No pude evitarlo. Cuando el grupo de Whatsapp llamado “Vaquilleros por el mundo” se reactivaba esta semana por sorpresa para enviarnos el cartel ganador de las Fiestas del Ángel 2022. Es un grupo donde estamos un numeroso grupo de amigos que residimos fuera de Teruel y que nos vemos de pañuelico en pañuelico. Llevamos, en algunos casos, más de dos años sin vernos. Al instante, en otro grupo llamado “Los Sordos”, y que tenemos el grupete de amigos que somos de esa peña, estalló el júbilo y la alegría al constatar -quizás con cierta incredulidad tras dos ediciones de desazón- que queda un mes y una semana para volver a disfrutarnos en estado puro.
No ha sido hasta que ha llegado el fin de semana cuado he podido entrar a admirar (reitero la palabra admirar) detenidamente el cartel ganador de este año, obra de María Giménez Fortea. Me ha dado un pellizco el corazón, porque ha conseguido fundir a nuestro toro con el ángel custodio. Ha transformado a la bestia en un ser alado que parece flotar sobre un sol gigante y blanquecino. Sus líneas, simples y poliédricas, hacen que el toro parezca ingrávido sobre una composición pura, donde no falta ni nuestra estrella de ocho puntas, ni el pañuelico que añoramos desempolvar el próximo 9 de julio.
A cada uno, faltaría más, este cartel le evocará cosas diferentes. Y le gustará más o menos. Pero yo, al mirarlo, no puedo dejar de pensar en los que ya no están. Ha habido algunas peñas diezmadas, literalmente, por la maldita pandemia. Y personalmente, en ese toro alado, veo a muchos vecinos y a algún conocido al que con suerte saludaba con un seco golpe de cabeza en la escalera durante el año, pero con quien me agarraba del hombro en una charanga en cualquier Vaquilla. Por eso la obra ganadora este año me gusta especialmente, porque para mí es un homenaje a los que ya no están. Un homenaje simple, sin estridencias y estéticamente incontestable.
Eso sí, leo asombrado que sólo 2.346 votos han sido validados para elegir el cartel de este año. Y no doy crédito. Una votación abierta, por internet, donde todos podemos participar -turolenses censados y amantes de la Vaquilla-. Es más, la obra ganadora ha contado con 565 votos (un 25% del total). No entiendo que poco más del 6% de los turolenses haya votado, la verdad. No sé si se trata de un fallo de comunicación del Ayuntamiento (yo, personalmente me enteré tarde de la votación aunque no valgo como ejemplo de nada) o si la gente no es capaz ya ni de mover un dedo en su móvil para decidir qué imagen daremos a propios y extraños tras dos años con la gorrinera y la faja en un armario.
Suelen gustarme los carteles ganadores de la Vaquilla. Y no olvidaré jamás aquél de 2010 que combinaba un torso humano con unas astas de toro, la soga y la plaza del Torico. Me gustó tanto que me hice con una copia que guardo con cariño.
Hay que entender que el cartel de las Fiestas del Ángel, para muchos, es algo más que un diseño original. Es un paladear lo que está por venir, es un añorar lo que quedó atrás, es reflexionar sobre la fugacidad del tiempo al medir los años en Vaquillas… Creo que es justo agradecer a todos los que, edición tras edición, dedican tiempo, esfuerzo e imaginación a que a miles de kilómetros, a alguno se le salte una lagrimita al ver que nuestra Vaquilla está a la vuelta de la esquina. Este año, con más ganas que nunca, y recordando a los ángeles que hemos dejado atrás. Va por ellos.