A vueltas con la fórmula del gol, el elixir más difícil para el CD Teruel

Poco a poco, con trabajo y esfuerzo, a base de colocar piedra a piedra, el nuevo CD Teruel empieza a dejar ver una estructura que va haciendo de la fiabilidad y el trabajo colectivo una seña de identidad que le mantiene de momento lejos de conflictos y de dramas. Dos empates en dos partidos no parece una cosecha especialmente llamativa, pero para una plantilla apenas recién juntada y ante dos rivales de los que apuntan alto, Alavés B y SD Logroñés, los dos puntos pueden darse por buenos. Eso sí, asoman algunas incertidumbres.

La fundamental la tiene cazada el entrenador Mendia casi desde que empezó a trabajar con este grupo. “Nos cuesta mucho hacer gol”. Aquí el análisis superficial habla de encuentros cerrados, con pocas ocasiones, predominio de las defensas... En el caso del Teruel cabrá mencionar al patrón futbolístico que es común a casi todos los hombres de ataque del equipo; el club apostó por trescuartistas más dirigidos a aliarse con el balón que al trabajo físico y la intensidad hacia adelante. Eso tiene ventajas, pero de momento se están viendo más los inconvenientes.

El principal, que durante muchos minutos, en especial al principio de los partidos, los rivales suelen hacer valer mayor poderío físico a partir de los duelos en esa zona del campo que ocupan los atacantes de banda. Ocurrió en Pinilla ante el Alavés, también ayer en Las Gaunas; desde allí percuten y empujan los rivales, y al Teruel le cuesta encontrar la onda. Por fortuna, como el equipo responde en lo físico en la defensa y en el centro del campo, los resultados no se pierden.

La evolución del partido determina que con el paso de los minutos ese empuje físico de los rivales tiende a diluirse en la resistencia concienzuda e industriosa de los zagueros mudéjares. Desde ahí crece el equipo, y al entrenador además le salen los cambios: en Pinilla, Alomar, Cervera y Pelayo mejoraron mucho las prestaciones ofensivas de la primera parte. Ayer en Logroño Febas fue un muy buen revulsivo en la segunda mitad. En ambos duelos el equipo terminó volcado hacia la portería rival, en busca del gol decisivo que convierta los empates en triunfos.

Pero de momento no lo halla, no le bastan todavía esos veinte minutos de superioridad final para hacerse con las victorias. Es el ingrediente que le falta al Teruel de Unai. Puede obtenerlo adoquinando algo más el físico de los mediapuntas para que soporten mejor los envites iniciales del rival. Puede armarlo agitando la coctelera antes, tratando de anticipar la ofensiva definitiva del equipo. Pero quizá la cosa sea más sencilla, se base en la igualdad tremenda que preside esta Segunda Federación, y en la evolución natural de un bloque que debe ir creciendo en lo táctico.