Teruel despide a Agustín Alegre con el reto de que su obra se mantenga viva

Teruel despidió este domingo al pintor turolense Agustín Alegre, fallecido este sábado de madrugada, con el reto de que su obra se mantenga viva en la ciudad. La iglesia parroquial de San León acogió el funeral y posteriormente su cuerpo fue incinerado en el cementerio como era el deseo del artista, considerado un referente de la pintura figurativa en España.

Su hijo, Agustín Alegre, dirigió unas palabras a los asistentes a la misa como homenaje a su padre, al que reivindicó como artista y como turolense que paseó el nombre de Teruel allá donde fue o viajó su obra. Fue él, director gerente de la Fundación Agustín Alegre, quien pidió que con la muerte del artista no se desvanezca su obra y su presencia sino que se recuerde y potencie.

Recordó algunas anécdotas, como el gusto de su padre por el Picasso anterior al éxito, aquel que era libre de los condicionantes del mercado del arte. Agustín Alegre siempre se desmarcó de grupos y tendencias para mantener su propia independencia, algo que acabó convirtiéndolo en un artista excepcional y único.

Su hijo pidió que entre todos los turolenses se empuje para que a pesar de que su vida se haya apagado, “su obra ocupe el brillante lugar que merece”. Contó que desde que cayó enfermó y no podía acudir a su estudio a pintar, lo que más deseaba era volver a coger los pinceles, lo que hacía incluso de forma imaginaria para seguir pintando en el aire con la pasión que le caracterizaba.

Desde el año 2017, la Fundación Agustín Alegre, bajo el paraguas del artista, se ha movido para gestionar proyectos culturales de todo tipo, así como sociales. El último proyecto en el que participó el pintor fue La teoría de las nubes, consistente en una gran acción artística que buscaba poner en valor Teruel como territorio de oportunidad.

La familia desveló en un comunicado cómo el pintor renunció a la fama por el bienestar de su hija autista. Abandonó su exitosa carrera cuando iba a despegar hacia el mercado europeo. Fue justo cuando ultimaba su viaje a la ciudad italiana de Brescia, donde iba a fijar su residencia, cuando recibió la noticia de que su hija mayor, Miriam, sufría unos extraños síntomas.

Se apartó de la escena internacional para buscar un diagnóstico y un lugar donde poder ayudarla. Al conocer que su hija era autista, un trastorno que sufría en grado altísimo y del que entonces se sabía poco, puesto que no se comunicaba ni podía llevar una vida propia, Agustín Alegre y su esposa con familiares de otros afectados fundaron la que fue la primera asociación de padres de hijos autistas de España en Madrid.

Al ser un artista reconocido y contar con el apoyo de pintores muy cotizados, consiguió financiación para crear un centro de atención en Madrid. La hija era ya mayor y se negaron a internarla en un centro residencial, por lo que decidieron regresar a Teruel.

La familia reveló que confiaban en que la calidad de vida de Teruel y la tranquilidad le permitirían disfrutar de los años de vida que pudieran quedarle. Fue así como Agustín Alegre volvió a instalarse en Teruel, una tierra de la que su hijo asegura que estaba “absolutamente enamorado”, y “a sabiendas de que esta decisión supondría un revés definitivo al crecimiento de su popularidad”.

Fue así, al apartarse a Teruel, cuando desapareció de los titulares de la crítica especializada que lo ensalzaba en aquel entonces, pero no dejó de trabajar bajo la premisa que le caracterizó, la libertad creativa. “Nadie va a decirme qué pintar, cuándo o cómo”, cuenta su hijo que decía.

Pese a ello, como un vecino más de Teruel, Agustín Alegre no dejaría de recibir homenajes, premios e importantes reconocimientos a su labor. Su hijo considera que fue un “tesoro escondido más” en la tierra que lo vio nacer.