Julio Martínez, agricultor: “Si se conoce y se valora la judía autóctona de Crivillén, eso vale parte del tiempo que invierto”
Cultiva olivares, almendreras y hortalizas, y pone en valor la legumbre pinta, tierna y singular de su puebloJulio Martínez regresó definitivamente hace ocho años a su pueblo, Crivillén. Técnico agrícola de formación, ha apostado por cultivar los campos de olivar, almendro y hortalizas de sus vecinos para ganarse la vida. Antes ya se había interesado por cultivar y promocionar la judía pinta autóctona de esta localidad de Andorra-Sierra de Arcos, con ficha en la Red de Semillas de Aragón, que vende cada jueves de otoño en el Agromercado NorteTeruel de Andorra.
-¿Cómo comenzó a cultivar la judía seca de Crivillén?
-Llevo viviendo ocho años en el pueblo y empecé a coger huertos. A través de un amigo de mis padres conseguí un sobre de semillas y empezamos produciéndola para consumo de casa.
-¿Qué tiene de singular?
-Es una judía que es muy tierna, por lo que se cocina en muy poco tiempo. Es muy suave. Tiene un color marrón canela, y lo único malo es el enrame.
-¿A qué se refiere?
-Tengo que ponerle caña, no es de mata baja. Esto lleva mucha más faena. Este año he puesto parte con panizo para que me sirva de tutor, pero ha venido el tiempo del revés. Cuando tenía que llover, ha habido mucha sequía y la balsa no se llenaba. Y cuando estaba hecha empezó a llover, y cuando llueve se hincha, se rompe la piel y con la niebla se pudre. Ha sido un año complicado. El año anterior hice una estructura con cañas que por el viento se fue toda al suelo. Cada año es una guerra.
-Aún así, sigue cultivándola. ¿Le reconforta comer una judía que lleva el ADN de su pueblo?
-En los mases de Crivillén decían siempre que era una judía buenísima que se apreciaba mucho. Ahora he puesto en los mases y junto a la carretera. Mi madre es muy de comida natural y la verdad es que, cuando la hacemos en casa, resulta muy buena, muy fina. Y eso que nosotros nos comemos los rechazos.
-¿Qué opina de esta legumbre la gente que la compra en el agromercado de Andorra?
-Les gusta y suelen repetir. En supermercado es mucho más barata. Yo la tengo a 10 euros el kilo pero no es que sea ecológica: es que es totalmente natural. Yo la siembro, la riego, la encaño y la recojo, no le echo absolutamente nada. No tiene tratamiento ninguno. La gente me dice que aunque la pusiera a 50 euros el kilo perdería dinero, y seguramente tengan razón. Pero si se conoce y valora, eso vale parte del tiempo que invierto.
-¿Cuánto produce al año?
-Este año he puesto 2.500 golpes, con tres judieras por golpe. Con esto, un año corriente, puedes tener 250 kilos, pero este año no sacaré sino 30 o 40 kilos.
-¿La vende toda en Andorra?
-Casi toda. Llegué al mercado por Belén, de la Ojinegra, que es todo entusiasmo. Ella la ha metido en la carta de su restaurante en Alloza y hace mucho por darle publicidad. Yo me centro más en la producción, con dolores de cabeza. Se la lleva también la gente del pueblo y los que se enteran de que existe por el entorno.
-¿Está plantando más desde que sabe que gusta?
-Sí, el primer año igual puse 500 golpes, luego 1.500 y ahora 2.500. Este año es cuado más he puesto. También trabajo olivos, almendros y huerta de hortaliza, aunque para la próxima temporada igual me centro sobre todo en la cebolla.
-¿Cuándo siembra y cuándo recoge la judía?
-La siembro para el 13 de junio, San Antonio, y la recojo cuando está seca, que puede ser en octubre o a finales de noviembre. Paso manualmente y cuando veo que están, voy quitando, por si viene niebla y se me pudren.
-¿Y es agricultor desde que vive en Crivillén o ya lo era de antes?
-Yo vivía en Valencia, pero siempre me ha gustado el pueblo y un día dije que vendría y me quedaría. Estuve trabajando en la Venta de la Pintada y luego en el convento del Olivar. Pero yo soy técnico agrícola de formación y me gusta mucho el campo, por lo que me dije: ¿Por qué no probar a hacer algo? Llevo de autónomo dos años.
-¿Trabaja tierras de otros?
-Campos míos apenas tengo porque mis abuelos vendieron casi todo. Yo trabajo tierras que son de particulares, como olivos, almendros y hortalizas. A cambio, les doy a los propietarios una parte de la producción.
-¿Cómo ve el futuro de la agricultura con tanto cambio de tiempo?
-Es muy inestable. Me dicen que igual que vienen años buenos, vendrán malos. Pero el tema de las aguas sí es verdad que va mal. Este año es el que más ha llovido de los últimos, pero también es verdad que veníamos de una fuerte sequía. A nivel de material para trabajar hay mucho, pero siempre estaremos pendientes del cielo. Pero tengo ganas e ilusión, que es lo que me hace seguir adelante.
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