Tamborile no defrauda a las 2.500 personas que visitaron el festival más callejero de Teruel
El pabellón municipal sirvió de resguardo de la lluvia y la música pudo continuar por la nocheAndrés hizo un balance muy satisfactorio de esta decimotercera edición, que se convirtió en un exitoso plan de fin de semana para cientos de turolenses llegados de distintos puntos de la provincia. “Ha venido mucha gente, han consumido en barra, han consumido productos, han hecho uso de las comidas y de las cenas que teníamos preparadas, estamos muy contentos”, enfatizó Andrés para referirse a la afluencia de público que se registró durante la jornada del sábado.
Por otra parte, la calidad de los grupos no defraudó a nadie. “Nos han sorprendido todos”, señaló el co-organizador del evento musical, que hizo mención especial al grupo francés Opsa Dehëli. “Nos gustaron mucho cuando estuvimos viéndolos, pero aquí en Mezquita todavía nos han gustado más, porque nos sorprendieron a todos al adaptar al castellano algunas de las canciones que tenían de toques más franceses, y dieron un conciertazo”, destacó el portavoz de la organización. “Todo el mundo nos preguntaba que quiénes eran, agradaron muchísimo a todo el público”, valoró.
Tampoco defraudó la Batucada La Trapala de Monreal del Campo o la Compañía Teatro Gorakada del País Vasco, que ofrecieron una combinación de teatro y música que entusiasmó a los asistentes. Las actuaciones de ambas agrupaciones generó una muy buena impresión entre el público, especialmente por la capacidad de los dos grupos de “interactuar” con la gente.
Asimismo, Jorge Andrés agradeció la capacidad de adaptación que tuvieron todos los grupos del 13º Festival. “Con la lluvia se aclimataron perfectamente a los cambios sin ningún problema”, valoró.
El certamen ha tenido en esta edición un cartel destacado en el panorama de la música de calle. Desde primera hora de la mañana del sábado y en varios pases, las bandas tomaron las calles de Mezquita de Jarque de manera paralela a las distintas actividades infantiles que se habían preparado para el público más pequeño.
Ya por la tarde arrancó la parte más “eléctrica”, con la actuación de las bandas que ocupaban la parte más festivalera del cartel, prolongándose la fiesta hasta las tantas de la madrugada. Y todo este panorama musical acompañado del correspondiente avituallamiento para dar comidas y cenas a todos aquellos que se acercaron al pueblo para vivir la música más callejera y movida.
El Festival Tamborile “intenta reivindicar esa música de calle que todavía está un poco infravalorada, que se considera de poca calidad a diferencia de la música de conservatorio y de ópera, pero que no lo es”, enfatizó Jorge Andrés, quien recordó la evolución que ha vivido el evento desde que naciera en el año 2009. “En nuestro caso, el boca a boca ha funcionado desde el primer día y, si el primer año que organizamos el Festival tuvimos alrededor de 700 u 800 personas, en este último fin de semana hemos llegado a tener a la vez a unas 1.500 o 2.000 personas, a las que tendríamos que sumar todas las que pasaron a lo largo del sábado”, dijo. Por tanto, “un cómputo positivo y con un crecimiento innovador desde el primer año”, añadió.
Esta gran participación popular obedece en parte a la consolidación de la cita, según el co-organizador de Tamborile, pero también a que han terminado las restricciones sociales derivadas de la pandemia y a que este año el Festival se ha organizado con absoluta libertad, sin tener que establecer limitaciones de aforo en ninguno de los espacios que han estado habilitados para las distintas actuaciones.
Por otra parte, el cartel -con bandas procedentes de Portugal, Francia, Euskadi, Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía y Aragón- no ha dejado indiferente a los afines a este tipo de música, ya que en esta edición Tamborile ha acogido propuestas eclécticas en el cartel, con grupos que transitan del jazz al funk, de la música zíngara al afrobeat, del ska al reggae, del rock al pop, para conformar una sonoridad atípica y mestiza que define al festival y lo convierte en una propuesta única en Aragón.
No en vano, Tamborile está consolidado como uno de los festivales de referencia de la música y la animación de calle a nivel nacional entre público y bandas. Esto hace que el volumen de propuestas recibidas supere con creces las doscientas y que el interés que genera entre el público crezca edición tras edición. Es, además, junto al Haizetara de Amorebieta-Etxano en Vizcaya y el Femuka de El Espinar en Segovia, uno de los tres festivales nacionales dedicados íntegramente a la música de calle.
Los de esta edición se suman ya a los 104 grupos y más de 1000 músicos y artistas que han pasado por las calles de la localidad desde el comienzo del festival.
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