", “Picoleto muerto, abono pa’ mi huerto”, "Mata políticos, no animales", "Caza políticos, no liebres" o "Come ricos, no animales"... eran algunas de las preciosas consignas que ha ido plasmando por diferentes edificios de toda la capital una chica que ha sido detenida. El programa Conexión Aragón informaba este jueves que se trata de “una joven estudiante universitaria” y que reparar los daños causados en el mobiliario público ascienden a 6.000 euros.
Lo más impactante del tema, es que la Policía la identificó porque la chiquilla en cuestión se dedicaba a subir a redes sociales sus obras pictóricas clandestinas. Es decir, que en el fondo lo hacía para darse la notoriedad que debe faltarle en su día a día. ¡Hay que ser tonta para delinquir y alardear de ello en redes!
Lo que no entiendo es cómo alguien así puede haber llegado a la Universidad. Bueno, sí que puedo entenderlo vistos los planes educativos aprobados en las últimas dos décadas. Y analizada la calidad literaria de las pintadas, tampoco creo que haya cursado una rama de letras (si es que aún existe). Pero lo que tengo claro es que esta artista del spray no sólo debe pagar la multa, también debería limpiar ella todas las paredes que ha ensuciado. Y ya que le gusta tanto alardear en redes de sus proezas animalistas, que lo suban a Instagram y Tik Tok para ver si gana algún seguidor tan simple como ella.
A los universitarios siempre se les presume un aire revolucionario que se va extinguiendo con la edad. Y si bien es cierto que ese ingenuo intento de cambiar el mundo que experimentamos con 18 años nos lleva a cometer errores, lo de la chavalería de ahora es para preocuparse. Sus valores duran tanto como una story de Instagram y se mueven más por el “me gusta” que por convicciones reales. Quieren notoriedad y que sus fechorías sean virales. Pero en un mundo globalizado, hay que subir la apuesta si quieres que alguien te haga caso.
Por eso, si esta pobre niña hubiese sido animalista hace 20 años, a lo sumo habría hecho una sola pintada, habría pegado carteles anunciando una charla o repartido octavillas a las puertas del Alvimar de aquella época. Pero en 2023 toca hiperbolizar la protesta para que te saquemos en la tele. Pegarse a un cuadro, pegarse a una carretera, pegarse a un escaño en el Congreso… (¡qué manía con usar Loctite, con lo que contamina!)
Y, claro está, insultar, amenazar y despreciar al que no piensa como tú. Policía, malo. Político, malo. Rico, malo. Yo, buena. No he querido esmerarme en indagar la identidad de este prodigio de la rima con la que nos ha tocado compartir ciudad. Pero como nos descuidemos resultará que tiene familiares en alguna comandancia y que grababa sus fechorías con un móvil de mil euros. Sin embargo, le voy a dar ese ratito de fama que tanto busca, pero para que se le caiga la cara de vergüenza.
Porque en Teruel muchos saben quién eres y aunque te sientas eco-guay por haber hecho lo que has hecho, en el fondo, demuestras las poquitas luces que tienes. Y no lo digo porque rechaces comer animales (que me parece lo más respetable del mundo para quien quiera hacerlo) sino porque mentes brillantes como tú consiguen el efecto contrario al que persiguen. Mira, te pongo un ejemplo a ver si lo entiendes mejor.
En junio de 2001, cuando tú ni habías nacido, un grupo de eco-guays como tú (a ver si te crees que esto lo han inventado los de tu quinta), denominado el Frente de Liberación Animal decidió asaltar una granja de visones en la Puebla de Valverde. Liberaron 13.000 ejemplares de los 20.000 que había. ¿Y sabes lo que ha pasado? Que estos entrañables animalitos han colonizado buena parte del sur de la provincia de Teruel así como Castellón y Valencia cargándose a numerosas especies autóctonas.
Quieres ser eco-guay pero te quedas como una triste becaria de ecoterrorista. Y lo único que has conseguido demostrarnos es que, además de una capacidad nula para la rima, no tienes ni puñetera idea de lo que defiendes. Espero que el susto te ayude a ser un poco más lista. La juventud es un trastorno que se cura con el tiempo. Se te pasará.