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Guillermo Claramunt, recreador participante en la I Batalla de la Fuensanta: “Tuvimos varios daños y hubo que sacar un uniforme y un fusil del barro tras la dana” Guillermo Claramunt, recreador participante en la I Batalla de la Fuensanta: “Tuvimos varios daños y hubo que sacar un uniforme y un fusil del barro tras la dana”
Guillermo Claramunt, en el campamento militar instalado junto a la Fuensanta

Guillermo Claramunt, recreador participante en la I Batalla de la Fuensanta: “Tuvimos varios daños y hubo que sacar un uniforme y un fusil del barro tras la dana”

Participó en la representación sobre la Guerra de la Independencia celebrada en Villel
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José Luis Rubio

Guillermo Claramunt, de 23 años y vecino de Utiel, es un estudiante de Geografía y Medio Ambiente. Sin embargo, cada vez que responde a la llamada de una recreación se convierte de la noche a la mañana en un soldado de la tropa napoleónica. Del 7 al 9 de marzo participó en la I Recreación de la Batalla de la Fuensanta, organizada por el Ayuntamiento de Villel y la Asociación Voluntarios de Aragón. Un evento hiper realista en el que la lluvia, el viento y el frío puso a prueba a los recreadores.

-¿Qué le animó a participar en la I Recreación de la Batalla de la Fuensanta?

-Nuestra asociación es bastante nueva, hace poco que la hemos fundado. Llevamos apenas dos años funcionando desde que la fundamos pero ya hemos acabado los uniformes. La primera recreación en la que participamos fue en Las Mojas, al lado de Utiel, luego en Camuñas, en Toledo y esta es la tercera a la que hemos asistido. La asociación se llama Recreadora Utiel Requena y tiene como sobrenombre Bobal Pólvora y Fuego. Bobal es una variedad de uva tinta propia que tenemos en la comarca.

-¿Cómo ha sido el fin de semana en Villel durante la recreación de esta importante batalla de la Guerra de la Independencia española?

-Este fin de semana ha sido una experiencia muy, muy inmersiva porque, quisiéramos o no, el (mal) tiempo nos ha hecho estar un poco al límite en cuanto a la comodidad de lo que podíamos hacer y lo que no de acuerdo a al época. Tratamos de forzarnos a pesar de que estuviera lloviendo de hacerlo bien, como hay que hacerlo.

-¿Cómo vivió la batalla que se recreó el sábado por la tarde?

-Fue muy divertida para nosotros y espero que para el público también lo fuera. Fue interesante porque íbamos ascendiendo por el camino que sube hasta la ermita. Luego, estuvo muy bien el juego con los edificios (del santuario de la Fuensanta), poder entrar a la iglesia y fingir el saqueo o al edificio en el que se alojaron las tropas.

Tratamos de emular lo máximo posible cómo era la vida del campamento, la experiencia de esas personas que lo pasaron muy mal en una serie de guerras consecutivas que devastaron Europa. Y esto también es una forma de rendirles un homenaje.

-Dentro de esa inmersión, todos los recreadores iban ataviados de acuerdo a los patrones y los materiales de 1810. Eso les habrá condicionado también el nivel de confort.

-El ir vestidos con una réplica de los uniformes de soldado de hace 200 años nos pone un poco al límite en algunas cuestiones pero también nos protege en otras. El uniforme, por más colorido y vivo que sea, tiene una funcionalidad táctica y de protección ante los elementos. El casco lleva una visera que protege de la nieve, los uniformes están hechos de paño de lana que, por sí sola, es un poco hidrófuga, y es verdad que nos ayudaron a pasar el día un poco mejor de lo que uno podía esperar.

-A propósito de los uniformes ¿Cada uno de los recreadores se confecciona sus piezas?

-En nuestro caso, gracias a la colaboración de otros compañeros recreadores, conseguimos los patrones del uniforme napoleónico de infantería de línea. Y gracias a eso, un sastre de nuestro pueblo nos los pudo confeccionar a todos. Y aquí estamos.

-¿La dana que asoló la comarca el 29 de octubre les afectó?

-Concretamente, en nuestra asociación tuvimos varios daños y tuvimos que sacar un uniforme y un fusil del barro. Sufrimos daños en la uniformidad e incluso en el armamento. En cuanto al armamento, tuvimos que sacar literalmente del barro uno de los fusiles. Después hubo que limpiarlo, quitarle el óxido que se le había podido generar que, afortunadamente, no fue mucho, y así pudimos rescatarlo y ponerlo de nuevo en funcionamiento. De hecho, fue uno de los que más disparó durante la recreación de la Batalla de la Fuensanta. Y luego, con la uniformidad tuvimos suerte y la pudimos recuperar toda. Cada uno guarda su equipo en su casa y lo que pasó es que uno de nuestros compañeros vive en uno de los barrios que fueron más afectados en Utiel.

-¿Qué anima a alguien a hacerse recreador?

-Lo primero es el amor por la Historia. Yo creo que sin esa chispa que tiene que tener uno dentro es muy difícil que una persona se enganche a esto. Tiene que haber un amor por la Historia, sea militar o no. Si no, es muy difícil que alguien esté dispuesto a gastarse todo el dinero que cuesta la uniformidad, a comprarse un arma, a sacarse el permiso de armas, a padecer. Es complicado, porque aún así es muy divertido. Y luego, te permite conocer a gente que comparte esos gustos y te ayuda a mantener la motivación para continuar.

-Y dentro de toda esa pasión, ¿Qué les animó a convertirse en soldados de Napoleón?

-Eso es un poco más complicado. Yo me metí porque ya estaba un amigo mío. Luego, imagino que puedes tener más simpatía por unos o por otros. No es tanto un motivo ideológico, sino más por simpatía, por si te gusta la historia militar. Y ahí, Napoleón fue un genio militar y supuso un cambio.

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