Violeta Gil, dramaturga, traductora y escritora: “Muchas de las heridas que generó la guerra y la posguerra han seguido sin ser tratadas”
La segoviana visitará el jueves la librería Santos Ochoa de Alcañiz para hablar sobre ‘Llego con tres heridas’Violeta Gil es una dramaturga, poeta y traductora de Hoyuelos (Segovia), que debutó hace tres meses con una novela, Llego con tres heridas, de excelente acogida por la crítica. En ella refleja una historia de dolor de su familia que se puede extrapolar a la de todo un país. Este jueves, 12 de enero, estrena a las 20 horas el ciclo A Puerta Cerrada en la librería Sanchos Ochoa de Alcañiz, donde mantendrá un encuentro con los lectores del Bajo Aragón.
-¿Qué propone en ‘Llego con tres heridas’?
-Es una novela en buena parte autobiográfica, que consta de tres partes. Las dos primeras tienen mucho que ver con mi padre y con mi abuelo, y aunque haya ficción y construcción literaria tienen más que ver con mi propia biografía. La tercera parte tiene más que ver con el personaje que he creado, y también tiene más de ficción, o más bien de deseo, como una proyección de lo que me hubiera gustado que fuera. El libro desnuda una parte importante de mi intimidad. Yo provengo de la escena teatral, y he publicado poesía concebida para ser representada, recitada, con un espectáculo con el que hemos girado. Así que esa intimidad también viene porque es la primera vez que publico algo para que su lectura sea un ejercicio individual de cada uno, sin la mediación de un actor o un recitador. Pero esta historia era grande y pesada para mí, y necesitaba de este formato.
-¿Como ha sido en lo formal el cambio de registro? ¿Se encontró cómoda en la novela?
-Requiere un proceso más largo y reposado, y la verdad es que la vida en el ámbito de la creación dramática es precario, por lo que es difícil dedicarle a una novela tiempos largos. Estoy convencida de que la actual falta de gran novela, de esas novelas largas del siglo XIX, tiene que ver con que la economía no permite dedicar el tiempo necesario. En mi caso ha sido una exploración del lenguaje muy interesante, que también tuvo que ver con limpiar mucho, cortar y atreverse a tirar a la papelera muchas páginas.
-¿La historia tiene que ver con su relación con su padre?
-Sobre todo con la ausencia de mi padre, que marcó mucho mi vida y la de la gente que me rodea. Pero la aprovecho para hablar de un asunto que ees más generacional, de la comunicación, o más bien de la falta de la comunicación entre mi generación y la de mis padres, y también de la de mis padres con mis abuelos, que, en mi opinión, ha marcado mucho la historia de España. Y con mucho sentido, porque las circunstancias fueron las que fueron, y el silencio que generó la guerra y la posguerra fue el que fue. Desde mi posición es difícil juzgar eso porque no lo he vivido, pero es cierto que muchas de esas heridas que se generaron han seguido sin ser atendidas. Por eso esta novela habla de una herida personal y familiar, pero atravesada por la de un país. De algún modo la una sirve de metáfora sobre la otra.
-Dedicándose al mundo de la escena... ¿por qué no dio a su historia un formato dramático?
-Nosotros dirigimos nuestros propios textos, que se escriben no para ser leídos sino para ser interpretados. Y sí que tuve la idea de hacer una pieza escénica sobre el tema, que conviviera con el libro. Disfrute de una residencia creativa en el espacio Etopía de Zaragoza, durante dos meses y medio en verano de 2021, y allí pasé tiempo escribiendo y también hicimos junto a dos amigos cineastas, Víctor Iriarte y Elena López Riera, una pequeña representación de lo que podría haber sido esa pieza escénica. Pero después la intuición de que la historia debía de ser novela se impuso, y de momento hemos dejado de lado esa dramaturgia. Todavía es pronto para ver representada esa historia de forma repetida, y el libro me da la oportunidad de darla por cerrada.
-¿Se trata en parte, entonces, de exorcizar sus fantasmas?
-No sé si exorcizar, pero si de encontrar la paz con una historia que marcó mi vida. Las generaciones que más sufrieron fueron la de mis padres y mis abuelos, y sentía que yo tenía la responsabilidad de cerrarla.
-¿Le han quedado ganas de seguir haciendo novela?
-Muchas. El teatro es mi medio, donde más cómoda me encuentro, pero requiere de otros medios y de otras personas. Y me ha encantado la posibilidad que te da la novela de escribir en un rincón a solas, con una misma. Esa libertad me ha gustado mucho, tanto que ya tengo alguna idea en la que estoy empezando a trabajar. Pero tendré que perfilarla poco a poco, porque en febrero de 2024 tenemos nuestro próximo estreno, y eso significa que hasta más adelante no podré dedicarle todo el tiempo que necesita.
-Este jueves estrena en Librería Santos Ochoa de Alcañiz el ciclo A Puerta Cerrada, compareciendo a las 20 horas... ¿Le gusta el contacto con el lector?
-Pues va a ser la primera vez que esté en un encuentro de este tipo y me da algo de susto, la verdad. En el ámbito de las artes escénicas estoy acostumbrada a los encuentros con el público tras cada función, y siempre son complicados, porque el espectador acaba de ver la obra y todavía no la ha digerido como para conversar sobre ella de un modo que no sea algo torpe. En este caso quizá como la gente haya leído el libro con anterioridad será distinto, y la conversación estará más meditada. Y aunque me dé un poco de susto, creo que allí estaré bien acompañada.
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