Síguenos
Paula Ortiz, directora de ‘La virgen roja: “Ojalá Aragón empiece a creer en el cine,  pero no solo por tener tres ‘pelis’ en los Goya” Paula Ortiz, directora de ‘La virgen roja: “Ojalá Aragón empiece a creer en el cine,  pero no solo por tener tres ‘pelis’ en los Goya”
Paula Ortiz durante la rueda de prensa del Festival de San Sebastián, donde fue estrenada en septiembre del año pasado. SSIFF / Jorge Fombuena

Paula Ortiz, directora de ‘La virgen roja: “Ojalá Aragón empiece a creer en el cine, pero no solo por tener tres ‘pelis’ en los Goya”

El largometraje de la directora descendiente de Villahermosa aspira el sábado a 9 ‘cabezones’
banner click 236 banner 236

La virgen roja es una película sorprendente que narra la historia de Hildegart, una niña que fue criada por su madre con el único objetivo de ser una mujer libre y perfecta, capaz de cambiar la sociedad. Su directora es Paula Ortiz (Zaragoza, 1979), cineasta muy vinculada a la localidad turolense de Villahermosa del Campo de donde procede su familia materna, y el filme uno de los importantes en la gala de los Premios Goya del sábado, con nueve nominaciones, entre ellas Mejor Directora.

Ortiz tiene una trayectoria sólida y coherente y un compromiso muy reconocible con el cine de calidad. Sabe lo que significa ganar un Goya -La novia ganó dos: Mejor Actriz de Reparto y Mejor Fotografía-, y también lo que es perderlo -esa película era la gran favorita en 2016 pero solo se llevó dos de las doce nominaciones-. Relativiza la importancia de los premios y, aunque reconoce que son prácticos para la industria que hay detrás del arte, sigue pensando que su auténtico trabajo consiste tan solo en contar historias.

-Usted es una cineasta avezada y curtida en mil batallas... ¿cómo lleva lo de pasar por los premios, las galas, los éxitos, las entrevistas y el circo mediático que se monta en los Goya, y decidir un día que ha llegado el momento de volver a trabajar?

-Yo lo llevo mal (risas). Los premios son un fair play, un regalo, y te prometo que no paso pena por ganar o perder. Pero lo que supone la parte mediática la llevo mal, porque en estos momentos estás muy expuesta cuando en realidad mi trabajo consiste en estar detrás, en un proyecto que tarda años en cuajar. Esa sobreexposición a mí me inquieta, me desgasta y me desequilibra, porque no estoy acostumbrada. Soy una persona que no tiene Twitter, que vive en Zaragoza y a la que le gusta mucho el trabajo de cueva, tanto el intelectual como el técnico. Así que cuando llegan estos momento... la gente me dice que lo disfrute, y yo lo intento pero no le termino de pillar el truco. Y cuidado que te pille frágil, ¿eh? En mi primera película, De tu ventana a la mía, lo pasé mal.

-¿Ah, sí?

-Sí. Y eso que tuvo muchísima menos exposición que La virgen roja. Pero te pilla más joven y más frágil y la dislocación entre tu vida habitual y lo que te ocurre es mayor. Con el tiempo aprendes que es parte del trabajo.

-Usted ya sabe lo que es que una película suya gane un Goya...

-¡Y también perderlo!

-A eso voy... el sábado la Academia tiene una estupenda oportunidad de compensar lo que ocurrió en 2016...

-No, no, no... las cosas no funcionan así. La Academia no tiene que compensar nada a nadie, y no lo digo para quedar bien. Cada año tiene su cosecha cinematográfica y cada tiempo tiene sus sensibilidades, que premian unas películas u otras. Además, las películas no compiten, no deben competir, la imaginación creadora no puede competir. Yo voy muy tranquila a los Goya, de verdad... me preocupa más la logística de los trenes y el vestido (risas).

-¿Entonces no son importantes los premios? Su trabajo consiste en contar historias, pero en muchos casos los premios son los que permiten a un director seguir contándolas...

-Los premios en realidad son un invento de la industria de Hollywood, que es muy inteligente como industria, que creó un invento para hacer que las películas brillaran. Para crear estrellas relucientes en el sentido literal. Un premio ayuda a que la estela de una película brille durante más tiempo, y es cierto que es importante, porque la gente que tiene que apoyar la película tiene que recordar que estabas allí, que brillaste durante un momento... pero al fin y al cabo es un mecanismo de marketing. Esta mañana yo he tenido una reunión de cuatro horas sobre un proyecto futuro que quizá tarde años en ver la luz, y te aseguro que para mí es más importante.

-Los ejemplos de Pilar Palomero, de Arantxa Echevarría y el tuyo propio, entre otras muchas directoras, ponen de manifiesto que las mujeres tienen mucho más peso en el cine español que hace unos años. ¿Cree que es verdaderamente significativo? ¿O todavía estamos lejos de la situación ideal de igualdad?

-Es muy significativo. En ese sentido este año hay películas muy potentes y muy poderosas, desde lo íntimo a las grandes producciones del mainstream, que han poblado la imaginación cinematográfica de este año en nuestro país y han dado muy buenos resultados a todos los niveles. El cambio se nota y mucho. ¿Es suficiente? Todavía no. Pero no por la paridad en una gala como los Goya, sino porque el cine, siendo una actividad dura para todo el mundo, lo es aún más para las mujeres sobre las que recaen los cuidados o la maternidad, por ejemplo.

-Hablemos de quinielas. De las nueve nominaciones (Mejor Dirección, Canción, Actriz de reparto, Dirección de producción, Dirección de arte, Vestuario, Maquillaje, Efectos y Sonido), ¿en cuál de ellas ve favorita ‘La virgen roja’?

-No lo sé, no puedo decir... Si te soy sincera, creo que esta es una película en la que nos hemos esforzado en hacer un trabajo técnico muy sólido y con mucha belleza. Pienso que son muy importantes las candidaturas técnicas de este año; sonido, vestuario, arte, la propia dirección de producción... han hecho un gran trabajo. En esta película ha sido cuando he podido hacer un trabajo en este sentido con más alcance, profundidad, belleza y compromiso.

-Esas nominaciones técnicas se consideran menores, como si buscar la excelencia en cada detalle fuera algo menor...

-Es que el cine es eso. Es luz, es movimiento, es sonido, es música, son espacios, paisajes, miradas, evocaciones... y todo eso hay que hacerlo, hay que crearlo desde cero, no está allí para que tú lo cojas. Hay mucha gente dedicada a hacerlo, y muchas formas de crearlo. Por eso me gusta mucho que se reconozca este trabajo. Mi equipo y yo llevamos mucho tiempo intentando hacer un tipo de cine que tiene mucho de artesanal, mucho de conciencia de oficio. Luchamos por una condición estética que entiende la belleza como una cuestión filosófica que nos salva en muchas ocasiones. El arte nos devuelve una experiencia interna muy profunda y muy hermosa gracias a cómo se hacen las obras de arte. Eso en el cine es muy importante.

-Con todo, el premio gordo, gordo, sería el Mejor Dirección, pero ahí están Almodóvar, Echevarría...

-Y no te olvides de Isaki (Lacuesta) y Pol (Rodríguez), o Aitor Arregi y Jon Garaño. Son gente a los que yo admiro profundamente como directores. La competencia este año es muy, muy, muy dura, pero por otro lado es un privilegio. Si a la Paula de 20 años le hubieran dicho que un día estaría aquí... wow! Hubiera flipado mucho.

-Hábleme de ‘La estrella azul’ de Javier Macipe y ‘Los destellos’ de Pilar Palomero.

-Son grandes películas. Los destellos es un trabajo precioso firmado por Pilar, que ya tiene una trayectoria y un camino muy coherente. Y Javier, a quien también conozco desde hace años, ha hecho un primer largometraje excelente.

-’La virgen roja’ narra una historia en la que Hildegart es la protagonista absoluta, y sin embargo usted la cuenta de forma que el personaje con quien se mide el espectador, el espejo ante quien se mira, es indiscutiblemente su madre, Aurora. ¿Por qué?

-Es una historia muy fuerte, con enormes gritas y tentáculos, desde lo más íntimo entre una madre y su hija hasta lo ideológico y filosófico de un momento histórico brillante y convulso como pocos, del que todos somos hijos. Trabajar esa historia implicaba atender a los dos personajes. Hildegart no existe sin Aurora, y el conflicto de Aurora no existe sin Hildegart. La propia Najwa (Nimri) dice que es un monstruo de dos cabezas. La historia me apasiona porque son mujeres tan brillantes como contradictorias y terribles.

-Su película ejemplifica a la perfección el sentido goyesco del grabado ‘El sueño (entendido como la aspiración) de la razón produce monstruos’. Personalmente, ¿usted sigue creyendo en la utopía de un mundo gobernado por la cultura del esfuerzo y del conocimiento? ¿O su historia demuestra que, al final, la humanidad está intrínsecamente unida a la imperfección, y solo en la medida en que seamos imperfectos seguiremos siendo humanos?

-Creo en la revolución, en la utopía del conocimiento y la inteligencia en pro de la bondad y la convivencia entre los seres humanos, en las utopías que creen en una sociedad digna para todos... Pero también creo que todo eso pasa por no perder de vista la escala de lo humano. Lo humano tiene contradicciones e imperfecciones, pero Aurora olvidó esa escala de lo humano, olvidó a su hija. Eso le hizo perder la brújula en la búsqueda de los ideales nobles y grandes que perseguía, porque su estructura ideológica se convirtió en una máquina aniquiladora. Yo soy una persona idealista y platónica, pero si la utopía pierde de vista al ser humano, no sirve y puede convertirse en algo realmente peligroso.

-En esta película usted ha estado más apartada del trabajo de guion que en las anteriores. ¿Cómo ha sido esa experiencia?

-En realidad he trabajado mucho con Eduardo (Sola) y Clara (Roquet). Ha tenido muchas fases y reescrituras, y cuando ellos se dieron cuenta de que yo era una friki que conocía muy bien la historia de Hildegart facilitaron ese proceso conjunto, pese a que la autoría del guion es suya. Ha sido interesante y bonito para mí ver que el peso y la responsabilidad en este ámbito llegaba de otros, y yo lo retomaba desde otro lugar. No siento que haya sido un guion que me haya llegado, sin más.

-Aragón saca pecho con tres grandes películas en los Goya, pero su camino en este sentido ha sido tortuoso. ¿Esto demuestra que en Aragón se hacen bien las cosas -en cuanto a cine- a nivel administrativo, o demuestra que existen motivos objetivos para que empiecen a hacerse las cosas bien?

-Yo espero que sirva para que se hagan mejor. El cine es una industria muy exigente e incierta, que demanda grandes cantidades de recursos económicos, técnicos y humanos, y Aragón es pequeño en cuanto a su industria cinematográfica. Me gustaría que esto sirva para que desde ahora sea más fácil hacer cine en Aragón. Pero me gustaría todavía más que no sea solo porque hemos hecho tres pelis que han llegado a los Goya, sino porque empecemos a creernos que el cine es importante para una sociedad, que es algo radical. EE. UU. cree en su industria cinematográfica y eso ha hecho que sea una industria boyante que da mucho dinero, y además que ellos hayan poblado la imaginación del mundo entero. Aragón debe creer en el cine, más allá del hecho coyuntural de que este año haya tres películas que compitan en los Goya.

-El Gobierno autonómico está trabajando en una nueva ley del Cine. ¿Qué tiene que tener para que sea una buena ley del Cine?

-No puedo entrar al detalle porque cometería muchas imprecisiones, pero pasa por muchas cuestiones industriales, económicas y culturales transversalmente unidas. Desde lo que implica traer a Aragón una producción, hasta asuntos financieros, pasando por el refuerzo incluso de las fases de desarrollo creativo.

-Hay quien dice que las cuestiones relacionadas con el cine deberían dejar de depender de Cultura a nivel administrativo y hacerlo de Industria. ¿Qué opina?

-Creo que tiene que estar estrechamente vinculada a las dos. Si solo es industria perderemos el valor del cine como lo que es, un arte que tiene que ser libre. Pero también es verdad que, como arte, el cine tiene su cristalización en algo que tiene que ver con la industria.

-Me gustaría preguntarle por su pueblo materno, la localidad turolense de Villahermosa del Campo... A estas alturas sigue ejerciendo de rocha -el mote familiar- o cada vez es más difícil detenerse y regresar al pueblo a respirar?

-Yo doy por hecho que cuando pasen los Goya en cuanto pueda iré un fin de semana, porque ya no puedo más (risas). Todo va a temporadas, los ritmos de trabajo no tienen tanto que ver con los Goya. Las temporadas de vacaciones sigo pasándolas por allí y algún fin de semana antes de Semana Santa espero ir con mi familia. Tengo mucha necesidad de pueblo y trato de satisfacerla.

-En ‘De tu ventana a la mía’ había un personaje, Luisa, que estaba inspirado en una tía abuela suya de Villahermosa. No sé si también hay rastros de Teruel en ‘La virgen roja’...

-Todo el clan de las rochas inspiraba aquel personaje en realidad, mi abuela, sus hermanas y todas sus hijas... Bueno, ¡en La virgen roja sale una jota! (risas). La realidad es que todo lo que haces tiene que ver con todo lo que has hecho y te ha pasado. A nivel de paisaje y de tempo Villahermosa del Campo sigue siendo una fuente de inspiración para mí.

El redactor recomienda