Calamocha y Andorra arrancan este domingo su nuevo camino en Tercera División

Pronto empieza la Tercera División aragonesa a despachar sorpresas y matices, a desvelar trampas e inexactitudes; si hay un puñado de categorías imprevisibles y sorprendentes en el fútbol español son precisamente esas divisiones que caminan en el filo entre el balompié aficionado y los flashes del profesionalismo. El Teruel navega en una de ellas, la Segunda Federación, que es básicamente una liga de campeones de Tercera. En ésta militan tres turolenses, el primero, el Utrillas, ya probó el sábado la dureza de lo que se viene. Para el domingo han tomado ya nota los otros dos.

En realidad al Calamocha hay que explicarle poco de lo que va esta competición. Surfea sus olas con agilidad y reflejos desde hace ya algunos años, se va colando entre las rendijas que dejan el resto y así dibuja trayectorias que el año pasado le dejaron muy cerca del play-off de ascenso y que, como contrapartida, le colocan ya como un adversario respetable, al que el resto de rivales toman en consideración... Y que le endurecerán los partidos. Lo notará ya esta tarde en Jumaya, bien es cierto que frente a uno de los grandes favoritos, el Ebro, el segundo equipo de Zaragoza. 

Las redes sociales del club del Jiloca llevan ya un par de días calentando el ambiente,  “con la cabeza puesta en el domingo” ya desde mediados de la semana. Entre los reclamos, un césped, el de Jumaya, que parece una alfombra de la Ruta de la Seda, síntoma de que el Calamocha va a dar este curso un salto adelante hacia la búsqueda total de la victoria sea cual sea el adversario que esté delante. Lo rozó en la Copa Federación, apenas un gol ante el Brea pudo separar a los jiloquenses de la fase estatal. Apunta alto el once colorado.   

Andorra, a su sitio natural

Lo de Andorra tiene otro cariz, otra circunstancia. Lo que va a pasar esta tarde en el Juan Antonio Endeiza, en el que ya se van a agolpar más de medio millar de abonados que tiene ya el club, es el regreso a la Tercera División de uno de los grandes del fútbol aragonés. Siete años han transcurrido desde que en la villa minera dejaron de paladear la categoría referente del fútbol autonómico, y su vuelta a la élite aragonesa se observa como la simple plasmación de que las cosas deben ir por donde deben ir.  

El Andorra es de Tercera, como poco. Y con esa genética, con el peso de esa camiseta blanca, vuelve a competir con un grupo conjuntado y bien acoplado, que ya durante la pretemporada demostró que le puede tutear sin problemas a un todopoderoso Cuarte. Pero que también puede sufrir cuando el escenario del partido se complica como ante un duro hueso de Preferente como Santa Anastasia. Esa lección podrá aplicarla esta tarde en la visita del Zuera; no tiene tanto postín como la mayoría del resto del elenco de la Tercera aragonesa, pero como buen representante del balompié metropolitano zaragozano demostrará que sabe acoplarse en cualquier circunstancia y terreno de juego. 

Este domingo se pone en liza ya todo el grupo aragonés de Tercera, en un año histórico con tres representantes del fútbol turolense. Todos ellos deberán adaptarse a un grupo igualado, competido y sufrido, en el que las previsiones y el peso de los nombres sobre el papel se verá siempre matizado por la verdad sobre el terreno de juego, que es la auténtica realidad del fútbol. Utrillas y Calamocha ya saben de qué va esto. Y el Andorra, teórico novato, en realidad lleva la Tercera en sus genes. Que hable el balón.