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Tres lecciones de Primera RFEF para el CD Teruel Tres lecciones de Primera RFEF para el CD Teruel
El CD Teruel regresa a Segunda RFEF, eso sí, con una experiencia clave para el futuro del club

Tres lecciones de Primera RFEF para el CD Teruel

La experiencia del equipo mudéjar a las puertas de la élite deja apuntes útiles para el futuro del club
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Ha pasado ya día y medio desde que el CD Teruel consumase, con su derrota del sábado ante Osasuna B, que el próximo curso jugará de nuevo en Segunda RFEF, la categoría base desde donde el cuadro mudéjar ha abandonado su histórico enfoque regional para convertirse en abanderado del fútbol semiprofesional aragonés, con sus características propias, sus necesidades, sus desvelos. Esa realidad a veces líquida e indeterminada, que la Federación Española no ha terminado todavía de pulir, un limbo que mantiene a más de un centenar de ciudades de toda España en la antesala del fútbol de élite, con los recursos casi análogos a los del fútbol regional, pero los gastos y los desplazamientos de cualquier división superior.     

Así que el viaje por los cielos de la Primera RFEF ha mostrado, sobre todo, cómo se las gastan en una categoría pensada para proveer reposo y difusión a aquellos equipos históricos y con músculo que, por los azares y avatares del fútbol, dan con sus huesos fuera de la Liga de Fútbol Profesional. La Primera RFEF no está pensada para el Teruel, sino para que el Dépor, el Málaga, el Castellón, el Nàstic, la Ponfe, el Recre o el Murcia se laman sus heridas a la espera de volver a Segunda División sin tener que jugárselas con el Ebro, el Tudelano, el Calahorra... O el propio Teruel. 

‘Con perricas, chufletes’ 

El primer apunte, la primera lección, es casi obvia: No se puede caminar por la mansión de los pudientes con cuatro monedas en el bolsillo. En su reacción inicial tras el descenso, el presidente Mariano Escalera ya lanzaba un primer SOS: ayuda institucional. Si el Teruel quiere regresar al olimpo, lo tendrá que hacer con una cartera que le permita plantear un proyecto deportivo serio, que no se deshaga como un terrón de azúcar en cuanto se acumulen un par de bajas en la plantilla de futbolistas.  

La Primera RFEF demuestra que es indispensable caminar con la columna vertebral del equipo siempre cubierta: Al menos el portero, los centrales, la medular y un delantero tienen que ser de nivel profesional, de marcar diferencias. Los últimos partidos de esta liga han demostrado que un par de ausencias de cierta importancia rebajan el nivel del equipo en demasiada proporción. La apendicitis de Tena, la lesión de Carmona o la sanción de Isma han sido demasiado para una plantilla sujeta con pinzas. 

Ampliar la masa social

El segundo epígrafe tiene que ver con la conformación de una masa social, de una afición, que sirva también para ganar puntos. Diversas mediciones colocan a Campo Pinilla alrededor de la trigésima posición dentro de la Primera RFEF en asistencia media de espectadores. Cierto es que el peso poblacional de la ciudad no puede compararse a grandes capitales como Málaga, Murcia, Córdoba o A Coruña. Pero no es menos cierto que el CD Teruel se ha jugado la permanencia en los últimos partidos en casa sin conseguir siquiera acercarse al lleno; poco más de 1.500 aficionados el sábado, menos de 1.300 el día anterior ante Unionistas. Convertir Pinilla en una caldera forma parte de los deberes que toca hacer para volver a Primera RFEF.

Estructura de club integral

Por último, el paso fugaz por esta categoría muestra también la importancia de un modelo de club integral y que penetre en todas las capas formativas de fútbol no sólo en el equipo, también en todo el tejido de toda la ciudad. La llegada al fútbol profesional de futbolistas turolenses como Jesús Bernal o Pablo Tomeo demuestra que el talento puede estar relacionado con la demografía, pero no lo predetermina definitivamente, y que mimbres hay aquí igual que en cualquier otro sitio.

Por ello el CD Teruel deberá estabilizar una estructura de fútbol base natural, que dé respuesta y presencia en todas las categorías y edades, con un juvenil que se marque como objetivo no estar nunca por debajo de Liga Nacional y un filial que sea referente y pujante entre la Regional Preferente y la Tercera División aragonesa, con jugadores capaces de apretar hacia arriba si las cosas se tuercen. Son las tres primeras lecciones que deja el paso del equipo mudéjar por la tercera categoría del fútbol español. “Ganar o aprender”, se dice sobre el deporte y la competición. Vienen tiempos para aplicar lo segundo. 

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