Lunes, 24 de mayo. Ana Iris
Ana Iris Simón sacó del armario el traje rústico y se plantó el sábado en La Moncloa para narrar ante la flor y nata gubernamental su diagnóstico y propuestas de resolución para el problemón del reto demográfico. Ana Iris se fue en su día del pueblo atraída por las luces de la ciudad. Tras más de una década de desengaños laborales y sin despreciar la idea de convertirse en mujer florero, tal y como ha declarado en alguna ocasión, ha vuelto al campo. Bueno, si la ciudad de Ávila se considera campo. Aunque no me queda muy claro si sigue en Ávila o se ha trasladado a Aranjuez, otro pueblito de sesenta mil almas a 50 kilómetros de la capital. El evento, titulado Pueblos con Futuro, tuvo como objetivo presentar el plan oficial para revertir la sangría poblacional de la España holgada.
Ana Iris abrió el discurso con un “me da envidia la vida de mis padres a mi edad” porque habían logrado una familia al uso en un pueblo toledano de unos mil habitantes. Aquello se fue al traste por el extractivismo demográfico urbano, por haber convertido España en “el Marina d’Or de la Unión Europea” y porque “la aldea global arruinó la aldea real”. Ana Iris parece ignorar que el amor por llenar ciudades comenzó antes, mucho antes.
El meollo de la alocución, no obstante, versó sobre ser madre antes de los treinta años. Ana Iris denunció que la juventud de pueblo se ve abocada a hacinarse en la gran ciudad para malvivir. La solución, según la escritora, es reindustrializar y beneficiar el producto local frente a lo importado, incluyendo la natalidad patria frente a las migraciones destinadas a pagarnos la pensión porque “no les estamos permitiendo pagar las de sus padres ni las de sus abuelos en sus países de origen y eso, no sé a ustedes, pero a mí me suena a robarle la mano de obra a los que hace siglos les robamos el oro”. Viendo el alegato desde lejos, suena un poco xenófobo. Sí. Y hoy le están dando duro a Ana Iris por eso.
Sin embargo, con las gafas de cerca del mundo rural, la valoración puede estar tocando la fibra sensible de la materia. Estoy cansado de leer noticias sobre pueblos que buscan familias con hijos, nacionales o foráneas, forasteras al fin y al cabo, para llevar un negocio local y evitar el cierre de la escuela. Y la realidad demuestra que el modelo falla porque no se asienta población. De forma paralela, se trata con indiferencia cuando alguien anuncia un cierre o una marcha.
Al acabar el día, la cadena SER ha anunciado que Ana Iris colaborará en La Ventana durante los meses de verano. Nunca antes una intervención había obtenido resultados profesionales tan inmediatos. La chica vestida de hato bucólico puede volver a soñar con una vida de neones.
Martes, 25 de mayo. Cárceles
Los ecos de Ana Iris continúan. Hoy me he enzarzado en el Twitter con el periodista Mario Escribano a cuenta de la apariencia romántica contemporánea sobre vivir en el pueblo. Mario defiende a ultranza que la ciudad “ha sido una vía de escape y liberadora para mujeres y LGBTI durante décadas, aunque no sea la panacea”. Y todo porque la también periodista Cristina García Casado asegura que hemos olvidado que los pueblos han sido “cárceles de uniformidad donde no poder ser” como eres, concluyendo que los pueblos “deben abrirse”. Cristina, como Ana Iris, es una chica de provincias que tan pronto como pudo se largó, pues aquello “parecía profundamente empobrecido y muchas veces insoportable”. A su barco lo llamó libertad y ha viajado por toda España y Estados Unidos: “Mis tías, mis padres, siempre me decían: tú ya has vivido más con 27 años de lo que nosotros vamos a vivir nunca”.
El caso es que he rebatido a Mario, procedente también del mundo rural, que ser diferente siempre es duro, tanto en el pueblo como en la ciudad: “Lo fácil es echar la culpa al paletismo”. Y que tengo la sensación de que hoy en día es fácil encontrar personas con tus mismas inquietudes y preferencias porque existen herramientas digitales y está la posibilidad de desplazarse a otros lugares a la búsqueda de semejantes y volver luego a casa, en el pueblo. Mario se ha empecinado en que no se puede vivir en un sitio donde te rechazan. Yo he rebatido con que ese rechazo no es mayor en el pueblo que en la ciudad. Que las cosas han cambiado, vaya. Al final, ni yo le he convencido ni él me ha convencido. Cada cual tenemos muy claro lo que pensamos.
Miércoles, 26 de mayo. Un riego
¡Ay! Con tanta discusión tuitera, olvidé que ayer se presentó en el Congreso de los Diputados, con el madrinazgo de Teruel Existe, el modelo de desarrollo rural propuesto por la Coordinadora España Vaciada. Parece una contraprogramación a lo de Pueblos con Futuro del Gobierno. Al final, todo el mundo habla de diagnósticos y respuestas, pero se olvida de que el problema y la solución está más en el imaginario colectivo que en un riego de inversiones.
Jueves, 27 de mayo. Farruquito
Quien diga que cualquier tiempo pasado fue mejor, como afirma Ana Iris, no tuvo en cuenta los estragos estéticos ochenteros. Ana Usieto nos informa en Heraldo de Aragón de que vuelve el corte de pelo mullet, que podría definirse como serio por delante, festivo por detrás; feo, mires por donde lo mires. Considerado transgresor, tiene más años que el betún. Puede que los antiguos romanos lo usaran por funcionalidad, ya que les mantenía la cara libre de pelajos y protegían la nuca de los rayos del sol gracias a la melena trasera.
Aprovechando el cambio de imagen que se ha dado a la página web de Diario de Teruel, hoy he enviado mi nueva fotografía de perfil. A la vejez, viruelas. Y digan lo que digan, digan lo que digan los demás, me he dado el gustazo de un corte melenudo que está a un tijeretazo del mullet. Cierto miembro de la alta dirección de esta casa me ha presentado en sociedad como el Farruquito turolense. Cuando este verano yo tenga protegido el cuello y él esté escocido por quemaduras, veremos quién ríe mejor.
Viernes, 28 de mayo. Feria
El libro que ha hecho famosa a Ana Iris se titula Feria y una feria es lo que ha habido hoy. Presura, la Feria Nacional para la Repoblación de la España Rural, ha tenido lugar en Soria con la presencia de toda la plana mayor de la política del reino y de las puertas giratorias más audaces. Tal y como se hace en las ferias de ganado, he estado mirando la dentadura de las reses y, qué quieres que te diga, no me apaña nada para mi cuadra. ¡Nos vemos en la próxima!
¡Qué tiempos aquellos en que esto de la repoblación se hacía con caravanas de mujeres! El aire que flotaba por aquellas experiencias era bastante retrógrado, la verdad, pero al menos lo pasabas bien echando unos bailes y unas copichuelas.
Sábado, 29 de mayo. Teleclub
La Devesa de Boñar, en León, alquila el teleclub por cinco euros al mes. Las condiciones del contrato anual prorrogable son pagar el recibo de la luz y abrir seis días a la semana con un horario a determinar. La junta vecinal de la localidad, de unos sesenta habitantes, cree que es una gran oportunidad de negocio.
Domingo, 30 de mayo. Ramiro
No sé si lo he dicho alguna vez, he vivido muchos años de mi vida a un paso de la avenida de la Constitución, en Valencia. En mis recuerdos más lejanos, esa avenida, la carretera de Barcelona, se llamaba Ramiro Ledesma. Pues resulta que Ana Iris ha leído obras del falangista Ramiro Ledesma y no tiene problemas en reconocerlo. Es la excusa perfecta para desactivar un discurso que rompe demasiados estereotipos y principios asentados en nuestra sociedad. Me voy a pasear. Por una avenida de la Constitución que, quién sabe, puede que algún día vuelva a cambiar de nombre.
La imagen de la semana / Nostalgia extrema
Chica, Ana Iris, si tuvieras que ir al lavadero para hacer la colada de pañales de tu próxima descendencia, no sé si tendrías nostalgia extrema por vivir la vida de tus progenitores o antepasados más allá. Al menos tendrías buenas vistas.
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